Catholics are different. Or at least we should be. We can declare by the strange way we lovingly lead our lives that the promises of the Kingdom of God are not the same promises we find in society. Our actions should declare that the coming of the Lord entails not just a more prosperous life on earth for me, but a more prosperous life for all God’s children and a joyful life to come. Perhaps our uniqueness will declare to the rest of the world that we are indeed different.
Hermanos y hermanas, para esta segunda semana de Adviento, los invito a reflexionar conmigo sobre en qué se diferencian los católicos. O al menos deberíamos serlo. Podemos declarar por la extraña forma en que vivimos amorosamente nuestras vidas que las promesas del Reino de Dios no son las mismas promesas que encontramos en la sociedad. Nuestras acciones deben declarar que la venida del Señor implica no sólo una vida más próspera en la tierra para mí, sino una vida más próspera para todos los hijos de Dios y una vida gozosa por venir.