Isabella Piro- Ciudad del Vaticano
Brasil ocupa el tercer lugar después de Estados Unidos e India en número de casos y muertes por el coronavirus. El país celebró ayer, 5 de agosto, el "Día Nacional de la Salud", en el aniversario del nacimiento de Oswaldo Cruz, médico y uno de los principales responsables de la erradicación de varias enfermedades epidémicas en Brasil a principios del siglo XX. "Este aniversario", se lee en el sitio web de los obispos brasileños (CNBB), "adquiere aún más importancia en este momento en que el mundo está experimentando una pandemia". De ahí la importancia dada por los obispos a dos principios fundamentales: la educación sanitaria de la población, que sirve para "despertar la atención sobre la salud tanto personal como colectiva, lo que puede lograrse mediante políticas públicas adecuadas, logrando un equilibrio entre los factores físicos, psicológicos y sociales". El segundo principio se refiere a la necesidad de vacunar a todos los brasileños contra el coronavirus. En el país, de hecho, el suero anti-Covid sólo ha llegado hasta ahora al 20% de la población.
Salir de la pandemia", dice Monseñor Roberto Ferreria Paz, persona de referencia de la CNBB para el ministerio de salud, "es el primer paso que hay que dar. Todavía estamos muy atrasados con las vacunas y nos preocupa la recuperación tanto de los enfermos que siguen hospitalizados como de los que han sido dados de alta pero sienten las secuelas de la enfermedad, sobre todo en el ámbito psicológico y mental". El segundo paso es "pensar y aplicar políticas adecuadas de salud y estilo de vida", incluyendo "un desarrollo sostenible que cuide de nuestra casa común y se ocupe del agua, el saneamiento básico y la energía limpia". "Todavía queda mucho por hacer para construir un sistema de salud decente y más eficiente en Brasil", continúa el prelado, "pero mientras tanto, debemos proteger con uñas y dientes lo que tenemos y celebrar el Día Nacional de la Salud con la máxima conciencia".
Al mismo tiempo, Mons. Ferreria Paz recuerda a todos los trabajadores sanitarios que, sobre todo en la primera fase de la pandemia, trabajaron en primera línea contra el virus, dando "un testimonio heroico en jornadas a menudo muy largas, extremadamente agotadoras, con un elevado número de muertes y hospitalizaciones, así como con la falta de equipos e instalaciones adecuadas". Pero a pesar de todo, los profesionales sanitarios "no se han desanimado", dice el prelado, que también alaba el compromiso de los administradores y capellanes de los hospitales.
El periodo que estamos viviendo", concluye la CNBB, "nos hace sentir muy frágiles. Pero no perdemos la esperanza" para "mejorar la atención a los enfermos", también "presentando el Evangelio del sufrimiento en una dimensión redentora, defendiendo el valor de la dignidad de la vida y los derechos de los enfermos, despertando vocaciones y voluntarios e implicando a todos los niveles de la sociedad y de la Iglesia para crear una verdadera alianza en el cuidado de la vida".
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