“Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada y fielmente vivida” (Juan Pablo II)
Mi nombre es Rocio Zamora, soy inmigrante y ministra eclesial laica en la Diócesis de Tucson y me encuentro cursando mi segundo año en la Maestría en Estudios Pastorales Bilingües en el Instituto de Estudios Pastorales de la Universidad de Loyola Chicago.
En este artículo, tengo un especial interés en compartir con todos ustedes, los beneficios de trabajar en la integración de los diferentes grupos étnicos y culturas que albergamos en nuestras parroquias, es decir en desarrollar capacidades multiculturales entre los agentes pastorales y ministerios de las parroquias como un proceso que promueva una cultura de acogida y unión por medio de la construcción de puentes en nuestras iglesias compartidas.
De manera particular, quiero hacer énfasis, en la necesidad y gran importancia que tiene este proceso de adaptación/ integración cultural en los jóvenes de nuestras parroquias en los Estados Unidos, resaltando como cuando los jóvenes no experimentan este proceso, su desarrollo y maduración psicológica y emocional pueden ser afectados de manera negativa. Por otro lado, resalto el gran beneficio que puede tener en aquellos jóvenes en su desarrollo, autoestima y resiliencia cuando pasan por este proceso de adaptación de ser bilingües y biculturales.