WASHINGTON (CNS) -- Aunque solo una minoría de votantes hispanos votó por Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre, el tamaño de esa minoría fue mayor de lo que se había predicho. Esto sugiere que el voto hispano no era certero para la victoria demócrata.
"Mucha gente se está dando cuenta de que no podemos ver a los latinos como un monolito", dijo Alejandra Molina, una de las cuatro panelistas que participaron en un foro en línea el 1 de diciembre, "Latinos, jóvenes y las elecciones de 2020: ¿Qué pasó? ¿Por qué? ¿Y ahora?" Este foro fue presentado por la Iniciativa sobre Pensamiento Social Católico y Vida Pública de la Universidad de Georgetown.
"Crecí en el Sur de California", manifestó Molina, corresponsal nacional de Religion News Service que asiste a una parroquia jesuita en Los Ángeles. "La comunidad mexicana es muy diferente a los centroamericanos, los salvadoreños, los guatemaltecos", agregó, "y los latinos de California son diferentes a los latinos de Texas y los latinos de Florida".
En entrevistas con votantes hispanos, "su fe surgió mucho", expresó Molina. "El aborto es muy importante para muchos votantes católicos latinos". Además, "los latinos aún relacionan las deportaciones masivas con (el ex presidente Barack) Obama y (el presidente electo Joe) Biden, y no con Trump".
Los defensores de la inmigración a menudo calificaban a Obama como el "jefe deportador" por su política de inmigración.
"La gente le dio crédito a Donald Trump por eso (aumentos salariales)", acotó Tim Carney, un católico que es miembro visitante del American Enterprise Institute. "La economía de la era Trump en realidad generó más crecimiento salarial para la clase trabajadora que lo que habían visto antes", agregó Carney. También señaló que, en el Valle del Río Grande de Texas — un lugar donde se vio una importante mejora en votos para Trump entre hispanos — "los principales empleadores contratan a muchos hispanos".
Carney hizo eco de la teoría de Molina sobre el mito del monolito hispano. "Es como si yo fuera al oeste de Pensilvania y hablara con ex mineros del carbón y con los hijos de mineros siderúrgicos, y luego iría a Chevy Chase, Maryland (un suburbio adinerado de Washington). Si tuviera que hablar con todos ellos como votantes blancos y como un solo grupo, nos reiríamos mucho", dijo.
Ha sido más fácil agrupar a las minorías, expresó Carney, pero dijo que esperaba que "esta elección ponga fin a eso" debido a "la gran cobertura" que ha habido sobre las distinciones entre los grupos latinos.
Una de las razones por las que las respuestas sobre el voto hispano aún son esquivas es la pandemia de coronavirus. "No hemos podido viajar tanto", dijo Sarah Pulliam Bailey, reportera de religión para el Washington Post. "No pudimos llegar a algunas de estas comunidades".
Bailey señaló que a Trump le fue bastante bien en el grupo de edad de 36 a 44 años, posiblemente a través de líneas étnicas. "Estas son personas que probablemente tienen hijos, están un poco más establecidas en sus carreras", manifestó.
"Todavía tenemos que descubrir todos los impactos duraderos" del COVID-19 y de la cuarentena, agregó Bailey. La pandemia obligó al cierre de escuelas. "Quizás los latinos querían que volvieran a abrir", dijo, "quizás son incluso más favorables a Trump que sus padres".
Jeanne Lewis, una católica que es vicepresidenta y directora de participación en el Comité Nacional para la Filantropía Responsable, dijo que los jóvenes quieren dejar una marca en el mundo y esperan lo mismo de sus funcionarios electos.
"¿Puedes llegar a la gente directamente?" Esa es la pregunta que se le debe hacer a cualquier candidato, expresó Lewis, quien hizo una propuesta fallida este otoño como independiente para uno de los dos escaños generales en el Consejo del Distrito de Columbia. También es miembro de la junta de Faith in Public Life.
"Los pastores o líderes tienen influencia, pero creo que los jóvenes, debido a nuestra facilidad para acceder a información en una variedad de lugares," como Instagram y Twitter, entre otros, "esperan una respuesta profesional, de lo contrario 'No me importó o no estaba interesada'", explicó Lewis. Para ellos, agregó, "esa era una forma legítima de ponerse en contacto con un candidato".
Durante las protestas diarias de Black Lives Matter cerca de la Casa Blanca este verano, Lewis dijo: "Vi a jóvenes en D.C. empujando los límites de la raza e impulsando una agenda realmente progresista".
Carney también había estado en esas protestas en la renombrada Black Lives Matter Plaza al norte de la mansión ejecutiva. En un momento en que las iglesias católicas aún no podían celebrar misas públicamente, "era la primera vez que estaba junto a otras personas en meses", señaló.
"Había un elemento religioso y espiritual en muchas cosas de Black Lives Matter", que los conservadores "a veces decían en un tono despectivo", expuso Carney.
Habló de una alienación gemela. "Nos estamos volviendo simultáneamente sobre centralizados e hiperindividualistas. No tenemos algo a lo que pertenecer", indicó Carney, y agregó que a los manifestantes "no les importa la regulación de Wall Street, sino la falta de poder político. Y esa falta proviene de no pertenecer". Lo que buscaban los manifestantes, añadió, era "dar forma al mundo que los rodea y no sentirse impotentes".
Pero lo que condenó las esperanzas de reelección de Trump, según Carney, fue que "una gran parte de la población blanca no se sentía conectada".