CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El presidente de la Academia Pontificia para la Vida afirma su oposición a la eutanasia y al suicidio asistido, pero cree que, para acabar con la confusión en el país, el Parlamento italiano necesita hacer leyes claras sobre la retirada de cuidados al final de la vida, dijo su oficina.
"El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, en plena conformidad con el magisterio de la Iglesia, reafirma su 'no' a la eutanasia y al suicidio asistido", dijo su oficina en un comunicado el 24 de abril.
El arzobispo participó en un debate el 19 de abril sobre cuestiones relacionadas con el final de la vida, y el texto completo de sus declaraciones fue publicado el 21 de abril por el sitio italiano de noticias Il Riformista. Algunos sitios web, al informar sobre sus declaraciones, afirmaron que defendía la eutanasia y el suicidio médicamente asistido.
Él había dicho que la experiencia de los países en los que la "muerte asistida" está permitida por la ley demuestra que "el grupo de personas admitidas tiende a ampliarse; a los pacientes adultos competentes se suman pacientes en los que la capacidad de decisión está deteriorada, a veces gravemente", por ejemplo, pacientes psiquiátricos, niños o ancianos con deterioro cognitivo.
"Han aumentado así los casos de eutanasia involuntaria y de sedación paliativa profunda sin consentimiento", había dicho el arzobispo. "El resultado general es que estamos viendo un resultado contradictorio: en nombre de la autodeterminación, estamos restringiendo el ejercicio real de la libertad, especialmente para aquellos que son más vulnerables".
El deseo de los enfermos terminales de prevenir más sufrimientos para sí mismos y para sus familias -- y a veces, más gastos -- y la dificultad de los cuidadores de ver sufrir a sus seres queridos han convertido las cuestiones sobre los cuidados al final de la vida en un asunto apremiante, continuó.
El alivio del dolor, los cuidados paliativos y el acompañamiento de apoyo a los enfermos y sus familiares son esenciales, había dicho el arzobispo a su audiencia. Con una terapia paliativa y un acompañamiento serios, dijo, "en muchos casos desaparece la demanda de eutanasia, pero no siempre".
La eutanasia y el suicidio asistido por un médico no son legales en Italia. Sin embargo, en 2019, el Tribunal Constitucional dictaminó que los implicados en un suicidio asistido no son punibles cuando el paciente "padece una patología irreversible" que le causa "sufrimientos físicos y psíquicos que él o ella consideran intolerables" y lo están manteniendo vivo con cuidados/tratamientos de soporte vital.
El tribunal, que sólo se pronunció sobre la punibilidad de ayudar o convencer a alguien para que se suicide, instó al parlamento a abordar el asunto con un debate democrático y una legislación clara que llene el vacío legal, de modo que no se deje al poder judicial la tarea de regular.
Pero el parlamento no ha conseguido presentar una legislación, por lo que las solicitudes de asistencia para morir y los presuntos casos de ayuda al suicidio siguen siendo tramitados por los tribunales. Los activistas del derecho a morir consiguieron reunir más de un millón de firmas para un referéndum que apoyaba la derogación de un artículo que penalizaba la eutanasia activa, pero el Tribunal Constitucional lo bloqueó en 2022, alegando que violaría la protección constitucional de la vida humana.
En tal contexto, había dicho el arzobispo Paglia, "no hay que descartar que sea factible en nuestra sociedad una mediación legal que permita el suicidio asistido en las condiciones especificadas por la sentencia 242/2019 del Tribunal Constitucional: la persona debe estar siendo 'mantenida con vida mediante tratamiento de soporte vital y padeciendo una patología irreversible, fuente de sufrimientos físicos o psíquicos que considere intolerables, pero plenamente capaz de tomar decisiones libres y conscientes'".
"Personalmente", dijo el arzobispo a su audiencia, "no ayudaría con un suicidio, pero entiendo que la mediación legal puede ser el mayor bien común concretamente posible en las condiciones en que nos encontramos".
La declaración de la academia del 24 de abril señalaba que la sentencia del Tribunal Constitucional italiano a la que se refirió el arzobispo sostenía que "asistir a un suicidio es un delito. A continuación, enumeró cuatro condiciones específicas y particulares en las que el delito no conlleva pena".
"En este contexto preciso y específico, el arzobispo Paglia explicó que, en su opinión, podría ser posible una 'iniciativa legislativa' -- ciertamente no moral -- que fuera coherente con la decisión, y que preservara tanto la criminalidad del acto como las condiciones en las que el delito no conlleva pena, tal y como el tribunal pidió al parlamento que legislara".
"Para el arzobispo Paglia, es importante que la decisión sostenga que la criminalidad del acto permanece y no es anulada", dijo su oficina. "En el plano científico y cultural, el arzobispo Paglia siempre ha apoyado la necesidad de acompañar a los enfermos en la fase final de la vida, utilizando los cuidados paliativos y la atención personal amorosa, para garantizar que nadie se quede solo ante la enfermedad y el sufrimiento, y las decisiones difíciles, que conlleva el final de la vida".