Por el padre Michael Ackerman (OSV News) -- Sócrates, en la Apología de Platón, afirmó célebremente que "una vida no examinada no vale la pena vivirla". Este axioma es ciertamente aplicable a la vida espiritual, y es muy relevante para uno de nuestros más grandes patronos -- San José. Merece la pena examinar las lecciones que San José nos ha enseñado y considerar cómo podemos trasladarlas al tiempo de Adviento.
Un conocido cómico estadounidense dijo una vez que "es de los callados de los que hay que cuidarse". Ahora bien, estoy seguro de que no se refería a San José cuando dijo esto. Sin embargo, cuando reflexionamos sobre la vida de San José, en realidad no sabemos nada de él. San José es tan sigiloso como un espía internacional. No hay ningún diálogo suyo registrado en las Escrituras ni ningún currículum vitae sustancial registrado. Sería un excelente caso para "Misterios sin resolver" o los "Expedientes X".
Sin embargo, el silencio de San José nos enseña mucho. El Papa Benedicto XVI, en un discurso del Ángelus del 18 de diciembre de 2005, dijo lo siguiente sobre el taciturno comportamiento de San José: "el silencio de san José no manifiesta un vacío interior, sino, al contrario, la plenitud de fe que lleva en su corazón y que guía todos sus pensamientos y todos sus actos".
1. El silencio de Dios
La primera lección de San José para el Adviento es, pues, entrar en el silencio de Dios, que está lleno de gracia, intimidad y amor incondicional. José no callaba porque no tuviera nada que decir. Callaba porque quería escuchar y seguir a Dios por completo.
El Papa Francisco, en su carta apostólica "Patris Corde" ("Con corazón de Padre"), escribe sobre el silencio de San José. "Su silencio persistente no contempla quejas, sino gestos concretos de confianza".
Quizá también nosotros, en este Adviento, podamos dedicar tiempo a la oración silenciosa, a la contemplación tranquila ante el Santísimo Sacramento, o incluso a meditar las palabras de la Escritura en los recovecos de nuestro corazón, como hacía san José. Hacerlo no conlleva futilidad, sino, por el contrario, fecundidad y gozosa anticipación de la venida de Cristo al mundo.
2. Servicio y abnegación
La segunda lección que San José nos enseña está enraizada en el servicio y la abnegación. El Papa San Juan Pablo II, en su exhortación apostólica de 1989 "Redemptoris Custos" ("Guardián del Redentor"),escribe lo siguiente sobre San José: "Su paternidad se ha expresado concretamente ‘al haber hecho de su vida un servicio, un sacrificio, al misterio de la encarnación y a la misión redentora que está unida a él; al haber hecho uso de la autoridad legal, que le correspondía sobre la Sagrada Familia, para hacerle don total de sí, de su vida y de su trabajo".
San José no permitió que sus propias pasiones o deseos egoístas dictaran sus acciones. Por el contrario, fue dócil y receptivo a la voluntad de Dios. Su preparación para la venida de Cristo no estuvo llena de compras, peleas con parientes y galletas. En cambio, nos invita a ti y a mí a ser discípulos que sirven primero a los demás, no a nosotros mismos.
Esto puede adoptar diversas formas. Podemos ofrecer nuestro tiempo a la iglesia o en nuestras comunidades ayudando en despensas de alimentos, refugios para personas sin hogar o misiones de rescate. Podemos ayudar a los que nos rodean y tienen dificultades económicas, emocionales y, sobre todo, espirituales, en persona o a través de organizaciones benéficas. O podemos visitar a los que están confinados en casa, en hospitales, en residencias de ancianos o que no pueden celebrar el nacimiento de Cristo con su familia y amigos por diversas razones. No hay una manera "correcta" de servir, pero el deseo de hacerlo debe estar arraigado en el deseo de José de servir sólo a Dios.
3. Sencillez
En tercer lugar, San José nos enseña una lección de sencillez. El mundo en que vivimos es excesivamente complejo. Estamos tan enamorados de los artilugios, la tecnología, la moda y el entretenimiento que a menudo pasamos por alto lo esencial. Ese no es el mundo de San José.
El Papa Benedicto, en un discurso del Ángelus del 19 de marzo de 2006, dice lo siguiente sobre la sencillez de José: "Su grandeza, como la de María, resalta aún más porque cumplió su misión de forma humilde y oculta en la casa de Nazaret. Por lo demás, Dios mismo, en la Persona de su Hijo encarnado, eligió este camino y este estilo -- la humildad y el ocultamiento -- en su existencia terrena.".
San José no quería "hacerse un nombre". No era un influencer de las redes sociales. Por el contrario, la razón de ser de su vida fue permanecer humilde ante Dios.
San José nos invita durante el Adviento a bajar el ritmo y apreciar a las personas, las bendiciones y los encuentros con Dios que tienen lugar en nuestras vidas. Los regalos, la decoración y entrar en el alocado mundo del comercio minorista no son probablemente las mejores maneras de prepararse para Cristo. En cambio, pasar tiempo con nuestros seres queridos, compartir la fe y las experiencias, o incluso hacer un retiro personal es beneficioso para mantener las cosas sencillas. Sin embargo, hay otra cosa que hace la sencillez: nos permite aumentar nuestra confianza y dependencia de Dios.
En "Patris Corde", el Papa Francisco escribe sobre la "valentía creativa" de San José. "Dios siempre logra salvar lo que es importante, con la condición de que tengamos la misma valentía creativa del carpintero de Nazaret, que sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia", escribió.
San José, al no dejarse distraer por los adornos de la cultura, pudo tener fortaleza en el plan de Dios gracias a su sencilla confianza en un Dios que le amaba. Esta misma confianza nos es accesible si la mantenemos sencilla.
4. Sacrificio
Por último, San José nos enseña a ti y a mí el valor del sacrificio. El sacrificio es necesario para todos nosotros en nuestras vocaciones, y cualquier padre, esposa, sacerdote, religioso o persona soltera dedicada conoce el valor y la necesidad de esto. En su libro "El misterio de José", el padre Marie-Dominique Philippe escribe sobre el sufrimiento de San José: "No hay duda de que la espada del dolor penetra más profundamente en el corazón de María, pero atraviesa también el corazón de José. En su sufrimiento común, en su tristeza y angustia compartidas, José y María llegan a conocer un nuevo grado de intimidad; juntos dan los primeros frutos de la vida apostólica de Jesús".
San José nos invita a ti y a mí, en las luchas de la vida, a unir nuestro dolor a la cruz de Cristo. El sufrimiento es siempre un misterio, pero no está desprovisto de sentido. Cuanto más unimos nuestro dolor y nuestras luchas a Cristo, más nos acercamos al infinito amor, misericordia y perdón de Dios.
San José, al negar sus propios objetivos, deseos y anhelos, hace de su voluntad una sola con Dios. También nosotros estamos llamados, como él, a unirnos y sacrificarnos. Esto puede hacerse a través de la caridad, el ayuno, el aumento de la oración o regalando cosas que no necesitamos. En cualquier caso, el sacrificio es crucial para preparar el camino a Cristo.
Este Adviento presenta una oportunidad para aumentar nuestro deseo de emular a este gran santo tan amado por Nuestra Señora y Nuestro Salvador. El silencio, el servicio, la sencillez y el sacrificio no son píldoras fáciles de tragar, pero nos acercan a Cristo y a la salvación. Que la alegría anticipada del Adviento nos lleve a todos a amar más profundamente al Niño Jesús por intercesión de San José.