(OSV News) -- Desde las semanas anteriores al 12 de mayo, cuando expiró la medida de salud del Título 42 y entró nuevamente en vigencia el Título 8, medios de comunicación han reportado que albergues y organizaciones, tanto en la frontera sur de los Estados Unidos como en las ciudades de tránsito, no dan abasto para atender la cantidad de migrantes que buscan llegar a suelo estadounidense.
Según informó Raul Ortiz, jefe de la Patrulla Fronteriza, a través de su cuenta de Twitter el 12 de mayo, la agencia detuvo a 67,759 personas en la semana previa, casi el doble de los detenidos en una semana en abril. Sin embargo, las cifras reportadas los días posteriores al fin del Título 42 reflejaron que los cruces no autorizados estaban disminuyendo. Las predicciones de caos ante una oleada de migrantes tratando de entrar a EE.UU. a partir del 12 de mayo no se materializaron.
Aún así, la situación en los albergues al sur de la frontera refleja una profunda necesidad, dicen los defensores de los migrantes. Y es que a los que ya se encontraban en espera de resolver sus solicitudes de asilo o de cruzar a los Estados Unidos, se suman los miles de migrantes que día por día continuarán en su travesía persiguiendo el mismo objetivo.
El padre Patrick Murphy, de la congregación Misioneros de San Carlos - Scalabrinianos, es el director de la Casa del Migrante en Tijuana, México, desde hace 10 años. Él habló con OSV News el 16 de mayo sobre cómo se vive por estos días la situación en esta región que comparte frontera con San Diego, California.
"Tenemos un mes en que hemos tenido aumentos -- de migrantes -- y aquí en la casa ya estamos a tope", asegura el religioso, quien explicó que este albergue tiene un cupo máximo de 140 a 150 migrantes. "Muchos no saben que (la solicitud de asilo) tiene que ser por la aplicación -- CBP One -- y tratan de meterse y aplicar por asilo, pero muchos no saben el proceso".
Una de las cosas que preocupan, agregó, es que muchos llegan después de recibir información errónea "de algunos coyotes en el camino o de su pueblo", y piensan que todo el mundo va a tener asilo. "La verdad es que antes de la pandemia era un porcentaje muy mínimo el que obtenía asilo, un 5% máximo, entonces esto no va a cambiar", dijo el padre Murphy. "Uno de los castigos ahora es que van a deportar gente con un cargo que no pueden solicitar asilo por cinco años y (mucha) gente no lo sabe".
Con el fin del Título 42, la política de inmigración de EE.UU. pasa a un conjunto de leyes conocido como Título 8, que forma parte del código estadounidense que aborda la ley de inmigración. Aunque este código -- a diferencia del Título 42 -- permite la posibilidad de presentar peticiones de asilo por medio de un proceso de entrada regular, también conllevan penas más severas para los migrantes que son detenidos cruzando la frontera ilegalmente, incluida la posibilidad de una prohibición de entrada a EE.UU. de cinco años para los migrantes que son deportados, así como enjuiciamiento.
El Título 42 se implementó en marzo de 2020 con la pandemia del coronavirus, permitiendo a Estados Unidos expulsar a los no ciudadanos de vuelta a México o a sus países de origen. La política siguió en vigor mucho después de que la frontera se abriera al tráfico comercial y turístico, e impidió que muchos migrantes presentaran solicitudes de asilo y, en muchos casos, había obligado a la gente a regresar a situaciones donde estaban expuestos a peligros. Los obispos estadounidenses y otros defensores católicos de migración han criticado el uso del Título 42 por las administraciones de Trump y Biden.
Nuevas normas recientemente concretadas por la administración Biden limitan severamente el asilo para aquellos que llegan a la frontera entre Estados Unidos y México sin primero presentar una solicitud en línea o buscar protección en un país por el que pasaron. Bajo Título 8, los procesos de expulsión acelerada han sido ampliados y se espera que las personas sean procesadas rápidamente.
El pasado 12 de mayo la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) instaron, en un comunicado de prensa conjunto, "a adoptar un enfoque colaborativo para una mejor respuesta a los movimientos mixtos de refugiados y migrantes en las Américas".
"Las restricciones que obstaculizan el ejercicio del derecho humano fundamental a solicitar asilo son inaceptables y contrarias a las obligaciones internacionales de los Estados. La nueva norma adoptada por el Gobierno estadounidense que restringe el acceso para los solicitantes de asilo que llegan de manera irregular, tras transitar por otro país, es incompatible con los principios del derecho internacional de los refugiados", afirmó la misiva.
