Alessandro Di Bussolo - Ciudad del Vaticano
El Pabellón de la Santa Sede en la Exposición Universal de Dubái es un camino diseñado para que los visitantes experimenten lo que significa la fraternidad, la amistad, el diálogo, el encuentro y la fuerza de los intercambios entre culturas. El 4 de febrero tendrá lugar la celebración principal del segundo Día Internacional de la Fraternidad Humana en el amplio Pabellón de la Sostenibilidad, en el aniversario de la firma del Documento del mismo nombre.
El punto de partida de toda la instalación -diseñada por Monseñor Tomasz Trafny, Comisario adjunto del Pabellón y Jefe del Departamento de Ciencia y Fe del Consejo Pontificio de la Cultura, y el arquitecto Giuseppe Di Nicola- es el encuentro entre San Francisco y el sultán Malik Al-Kāmil en 1219, mientras que la llegada es la del Papa Francisco con el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib, el 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi, para la firma del Documento.
Sobre los mensajes del Pabellón y el compromiso de su Dicasterio en la difusión de la cultura de la fraternidad nos habla el Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, que en esta entrevista señala el camino para que las grandes religiones del mundo vuelvan a su importante patrimonio, común y al mismo tiempo diferente, de diálogo entre ellas, "para un mayor impacto en la sociedad contemporánea", para frenar el declive cultural y moral del planeta.
Eminencia, el Pabellón de la Santa Sede en la Expo de Dubái es un espacio creado precisamente para dar continuidad al Documento sobre la Fraternidad Humana tres años después de la firma de ese importante texto...
En el pabellón también hay una representación visual, continua y filmada de ese evento. Pero me gustaría destacar especialmente una presencia: en el interior del Pabellón se expone un palimpsesto de la gran Biblioteca y Universidad creada en el siglo IX en Bagdad, con un texto en árabe, que representa el esfuerzo de la cultura de la época por hacer accesible al mundo islámico el conocimiento de otros pueblos y culturas. Se trata de un testimonio emblemático de este diálogo cultural, además de religioso.
Y también es uno de los objetos más codiciados de la actualidad, por lo que muchos árabes vienen a visitar el Pabellón...
Esto es cierto, es ciertamente uno de los símbolos fundamentales, como lo es también la traducción latina de un tratado árabe de matemáticas, en el que se transmite el texto de Fibonacci, su famosa serie, a Oriente, donde Occidente había aprendido los llamados números arábigos.
Una forma de hacer que la gente aprecie la riqueza de los intercambios culturales incluso visualmente... Y en el documento firmado en Abu Dhabi, el Papa Francisco y el Gran Iman Al-Tayyib lanzan un llamamiento contra el declive cultural y moral del mundo. ¿Cómo pueden las religiones del mundo actuar juntas de forma concreta en este sentido?
Pueden hacerlo por dos vías. El camino casi centrípeto: volver de nuevo a su gran herencia. Sabemos, por ejemplo, que la herencia filosófica, médica, incluso científica, pero también, en general, literaria de Oriente ha llegado a Occidente a lo largo de los últimos siglos, cada uno con su propia visión. Hasta el punto de que Tomás de Aquino, por ejemplo, tuvo la oportunidad de aprender más sobre Aristóteles gracias a la contribución de Averroes, un filósofo musulmán. En este sentido, el primer gran movimiento es volver a la gran herencia común o incluso a las diferentes herencias que tenemos, que son muy fructíferas. Y el segundo movimiento es casi centrífugo, es decir, llegar al presente, identificar los caminos fundamentales como los indicados en el Documento sobre la Fraternidad Humana, para un diálogo y una mayor incidencia en la sociedad contemporánea. Pensemos en lo que significa el diálogo interreligioso, la paz, la fraternidad, pero también la auténtica tolerancia que no es sólo externa, sino también un encuentro.
El Papa Francisco ha pedido en repetidas ocasiones que el Documento sobre la fraternidad humana sea difundido y estudiado lo más ampliamente posible. ¿Qué está haciendo el Dicasterio de Cultura y qué piensa hacer para que esas palabras históricas se conviertan realmente en cultura?
Creemos que podemos hacerlo precisamente en términos de cultura... el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso se ocupa más de las conexiones estrictamente religiosas. Creemos que podemos crear, por ejemplo, una especie de Patio de los Gentiles que estará dedicado al tema del silencio, que es característico no sólo del mundo de la meditación árabe, sino también de la antigua tradición budista, por lo que será un diálogo muy amplio. También pretendemos potenciar esta dimensión científica sobre todo teniendo en cuenta -también a través de las reuniones que estamos manteniendo con representantes de la cultura musulmana en general- la cultura de los países árabes en materia de antropología. Este es uno de los temas más delicados, constantemente estimulados en estos días por la inteligencia artificial. Es un tema que de alguna manera hace estallar ciertas categorías codificadas, que por lo tanto deben ser reescritas teniendo en cuenta esta gran evolución que presenta la ciencia. Y este diálogo científico, como ha sido en el pasado, puede seguir siendo una de las vías privilegiadas para el encuentro entre diversidades, en la aspiración común hacia una visión profundamente humanista y humana.