CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- Encontrar mejores maneras de vivir "como Jesús lo hizo" -- tendiendo la mano, acogiendo, sanando e incluyendo a otros -- fue el enfoque de las discusiones en pequeños grupos en los que participó la hermana Liliana Franco Echeverri el 9 y 10 de octubre en la asamblea del Sínodo de los Obispos, dijo ella.
La hermana Franco, religiosa colombiana de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora y presidenta de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos/as, o CLAR, y el cardenal Joseph W. Tobin de Newark, Nueva Jersey, informaron a los periodistas el 10 de octubre sobre el trabajo del sínodo en varios aspectos del tema "comunión".
El grupo de la hermana Franco habló de cómo "el servicio de la caridad y el compromiso con la justicia y el cuidado de nuestra casa común alimentan la comunión", mientras que el grupo del cardenal Tobin se centró en la acogida y el acompañamiento de las personas que se sienten excluidas de la Iglesia. Bajo el lema de la comunión con Dios y con los demás, en la Iglesia y en el mundo, otros grupos abordaron el ecumenismo, la valoración de la diversidad cultural, lingüística y racial de la Iglesia y el diálogo interreligioso.
"Hay un deseo de realmente poder vivir al modo de Jesús, que humaniza, levanta, incluye, posibilita que el otro sea en la totalidad de su dignidad", dijo la hermana Franco. Vivir como Jesús llama a la Iglesia a ser "profética" en la denuncia de la injusticia y la explotación que atentan contra la dignidad humana y excluyen de la sociedad a personas como los pobres, los migrantes y las víctimas de la trata de seres humanos, afirmó.
Dada la norma del sínodo de que las conversaciones y discursos son confidenciales, el cardenal Tobin fue menos específico sobre el debate en su pequeño grupo.
Como superior general y luego como obispo, el cardenal dijo que había asistido a seis sínodos anteriores, y éste es "el sínodo más diverso en el que he participado". Al mismo tiempo, dijo, muchas de las preguntas, preocupaciones y esperanzas expresadas por los católicos de diferentes países y regiones del mundo son notablemente similares.
"Estamos hablando de cosas que oímos en nuestras propias diócesis", dijo. "Eso es lo que hace la Iglesia: escuchar".
"Creemos en un Dios que se hizo de carne y hueso, como el resto de nosotros, que no se quedó en algún aislamiento celestial", dijo. "Por tanto, la Iglesia siempre tiene que preocuparse de los asuntos de carne y hueso".
Entre las preguntas sobre las que se pidió al grupo del cardenal Tobin que reflexionara figuraba la acogida de los excluidos, proclamando al mismo tiempo "la plenitud de la verdad evangélica".
La cuestión del acercamiento a quienes sienten que "no están en casa en la Iglesia católica", incluidos los miembros de la comunidad LGBTQ, se planteó repetidamente en las sesiones de escucha de la Arquidiócesis de Newark y estuvo presente en tantos informes al sínodo que se incluyó en el documento de trabajo de la asamblea, dijo.
La arquidiócesis, dijo, tiene "posiblemente la catedral más hermosa de Norteamérica y es metro y medio más larga que la de San Patricio en Nueva York", pero -- citando a uno de sus obispos auxiliares -- "es más hermosa cuando las puertas están abiertas".
"Y así, creo que la verdadera belleza de nuestra Iglesia Católica es evidente cuando las puertas están abiertas y son acogedoras", dijo. "Y es mi esperanza que el sínodo nos ayude a hacer eso de una manera aún más significativa".
La hermana Franco dijo que los miembros de la asamblea tienen "los pies en la tierra", mirando con honestidad la realidad de "un mundo en el que hay xenofobias, nacionalismos excluyentes, líderes empeñados en construir fronteras".
"Y en un mundo así, nuestro mundo, nuestra opción como Iglesia será la fraternidad, es la opción por la sinodalidad, es el compromiso por entender que todos somos hermanos y hermanas", dijo. "Y en un mundo y en una Iglesia donde nos vemos como hermanos y hermanas, hay sitio para todos".
Cuando se les preguntó, tanto el cardenal Tobin como la hermana Franco insistieron en que los miembros del sínodo eran libres de decir lo que pensaban y que las preocupaciones enumeradas en el documento de trabajo del sínodo eran las que surgieron de las sesiones de escucha a nivel parroquial, diocesano, nacional y continental.
Los informes de cada pequeño grupo para cada sección de la asamblea sinodal se entregarán a un comité encargado de redactar una síntesis; los miembros del sínodo tendrán la oportunidad de enmendarla y votar si refleja sus debates.
Al final, que será después de la segunda asamblea en octubre de 2024, señaló el cardenal Tobin, el Papa Francisco determinará qué y cómo promulgar las conclusiones del sínodo.
"Antes de dejar la arquidiócesis, alguien me hizo una pregunta sobre el discernimiento", dijo el cardenal. "Y yo dije, bueno, se puede declinar el verbo 'discernir' de esta manera en el contexto del sínodo: Yo discierno. Tú disciernes. Él decide".