"Ana" -- nombre ficticio para proteger su identidad -- quien se vio obligada a huir de la violencia hacia Estados Unidos -- compartió su testimonio con Catholic Relief Services-CRS mientras se encontraba en uno de los albergues apoyados por esta agencia. "Me pasaron cosas que hasta pena me da contarlas. Me preocupa que a mis hijos les pueda pasar algo malo", dijo esta mexicana quien huyó del estado de Guerrero, México, tras sufrir la violenta muerte de familiares cercanos a manos del crimen organizado.
OSV News habló con Miguel Meza, oficial de proyectos de inmigración de CRS, sobre los retos que enfrenta la población migrante desde el pasado 12 de mayo. Meza y su equipo coordinan los esfuerzos entre CRS y aliados locales en 26 albergues ubicados en México y Guatemala.
"Desafortunadamente toda la semana pasada se vivió una situación de demasiada desinformación en donde la gente no sabía cuáles eran las repercusiones reales del fin del Título 42 y del retorno del Título 8", dijo. "Muchos grupos en redes sociales que utilizan las personas migrantes, en donde eran confundidas con mucha información falsa de tipo ‘apúrense para llegar, porque si no la frontera se va a cerrar’".
Los rumores e información falsa provocaron movimientos hacia la frontera, según los defensores de los migrantes. "La semana pasada fue bastante difícil, teníamos muchos grupos de población de migrantes en los albergues ya saturados, otros en los espacios públicos saturados también y un grupo entre los dos muros de la frontera", dijo Meza.
Por otro lado, explicó Meza, en la región fronteriza de Ciudad Juárez con El Paso, Texas, "la situación es todavía más compleja porque desde hace un par de meses notamos que también hay una saturación de espacios del lado de El Paso".
Melissa López, directora ejecutiva de Servicios Diocesanos para Migrantes y Refugiados en El Paso, Texas, dijo el 12 de mayo a la agencia de noticias AP que muchos migrantes han estado dispuestos a seguir el camino legal creado por el gobierno estadounidense, pero que también existía el temor a la deportación y a posibles sanciones penales para quienes cruzan la frontera sin autorización legal.
Este mismo reporte noticioso de AP cita a Ruben Garcia, director del albergue Annunciation House en El Paso, diciendo que teme que migrantes que atraviesan México puedan ser llevados por traficantes de personas lejos de las ciudades con infraestructuras humanitarias y hacia zonas desoladas de la frontera. Él agregó que miles de migrantes estaban pasando por dos centros de procesamiento de migración en El Paso y que había incertidumbre acerca de deportaciones y liberaciones monitoreadas.
"México ha firmado unos entendimientos con el gobierno americano para aceptar 30,000 personas deportadas no mexicanas," dijo Meza, refiriéndose a la medida por la cual México decidió aceptar a 30,000 migrantes cubanos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos que sean rechazados por el gobierno estadounidense. (Por medio de un programa de parole humanitario, Estados Unidos ha dicho aceptaría hasta 30,000 migrantes de esos países al mes siempre y cuando ellos apliquen en línea previamente, tengan patrocinadores en Estados Unidos y pasen una verificación de antecedentes.)
Meza advirtió que los espacios en México estarían aún más saturados porque "a la cantidad de personas que están esperando asilo al norte de México, se suman los deportados y las personas que vienen del sur y van hacia el norte".
Defensores de migrantes explican que muchos de los migrantes que están buscando asilo en Estados Unidos están huyendo de situaciones desesperadas de violencia y pobreza extrema, y muchas veces persecución y represión o el crimen organizado en sus países.
Para el padre Murphy, lo importante es que las autoridades a cargo se enfoquen en la humanidad de la gente. "Ellos tienen que hablar con la gente que es la que sabe lo que está pasando porque los políticos no saben nada y hay muchísima gente llegando a las fronteras buscando ayuda", dijo.
Meza dijo que la saturación en albergues y otros centros de atención de migrantes es un problema común a lo largo del trayecto. En Ciudad de México un albergue de 500 personas que se inauguró en Tláhuac hace pocos meses ya tienen "mil personas dentro y como dos mil personas fuera del albergue", dijo Meza. "Y lógicamente estas personas no quieren quedarse en la Ciudad de México, sino que quieren subir hacia los Estados Unidos. Son personas que llegarán en un poco más de tiempo a la frontera".
En medio de todo, el padre Murphy destacó la generosidad de la comunidad en esta región fronteriza y dijo que él recuerda a la gente la necesidad de seguir "orando y cuando hay chances de apoyar una organización, tratar de hacerlo porque todos estamos con muchas necesidades", afirmó.