LISBOA, Portugal (CNS) – Tras decir "no me están funcionando" los anteojos, el Papa Francisco dejó de lado su texto preparado y dijo a los representantes de las organizaciones benéficas portuguesas que hicieran su amor "concreto" y dejaran una huella en el mundo con sus vidas.
"Son muchas las cosas que quisiera decirles ahora", dijo el Papa Francisco con una sonrisa en una parroquia del barrio de Serafina, en las afueras de Lisboa, el 4 de agosto, pero "no puedo leer bien" y no quiero "forzar la vista y leer mal". Así que, dijo, "sólo quiero detenerme ya en algo que no está escrito pero que está en el espíritu de este (texto): lo concreto".
"No hay amor abstracto, no existe", dijo el Papa. "El amor concreto, ese que se ensucia las manos".
El Papa Francisco instó a los trabajadores de la caridad a preguntarse: "El amor que yo siento, ¿es concreto o abstracto?"
"Cuando doy la mano a una persona necesitada, a un enfermo, a un marginado, después de dar la mano ¿hago así enseguida, para que no se me contagie?" preguntó mientras restregaba su mano contra la sotana haciendo un gesto de limpiarse las manos. "¿Le tengo asco a la pobreza?".
Antes de hablar, el Papa escuchó a representantes de organizaciones benéficas portuguesas, entre ellas una asociación que atiende a las familias de niños con cáncer y otra que trabaja con jóvenes en situación de riesgo, hablar del impacto que han tenido en las personas a las que atienden.
"No podría existir una Jornada Mundial de la Juventud sin tener en cuenta esta realidad", dijo el Papa Francisco a los trabajadores de la caridad en el tercer día de su viaje a Portugal para participar en el encuentro internacional de jóvenes.
Todos los que se dedican a la caridad, dijo, se mantienen jóvenes, porque al "ensuciarse las manos, por tocar la realidad y la miseria de los demás, están generando inspiración, están generando vida".
"No se desanimen", les dijo el Papa. "Y si se desaniman, tomen un vaso de agua y sigan para adelante", dijo entre risas de la multitud.
Tras su discurso, el Papa se acercó a saludar al coro de niños reunidos junto a él en el escenario, y fue recibido con tímidos saludos de los niños que decían "Olá", "hola" en portugués. El Papa Francisco les enseñó a saludar en italiano y se llevó la mano a la oreja para que le repitieran en voz alta: "¡Ciao!".
Utilizando una silla de ruedas, el Papa se dirigió a continuación a la iglesia parroquial, donde saludó a niños, jóvenes y varios ancianos que le sonreían desde sus propias sillas de ruedas.
De regreso a la nunciatura vaticana donde se aloja en Lisboa, el Papa Francisco se reunió con una delegación del Centro de Diálogo Internacional KAICIID, acompañada por el cardenal Miguel Ángel Ayuso Guixot, prefecto del Dicasterio para el Diálogo Interreligioso.
El centro, que tiene su sede en Lisboa, se creó a partir de la necesidad de un mayor diálogo interreligioso identificada en un encuentro entre el Papa Benedicto XVI y el Rey Abdullah de Arabia Saudí en 2007. El Vaticano dijo que el Papa Francisco discutió "el valor de la fraternidad y el diálogo" con la delegación y señaló el "peligro del proselitismo".
Inmediatamente puso en práctica esos principios, reuniéndose también con el príncipe Rahim Aga Khan, figura prominente de la comunidad musulmana isma'ili -- una rama del islam chií -- y con un grupo que representa a diferentes profesiones de fe y denominaciones cristianas que trabajan en iniciativas ecuménicas e interreligiosas en Portugal.