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February 1, 2023Por Cindy Wooden, Catholic News Service
KINSHASA, Congo (CNS) -- En un país donde la mayoría de la gente es cristiana y todos sufren a causa de décadas de violencia y atrocidades, el Papa Francisco les dijo a los congoleses que dejen de lado las armas y el rencor.
"Esto es lo que Cristo desea: ungirnos con su perdón para darnos la paz y el valor de poder también nosotros perdonar; el valor de realizar una gran amnistía del corazón", dijo el papa en su homilía del 1 de febrero, durante una Misa en el vasto campo del aeropuerto de Ndolo en Kinshasa.
Las autoridades congoleñas dijeron que más de 1 millón de personas asistieron a la misa. Llegaron cuando el sol comenzaba a salir, vestidos y con canastas de comida. Cantaron, bailaron y rezaron mientras esperaban al Santo Padre.
Muchos en la multitud, especialmente las mujeres, usaron vestidos de algodón con tela estampada específicamente para la visita papal. Una versión presentaba el rostro del papa con una mitra. El otro estampado, con un diseño más abstracto, tenía el logo del viaje papal y el lema -- "Todos reconciliados en Jesús" -- escrito en francés, kituba, lingala y swahili.
En su homilía, el Papa Francisco habló sobre el dolor y el sufrimiento del pueblo congolés, pero la mayoría de las personas en la multitud, como el Padre Slyvain, que se apresuraba a ocupar su lugar entre los concelebrantes, dijeron que la alegría de la visita del papa su país era todo lo que les importaba esa mañana.
La liturgia misma se prestaba a la sensación de alegría. En su mayor parte, siguió lo que comúnmente se llama el Rito Zaireano, utilizando el "Misal Romano para la Diócesis de Zaire", el antiguo nombre de Congo.
El misal incorpora la música congoleña y la danza rítmica, da un espacio importante a la letanía de los santos y de los antepasados llenos de fe, y el rito penitencial y el intercambio de paz se desarrollan juntos después de la homilía y antes del ofertorio.
El Evangelio de la Misa fue el relato de San Juan de la aparición de Jesús a los discípulos después de la resurrección y diciéndoles: "La paz sea con vosotros".
El Papa Francisco señaló cómo cuando Jesús resucitado se apareció a los discípulos, no fingió que no había sucedido nada traumático. De hecho, "Jesús les mostró sus heridas".
"El perdón nace de las heridas", les dijo el papa. "Nace cuando las heridas sufridas no dejan cicatrices de odio, sino que se convierten en un lugar para hacer sitio a los demás y acoger sus debilidades".
Jesús "conoce tus heridas, conoce las heridas de tu país, de tu gente, de tu tierra", expresó el papa. "Son heridas que queman, continuamente infectadas por el odio y la violencia, mientras que la medicina de la justicia y el bálsamo de la esperanza parecen no llegar nunca".
El primer paso hacia la sanación, dijo el papa, debe ser pedirle a Dios el perdón y la fortaleza para perdonar a los demás. Es la única manera de aligerar la carga del dolor y domar el deseo de venganza.
A cada cristiano congolés que se ha involucrado en la violencia, "el Señor le dice: Deja las armas, abraza la misericordia'", dijo el papa. "Y a todos los lastimados y oprimidos de este pueblo les dice: 'No teman poner sus heridas en las mías, sus llagas en mis llagas'".
El Papa Francisco pidió a las personas en la Misa que sacaran sus crucifijos de sus collares o de sus bolsillos, "tómenlo entre sus manos y sosténganlo cerca de su corazón, para compartir sus llagas con las de Jesús".
"Entonces", continuó, "cuando regresen a casa, tomen el crucifijo que tienen (colgado en la pared) y abrácenlo. Démosle a Cristo la oportunidad de sanar nuestros corazones; pongamos en Él el pasado, todos los miedos y ansiedades".
Otra cosa, dijo, "¿Y si escribieran en sus habitaciones, en sus ropas, fuera de sus casas, esas palabras: La paz esté con ustedes? Muéstrenlas, serán una profecía para el país, serán la bendición del Señor sobre aquellos que encuentren".
Los cristianos están llamados a ser "misioneros de la paz", expresó el Papa Francisco. Están llamados a ser testigos del amor de Dios a todos los hombres, no preocupados "de sus propios derechos, sino de los del Evangelio, que son la fraternidad, el amor y el perdón".