En el momento álgido de la gran migración desde Europa, hace 109 años, la Iglesia estableció universalmente un domingo en el que podemos celebrar el fenómeno de la migración. Pero, ¿es la migración algo que celebrar o algo que comprender y conmemorar?
El tema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado de este año, elegido por el Santo Padre, el Papa Francisco, es "Libres de elegir si migrar o quedarse." Este tema arroja una luz sobre las causas profundas que impulsan la migración y que deben ser comprendidas por los cristianos concienzudos. Esperamos que la celebración de este año nos ayude a comprender por qué emigran las personas y cómo podemos ayudarlas.
Este año, el 24 de septiembre es el domingo elegido para esta celebración, ya que ese día culmina la Semana Nacional de la Migración. Es un momento en el que se nos pide que reflexionemos no sólo sobre lo espiritual, sino también sobre el fenómeno sociológico de la migración.
Hay muchas teorías sobre por qué emigra la gente. Quizá la más sencilla de entender sea la conocida como teoría de "empuje y atracción" de la migración, que describe las fuerzas que animan a la gente a emigrar en los países emisores, así como ciertas fuerzas que atraen en los países receptores.
Aunque estos factores interactúan entre sí, no podemos olvidar el factor humano. Las personas emigran no porque sean empujadas y atraídas como los imanes de una fuente de atracción a otra. Más bien, tienen que sopesar los riesgos de emigrar frente a los de permanecer en su país de origen, donde pueden enfrentarse a la pobreza y la violencia. También hay decisiones humanas tortuosas que se toman durante cada viaje migratorio. Rara vez se trata de una decisión improvisada, sino de una decisión que exige mucho examen de conciencia y oración.
La clave de nuestra comprensión sobre el fenómeno de la migración es la libertad necesaria para las buenas decisiones humanas. Ojalá que las personas no se vean obligadas a abandonar su país de origen debido a la persecución, sino que puedan tomar libremente la decisión de marcharse en busca de mejores condiciones de vida o de reunificación familiar. Si todas las cosas fueran iguales en el mundo, la mayoría de la gente decidiría quedarse en su país de origen. Por desgracia, es la desigualdad la que a veces obliga a las personas a tomar decisiones difíciles.
Este año, también conmemoramos el 20º aniversario de una carta pastoral conjunta entre los obispos de Estados Unidos y México titulada “Juntos en el Camino de la Esperanza Ya No Somos Extranjeros” (Strangers No Longer: Together on the Journey of Hope”). Yo era presidente del Comité de Migración de la USCCB cuando publicamos esta declaración, para la que tuvimos que obtener el permiso de la Santa Sede, ya que es bastante raro que dos conferencias episcopales se unan en una carta pastoral.
Ciertamente, en 2003 estaba claro que la mayor parte de la migración a Estados Unidos procedía de México, y que gran parte de esa migración era irregular, o indocumentada. Era necesario que los obispos de ambos países se unieran en solidaridad para dar una carta pastoral a nuestra gente. La carta sigue siendo muy pertinente y acertada, ya que la migración entre nuestras naciones ha cambiado muy poco.
¿Por qué celebrar la migración? Lo hacemos porque es una de las decisiones más libres que puede tomar un ser humano. Si Abraham no hubiera emigrado de Ur de los Caldeos, no se habría establecido una nueva fe en el Dios único. Si Jesús no hubiera emigrado a Egipto con María y José, no se habría celebrado la redención.
Cuando miramos el Evangelio de Mateo en el capítulo 25, encontramos al Señor dando claramente criterios definidos sobre los que algún día todos seremos juzgados, especialmente cuando nos pregunte: ¿Han acogido al extranjero?
Cada migrante es un extranjero en una nueva tierra, y el grado de acogida que ofrezcamos será el grado por el que seremos juzgados. Se nos anima a aprovechar esta Semana Nacional de la Migración y la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado como una oportunidad para profundizar en nuestra comprensión de los complejos problemas que impulsan la migración forzosa, y para renovar nuestro compromiso con la construcción de un mundo más justo e inclusivo.