Por Greg Erlandson
Cuando mi esposa compró un Subaru hace unos años, no solo obtuvimos un automóvil. También recibimos una revista de la empresa que titulaba "Drive". Subaru intenta utilizar una "revista de membresía" para construir una relación con nosotros y vendernos más cosas. Por lo general, nosotros tiramos la revista en nuestro contenedor de reciclaje.
Pensé en esto recientemente cuando vi un anuncio diocesano que solicitaba un editor de periódico. El trabajo estaba claramente destinado a ser parte de la Oficina de Relaciones Públicas, y la descripción del trabajo era "destacar las buenas obras de la diócesis y sus socios y obtener cobertura positiva de los programas, servicios, y eventos diocesanos".
Ahora, las diócesis, así como las corporaciones, quieren y necesitan esfuerzos en relaciones públicas, especialmente después de las últimas dos décadas, que se han visto plagadas por acusaciones y controversias. Entonces, podemos entender a los funcionarios diocesanos por querer "buenas noticias" e historias positivas después de lo que han pasado.
Sin embargo, mientras la Iglesia celebra el Día Mundial de las Comunicaciones el 21 de mayo, puedo argumentar que desarrollar "revistas de membresía" es una evaluación incompleta de lo que el Pueblo de Dios necesita verdaderamente -- de lo que la Iglesia necesita.
La Iglesia enfrenta muchas amenazas, desde noticias diocesanas falsas que se constituyen, realmente, en frentes para agendas políticas partidistas, hasta un medio secular estresado que tiene un número cada vez menor de periodistas, especialmente periodistas que escriban sobre religión. Sus informes a menudo son descuidados, superficiales, o incompletos. Asimismo, la polarización que infecta tanto a la Iglesia como al estado, infecta también al tercer poder, lo que dificulta que se escuche una voz católica a menos que se encuentre ideológicamente aceptable.
Pero la mayor amenaza puede ser la falta de fe institucional en el valor de los medios de comunicación católicos y el coraje para apoyarlo a nivel local.
Los periódicos locales seculares y católicos están cerrando a un ritmo impresionante. Lo que queda son "desiertos de noticias", donde quienes buscan información son conducidos a empresas de noticias nacionales o lo que encuentran en Internet, fuentes con prioridades a menudo muy diferentes a aquellas de la diócesis.
Ya sea por "guerras culturales" o simplemente por "confusión cultural", los católicos a menudo se encuentran en el frente de la batalla, totalmente desarmados, sin disponer de información ni formación.
Lo que los católicos necesitan es un periodismo sólido, confiable, y valiente que cuente la historia correctamente, ya sea buena o mala. El periodismo católico que hace bien su trabajo desarrollará una relación de confianza entre la diócesis y su pueblo, entre la iglesia y sus fieles, proporcionando la información necesaria para resistir lo malo y celebrar lo bueno. La propaganda solo funciona en una burbuja, sus destinatarios no quieren o no pueden comprometerse con el mundo.
Uno de los defensores de esta forma de periodismo es el Papa Francisco. A principios de este año, les dijo a los periodistas católicos que la suya "es una profesión noble: transmitir la verdad".
El Santo Padre les dijo a sus propios periodistas del Vaticano el año 2021 que, para que una organización de noticias sea efectiva, "es necesario asegurarse de que todos tengan suficiente libertad para trabajar, que tengan la capacidad de asumir riesgos y no pedir permiso, siempre permiso ... esto es paralizante".
Para que los medios de comunicación de la Iglesia sean efectivos, las personas responsables de esa comunicación deben tener la confianza y el acceso a los líderes de la Iglesia. Si cada historia debe ser aprobado por la dirección o si solo se permite reportar buenas noticias, los lectores se darán cuenta de ello rápidamente. Estas son estrategias para desmantelar los medios católicos locales.
Los periódicos diocesanos -- una vez el orgullo de la Iglesia Católica en Estados Unidos -- están enfrentando muchos problemas. Cuando desaparecen, solo quedan los comunicados de prensa que la mayoría de los católicos nunca lee. En asuntos como los debates de género, la inmigración, las armas, o todo el conjunto de cuestiones del derecho a la vida, la voz católica se está quedando cada vez más callada justo cuando no debería ser así. Los esfuerzos positivos de compromiso, desde los sínodos hasta los avivamientos eucarísticos, también necesitan medios para informar y movilizar a los fieles.
El periodismo católico está en crisis, pero crisis significa siempre oportunidades. Algunas diócesis están cerrando sus medios de comunicación, pero otras están invirtiendo más en sus esfuerzos multimedia.
Las organizaciones independientes pero afiliadas a la Iglesia también están invirtiendo más en la recopilación de noticias. Por ejemplo, Our Sunday Visitor dio un paso al frente para llenar el vacío dejado por el cierre de las oficinas nacionales de Catholic News Service -- una decisión tomada por los obispos.
En este Día Mundial de las Comunicaciones, vale la pena saludar a aquellos esfuerzos de noticias diocesanas que continúan haciendo su trabajo a pesar de la disminución del personal y de los recursos. Se esfuerzan por ser la voz y los oídos de la iglesia local, ayudándonos a todos a estar más informados y mejor formados.