Bioeticistas católicos: Etapa final de vida es un tiempo de acompañamiento, discernimiento, y respeto a la dignidad humana
Por Gina Christian
(OSV News) -- El acompañamiento, el discernimiento, y el respeto por la dignidad humana otorgada por Dios son fundamentales para la enseñanza de la Iglesia sobre temas relacionados con la etapa final de la vida, manifestaron varios bioeticistas católicos a OSV News, luego de que se generara confusión ante los comentarios recientes sobre el suicidio asistido por parte del arzobispo Vincenzo Paglia, quien es presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
"Realmente (esto) se relaciona con nuestra creencia en la dignidad de la persona humana", declaró Joseph Meaney, presidente del Centro Nacional Católico de Bioética (o NCBC, por sus siglas en inglés), situado en Broomall, Pensilvania. "No importa cuán frágil, enferma, o cuanto esté sufriendo una persona, ellos tienen la misma dignidad y valor, y no deben ser desechados".
Hablando en el Festival Internacional de Periodismo en Perugia, Italia, el 19 de abril, el Arzobispo Paglia sostuvo que "no se puede excluir que en nuestra sociedad sea factible una mediación legal que permita el suicidio asistido en condiciones especificadas" por una sentencia del tribunal constitucional italiano de 2019.
El arzobispo enfatizó que aunque, "en lo personal, él no practicaría el suicidio asistido", entiende que "la mediación judicial puede constituir el mayor bien común, concretamente posible en las condiciones en las que nos encontramos".
El 24 de abril, la Oficina de Prensa de la Pontificia Academia para la Vida emitió un comunicado para contrarrestar lo que llamó "interpretaciones incorrectas" de las palabras del Arzobispo Paglia sobre el suicidio asistido, que se habían pronunciado "sin un desarrollo completo" de los detalles de la decisión del tribunal italiano.
"El arzobispo Paglia . . . en plena conformidad con el magisterio de la Iglesia, reafirma su 'no' a la eutanasia y al suicidio asistido", expresa el comunicado. "A nivel científico y cultural, el arzobispo Paglia siempre ha defendido la necesidad del acompañamiento de los enfermos en la fase final de la vida, utilizando cuidados paliativos y una atención personal amorosa, para garantizar que nadie quede solo frente a la enfermedad y el sufrimiento -- y decisiones difíciles -- que trae (la etapa) final de la vida".
Este incidente puede utilizarse como un momento de enseñanza para los católicos sobre cómo la Iglesia ve la etapa final de la vida y el significado teológico de la muerte misma, dijeron católicos expertos en temas del final de la vida cuando fueron consultados por OSV News.
La Iglesia Católica enseña que la muerte -- que es la separación del alma del cuerpo -- es "el fin de la vida terrenal", y entró en el mundo como "consecuencia del pecado", según el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1007-1008 ).
Al mismo tiempo, el Catecismo enseña que "la muerte cristiana tiene un sentido positivo", ya que, para el creyente, esta conduce a la vida eterna en Cristo (n. 1010). Por lo tanto, el Catecismo explica que el suicidio, el suicidio asistido, y la eutanasia son moralmente inaceptables, ya que "Dios sigue siendo el Dueño soberano de la vida" (n. 2276-2283).
Sin embargo, "la Iglesia no enseña, en absoluto, que uno deba aspirar a una vida lo más larga posible", lo que "puede ser una forma de idolatría", dijo Charles Camosy, profesor de humanidades médicas en la Facultad de Medicina de la Universidad de Creighton, situada en Omaha, Nebraska.
"Hay tratamientos que quizás no queramos, que se consideran tratamientos 'excesivos' que realmente no ayudan al paciente a abordar la complejidad . . . al final de la vida", agregó el padre Jesuita Andrea Vicini, profesor de bioética y director del Departamento de Teología en Boston College, citando el Catecismo (n. 2278).
Determinar la diferencia entre la atención "ordinaria" y "extraordinaria" en casos de personas que se encuentran en la etapa final de su vida es esencial, afirmó Meaney. El NCBC brinda consultas de bioética de emergencia las 24 horas del día a través de su línea directa (215-877-2660), así como una guía católica sobre temas relacionados con el final de la vida, disponible tanto en inglés como en español.
