Ciudad del Vaticano
“El amor al otro por el solo hecho de ser quien es, nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posible la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos”, con estas palabras el Obispo de Temuco, Chile, Monseñor Héctor Vargas Bastidas, S.D.B., animó a los 23 nuevos diáconos a quienes ordenó en la Iglesia catedral de la diócesis, el pasado 14 de agosto, en una celebración Eucarística que ha pasado a ser un hecho histórico no solo para la Iglesia en Temuco, sino también para todo el país, al tratarse de 23 hermanos, siendo una de las ordenaciones más numerosas registradas.
En su homilía, Monseñor Héctor Vargas recordó que, “el Santo Padre nos exhorta a anunciar una nueva forma de vida, que por estar basada en la fraternidad y en la amistad social, tenga sabor a Evangelio. Implica cultivar un corazón sin confines, sin fronteras, más allá de la nacionalidad, color, religión y procedencia Una fraternidad capaz de hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad, donde cada uno aporta la riqueza de su diversidad. Y justamente porque nadie puede sostener o pelear la vida aisladamente, soñemos una humanidad hecha de una misma carne, inspirada en San Francisco que sembró la paz en todas partes y caminó cerca de los pobres, abandonados, enfermos, descartados, los últimos. Sin duda que siempre hay quienes trabajan en este sentido, pero inspirado en San Francisco, se nos pide hacerlo desde tres actitudes: el amor fraterno, la sencillez y la alegría”.
Ordenación en la Iglesia catedral de la diócesisAsimismo, el Obispo de Temuco señaló que, “la Parábola del Buen Samaritano es como un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. La parábola nos muestra con qué iniciativas se puede rehacer una comunidad a partir de hombres y mujeres que hacen propia la fragilidad de los demás, que no dejan que se erija una sociedad de exclusión, sino que se hacen prójimos, levantan y rehabilitan al caído para que el bien sea común. Al mismo tiempo, la parábola nos advierte sobre ciertas actitudes de personas que sólo se miran a sí mismas y no se hacen cargo de las exigencias ineludibles de la realidad humana”.
En este sentido, Monseñor Vargas invitó a que, “no debemos olvidar que la vida es el arte del encuentro, aunque en ella haya tanto desencuentro. Es por esto, insiste el Papa, en reiteradas ocasiones he invitado a desarrollar una cultura del encuentro, que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder, donde se toman las decisiones más definitorias”.
Celebración Eucarística presidida por Monseñor Héctor Vargas.Finalmente, el Obispo de Temuco indicó en su homilía que, “la Iglesia, tiene un papel público que no se agota en sus actividades de asistencia y educación, sino que procura la promoción del hombre y la fraternidad universal. No pretende disputar poderes terrenos, sino ofrecerse como un hogar entre los hogares, para testimoniar al mundo actual la fe, la esperanza y el amor al Señor y a aquellos que Él ama con predilección. La Iglesia es una casa con las puertas abiertas, porque es madre. Y como María, la Madre de Jesús, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación”.
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