Ciudad del Vaticano
Es la última víctima de los secuestradores en la región anglófona del suroeste de Camerún. El padre Julius Agbortoko, vicario general de la diócesis de Mamfe, fue secuestrado el pasado domingo a su regreso de Kokobuma, donde había pasado el fin de semana en visita pastoral y para la inauguración del presbiterio de la parroquia.
Una declaración del padre Sebastine Sinju, canciller de la diócesis de Mamfe, dio la noticia con el sufrimiento que conlleva este acto repentino. Monseñor Agbortoko llegó en coche el domingo poco antes de las 18 horas y, una media hora más tarde, unos jóvenes, dice el padre Sebastine, que "se identificaron como combatientes separatistas", irrumpieron en el complejo del Seminario Mayor y se dirigieron hacia el alojamiento del obispo emérito Francis Teke Lysinge. Unos minutos después salieron, llevándose al joven padre Agbortoko. Exigieron un pago de 20 millones de francos CFA -más de 30.000 euros- por su liberación.
"Os pido a todos que recéis por su seguridad y su posterior liberación", instó el padre Sinju, aprovechando también para deplorar "los ataques a la Iglesia en general y a la de Mamfe en particular", y pidiendo a las partes implicadas en la actual crisis del país que respeten a la Iglesia.
El secuestro del padre Agbortoko se suma, de hecho, a una serie de secuestros y atentados en las luchas separatistas de las regiones anglófonas de Camerún contra las fuerzas del poder central, que se convirtieron en un conflicto armado en 2017. Este último secuestro se produce poco más de tres meses después de otro en la diócesis de Mamfe, el del padre Christopher Eboka, que fue secuestrado y liberado al cabo de nueve días. En julio de 2018, un sacerdote había sido asesinado a tiros no muy lejos de Muyuka, en la región suroeste, y en octubre del mismo año, un misionero estadounidense fue herido mortalmente en un tiroteo en el noroeste. Según la ONU, los combates en Camerún han provocado hasta ahora la muerte de miles de personas y han obligado a más de 700.000 cameruneses a huir para ponerse a salvo, principalmente a la vecina Nigeria.
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