La atención ordinaria consiste en lo que "las personas deben recibir" en medio de la enfermedad, como "nutrición e hidratación, analgésicos normales, medicamentos ordinarios para los problemas que deben aliviarse", explicó Meaney.
Señaló que el entendimiento de la Iglesia de los temas de la nutrición y la hidratación como atención ordinaria o extraordinaria -- que a menudo ha provocado un "gran debate", y que inclusive llevó a San Juan Pablo II a tomar una "posición muy fuerte sobre ambos como atención ordinaria" -- ha "sido refinado un poco".
"Si una persona está en proceso de morir, y está claro que no se va a morir por desnutrición o deshidratación, realmente no se requerirá que le pongan una sonda de alimentación o una vía intravenosa", dijo Meaney.
En algunas circunstancias, "es posible que las personas no puedan beneficiarse de la nutrición o la hidratación", dijo Meaney, citando la insuficiencia renal e intestinal como ejemplos en los que "poner agua y alimentos causaría dolor".
Estos escenarios ayudan a ilustrar lo que constituye una atención extraordinaria, "donde la carga supera el beneficio", que involucra procedimientos que son experimentales y peligrosos "con pocas posibilidades de éxito", acotó.
La enseñanza de la Iglesia enfatiza que la intención es una consideración crítica en el cuidado al final de la vida, explicaron Camosy, Meaney, y el padre Vicini.
"La vida de los mártires y del mismo Cristo indican que se puede actuar de tal manera que se anticipe, pero no se incite, su muerte", expresó Camosy. "Existe una larga tradición en el cuidado de la salud católica y la bioética de distinguir entre la eutanasia, cuando se pretende la muerte, y la eliminación o renuncia a medios extraordinarios de tratamiento, donde no se pretende la muerte".
La enseñanza de la Iglesia también especifica que los pacientes deben tomar decisiones con respecto a la atención extraordinaria si son competentes; en caso contrario, la responsabilidad recae en quienes legalmente están facultados para ello, velando por que se respeten la "razonable voluntad y los legítimos intereses" del paciente, según el Catecismo (n. 2278).
"Claro que el paciente no decide sobre acabar con su propia vida, eso se entiende", dijo el padre Vicini, quien también es médico.
Si bien los defensores del suicidio asistido pregonan su preocupación por la autonomía del paciente, "muy a menudo ... la persona que 'elige' morir está siendo explícita o estructuralmente coaccionada", dijo Camosy, señalando las políticas de salud pública de Canadá que han generado preocupación sobre "los pobres y discapacitados" siendo sometidos a la eutanasia.
En cambio, la Iglesia busca acompañar al paciente, brindándole cuidados paliativos y apoyo espiritual, indicó el Padre Vicini.
"Cuidados paliativos se refiere a que usamos todo lo disponible para promover el cuidado del paciente", acotó. "Decimos 'sí' a la reducción del dolor, hacemos los tratamientos debidos, ya que el paciente está sufriendo".
Fundamentalmente, agregó, "damos analgésicos para reducir el dolor, no para reducir la vida del paciente" al comprometer las capacidades respiratorias y cardíacas del cuerpo.
El padre Vicini también dijo que los problemas relacionados con la etapa final de la vida deberían impulsar a los fieles a trabajar para ampliar el acceso a la atención médica y a "reflexionar críticamente sobre lo que enferma a las personas, (ya que) descubriremos que la raza, el estatus social y económico juegan un papel muy importante".
Meaney dijo que él y sus colegas enfatizan "el estado espiritual de la persona" en sus consultas, preguntando si "ha recibido los sacramentos, reconciliado con la familia (y) preparado para la muerte".
El sufrimiento en los últimos días de uno, dijo, "no es algo insignificante, si realmente lo ofrecemos y lo usamos para el bien espiritual . . . gracias al sufrimiento de Cristo en la cruz".
La Iglesia nos invita a "terminar nuestra vida de una manera diferente, no aferrándonos a todo, sino a darnos cuenta de que en un momento debemos soltar", dijo el padre Vicini. "Con acompañamiento y apoyo, podemos hacerlo de la mejor manera posible, y podemos encontrar a Cristo cuando estamos experimentando sufrimiento en el final de nuestras vidas. Vemos en Jesús un ejemplo y un compañero".