Asumir responsabilidades y rendir cuentas son clave para los esfuerzos de la Iglesia para la protección a menores, según ponentes
Por Cindy Wooden, Catholic News Service
ROMA (CNS) -- La Iglesia Católica ha hecho grandes progresos en la elaboración de normas para proteger a los niños y a otras personas en riesgo de abuso, pero "no tenemos una cultura de rendición de cuentas cuando se trata de la aplicación de esas normas", dijo el padre jesuita Hans Zollner, un destacado experto en la materia.
Existen algunas normas incluso para exigir a los obispos que no han gestionado adecuadamente las denuncias de abusos a que rindan cuentas, pero al final del proceso de revisión a algunos obispos se les pide la dimisión, mientras que a otros no, dijo el padre Zollner, director del Instituto de Antropología: Estudios Interdisciplinarios sobre Dignidad y Cuidado Humanos de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
"¿Hasta qué punto se toma en serio el legislador su propia ley?" preguntó el padre Zollner, refiriéndose al Papa Francisco, quien ha promulgado las normas y determina a qué obispos se les permite permanecer en el cargo.
El jesuita habló con los periodistas el 22 de junio al concluir la Conferencia Internacional de Salvaguardia 2023 celebrada en la Universidad Gregoriana. La conferencia reunió a más de 200 obispos, responsables de salvaguardia y especialistas de unas 50 naciones para debatir sobre el "sostenimiento de la responsabilidad organizativa".
Beatrice Mumbi, coordinadora de salvaguardia de la Conferencia Jesuita de África y Madagascar, dijo a los periodistas que asegurarse de que los hombres con los que trabaja y para los que trabaja asumen su responsabilidad y siguen sus indicaciones "es bastante difícil" porque "el patriarcado es real en mi contexto", así que "realmente hace falta la buena voluntad del obispo o del sacerdote con el que tengo que tratar para hacer avanzar una situación o resolverla".
Pero en muchas culturas africanas, dijo, también persiste una "cultura del silencio" cuando se trata de abusos sexuales. "No hablamos de esas cosas porque no queremos avergonzar a las personas que ocupan cargos directivos, no queremos perjudicar su posición en la sociedad".
Sin embargo, dijo, "está cambiando. Pero muy, muy lentamente".
El arzobispo de Gatineau, Quebec, Paul-André Durocher, y el arzobispo de Kuching, Malasia, Simon Poh, habían hablado en la conferencia del 21 de junio sobre "los retos a los que se enfrentan las autoridades eclesiásticas" cuando se trata de rendir cuentas.
Al día siguiente, el arzobispo Poh dijo a los periodistas que, en la mayor parte de Asia, los programas de salvaguardia están en sus inicios, pero que un número cada vez mayor de obispos se ha comprometido a aplicar medidas para examinar a los candidatos al sacerdocio y a los voluntarios de las parroquias.
"Hace siete u ocho años, se pensaba que se trataba de un problema occidental. Esa era la mentalidad", dijo el arzobispo. Pero ahora la gente se da cuenta de que "no es un problema occidental; es un problema humano".
El arzobispo Durocher dijo que en Canadá se ha producido un "cambio radical" en los últimos 30 años, en los que los obispos han pasado de hacer hincapié en la creación de estructuras para aceptar e investigar las denuncias a centrarse en la víctima y aprender "cómo escuchar a una víctima hablar sobre su denuncia de una manera que sea compasiva, comprensiva y que responda a sus necesidades".
En su presentación a la conferencia de salvaguardia, el arzobispo dijo que le había resultado útil hacer un "examen de conciencia" sobre su propia responsabilidad utilizando los rasgos descritos en el libro "The Oz Principle: Getting Results through Individual and Organizational Accountability" ("El principio de Oz: Obteniendo resultados a través de la responsabilidad individual y organizativa").
"La rendición de cuentas", dijo, es "una actitud, incluso una virtud", que va más allá de la responsabilidad. "Implica asumir como propia una situación y comprometerse personalmente con ella para hacerla avanzar".
También requiere de continuo seguimiento y una medición y ajuste continuos.
Para un obispo, la verdadera responsabilidad requiere "comunicarse abierta y francamente", dijo el arzobispo, aunque "esto no es un hábito en nuestra Iglesia".
Un obispo debe pedir y aceptar retroalimentación, dijo.
"Debo preguntarme continuamente: '¿Qué más puedo hacer? ¿Cuáles son las mejores prácticas que están surgiendo y cómo puedo integrarlas en mi ministerio y en mi diócesis?", dijo el arzobispo Durocher. "Me temo que demasiados obispos -- y demasiados de nuestros fieles -- piensan que esta crisis ha quedado atrás".
"Creo que esta crisis siempre estará con nosotros, porque, al igual que los pobres, los abusadores siempre estarán con nosotros", dijo. "No podemos bajar la guardia, debemos estar constantemente buscando mejorar".
"La crisis de los abusos sexuales ha herido profundamente ese vínculo de confianza entre obispos y sacerdotes, entre laicos y clérigos, entre creyentes y no creyentes", dijo el arzobispo. "Llevará mucho tiempo reconstruir esa confianza, probablemente generaciones. Y sólo sucederá si seguimos haciendo de ello una prioridad, si yo, como obispo, hago de ello mi prioridad".