ANDREA TORNIELLI
"Cada uno de nosotros ha descubierto una gran sintonía espiritual y de pensamiento con respecto a las crisis que afligen al hombre contemporáneo...". Ahmad Muhammad Al Ṭayyeb, Gran Imán de Al Azhar, en los días de su presencia en Roma para participar en algunos eventos importantes junto al Papa Francisco y a otros líderes religiosos, visitó los estudios de Radio Vaticano - Vatican News y respondió a algunas preguntas sobre su relación con el Pontífice, un año después de la publicación de la encíclica Fratelli tutti.
El Gran Imán relató que "tras la elección de nuestro querido hermano el Papa Francisco, Al-Azhar tomó la iniciativa de felicitarlo, y recibimos una hermosa respuesta de Francisco. Una respuesta que nos animó a iniciar de nuevo una relación. Y así decidí visitar al Papa en el Vaticano en mayo de 2016. Durante esta visita, cada uno de nosotros descubrió una gran sintonía espiritual y de pensamiento respecto a las crisis que afligen al hombre contemporáneo, y en particular respecto a los pobres, los huérfanos, los enfermos, las viudas, las víctimas de las guerras y los sin techo". "Esta armonía entre él y yo", continuó Al-Tayyeb, "puede ofrecer mucho para aliviar estas crisis. A partir de ese momento, no hubo más dudas. Personalmente, no dudé en tender la mano. Desde el primer minuto de nuestro encuentro, tuve la confirmación de que es un hombre de paz y de humanidad por excelencia. Las cosas prosiguieron bien y en apenas tres años celebramos seis cumbres. En la quinta de ellas firmamos el Documento sobre la Fraternidad Humana".
El Gran Imán subrayó que "el mensaje de la religión puede dar los frutos deseados sólo si es proclamado por creyentes fieles, reconciliados primero entre ellos. Entre quienes llevan a los hombres este mensaje debe haber paz, concordia y colaboración. Porque si entre ellos reinan división y conflicto, ellos no son capaces de transmitir el mensaje de paz a la gente. Conocemos el famoso proverbio que dice: Quien no tiene algo, no puede darlo".
Sobre la encíclica "Fratelli tutti", publicada hace un año, Al-Tayyeb dijo: "Esta encíclica es ciertamente de enorme importancia, especialmente en este tiempo, tanto para los musulmanes como para los no musulmanes. Puedo decir que esta encíclica se inscribe en el marco de nuestros encuentros y se inspira en ellos. El Papa mismo lo menciona, creo que en el prefacio. La encíclica va en la misma dirección, la del diálogo y la convivencia entre los hombres: es, en definitiva, un llamamiento a aplicar los principios morales de las religiones para crear una verdadera fraternidad en la que no hay lugar para la discriminación basada en diferencias de religión, confesión, raza, género u otras formas de intolerancia. La encíclica es útil para los musulmanes y al mismo tiempo para los demás, porque dice que todos somos hermanos. Y el Corán dice a los musulmanes: tienen hermanos y son iguales en humanidad. Nosotros decimos que el hombre es similar o igual a mí y es mi hermano en humanidad. Puede ser hermano de religión, pero también puede ser para mí un hermano de humanidad".
Por último, en respuesta a una pregunta sobre la dignidad de la mujer y sobre las señales preocupantes que demuestran el resurgimiento de un fundamentalismo que no respeta a las mujeres, Al-Tayyeb dijo que "lo que está declarado en el Documento sobre la Fraternidad humana es lo que establece el Islam en cuanto al respeto por la mujer y el pleno respeto de sus derechos. Afirmo además que nadie puede privar a la mujer de uno solo de sus derechos, que fueron establecidos por el profeta del Islam Mahoma, y que se encuentran en una frase suya clara y sintética: 'Las mujeres son iguales a los hombres'... Ante esta verdad, ningún musulmán fiel a sus creencias puede quitar a la mujer los derechos garantizados por el Islam. Debemos decir que todo lo que se está planteando hoy en día en este campo no es más que una victoria de hábitos y costumbres superadas y antiguas, que hacen daño a la ley del Islam y a sus normas". El Gran Imán también quiso señalar que "es necesario distinguir", entre "derechos plasmados por civilizaciones contemporáneas ignorando la moral religiosa y los sentimientos de la naturaleza humana, y otros derechos formulados en las sociedades en las que la religión es una base sólida en la construcción de su cultura y estilos de vida".
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