YAKIMA, Wash. (OSV News) -- En agosto, cuando defensores de la inmigración se reunieron para presenciar, apoyar, y aprender sobre el ministerio para trabajadores agrícolas migrantes de la Diócesis de Yakima, compartieron algunas de las mejores prácticas que han aprendido a lo largo de décadas de experiencia trabajando en la pastoral para trabajadores agrícolas.
Esta reunión realizada del 28 al 29 de agosto fue organizada por el Subcomité de Cuidado Pastoral de Migrantes, Refugiados, y Viajeros de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (o USCCB, por sus siglas en inglés). Veinticuatro participantes vinieron de la USCCB, de Catholic Migrant Farmworker Network - la Red Católica de Campesino Migrante, y de ministerios relacionados.
El grupo en consenso señaló que el elemento esencial en este ministerio es construir relaciones entre todas las partes interesadas: trabajadores y sus familias, cultivadores, legisladores, y otras agencias de servicio.
El padre Jesuita Thomas Florek, director ejecutivo de la Red Católica de Campesino Migrante (CMFN por sus siglas en inglés), compartió la historia de los granjeros productores de leche del Medio Oeste, que comenzaron cautelosamente a contratar trabajadores nacidos en México como último recurso. Un año, en lugar de unas vacaciones normales, algunos de los granjeros hicieron un viaje al distrito donde vivían sus trabajadores y quedaron conmovidos al ver cuánta diferencia había hecho el dinero enviado a casa.
"Bienvenidos a su casa", les saludó una diminuta abuela mexicana. Hizo la señal de la cruz en la frente de cada uno de ellos. "Que Dios los bendiga, como han bendecido a nuestros hijos".
Una vez de regreso en Minnesota, uno de los granjeros quién sabía que tenía una reputación de matón, señaló que esta experiencia "me humanizó y cambió mi trabajo". Ahora está más dispuesto a enseñar a un trabajador de bajo rendimiento en lugar de despedirlo inmediatamente.
Construir relaciones cambia la naturaleza de la conversación, y el padre Florek está convencido de que la clave es mantener una conversación permanente, primero entre los diversos grupos de ayuda, y luego ampliarla para incluir un diálogo con todos los involucrados.
Un aspecto del diálogo es utilizar el lenguaje que hable a un grupo en particular, añadió el padre Florek. Algunos legisladores cuya base política se identifica como conservadora, en lugar de hablar de justicia para los inmigrantes, enfatizan la seguridad alimentaria para la nación, destacando la importancia de proporcionar productos cultivados en Estados Unidos a los estadounidenses. Esa estrategia ayuda a que su base de votantes se dé cuenta de que los trabajadores agrícolas migrantes son un activo en ese contexto en lugar de una amenaza.
Entonces, ¿cómo empezar?
Primero, entrar en los campamentos de trabajadores agrícolas, que suelen ubicarse en terrenos privados. El padre Jesús Mariscal, actualmente vicario parroquial en la catedral de St. Paul en Yakima, explicó cómo fue rechazado repetidamente en una granja y nunca pudo hablar con el dueño. Finalmente, alquiló un esmoquin y llevó un maletín vacío para hacerse ver importante, y esa vez obtuvo una cita.
En segundo lugar, hablar con los feligreses locales residentes. Animarlos a que se ofrezcan como voluntarios en este esfuerzo y proporcionar información completa sobre cómo es la vida de los trabajadores agrícolas. Descubrir cómo les gustaría ayudar.
En tercer lugar, hablar con las familias en los campamentos. Sandra Barrós, quien forma parte de la Iglesia Católica de San José en Wenatchee (situada a unas dos horas de la ciudad de Yakima), señaló que su equipo visita cada hogar, llevando suministros, y los invita personalmente a participar en las actividades.
En cuarto lugar, colaborar con otros grupos de servicio. Se puede contar con los miembros de Rotary para proporcionar artículos para el hogar y ropa. Los Clubes de Leones donan anteojos. En el estado de Washington, el Programa de Educación para Migrantes financiado federalmente no solo proporciona instrucción para niños, sino también programas de salud y apoyo relacionado. Una trabajadora de dicho programa, Gaby Fernández, trabaja en educación para migrantes como especialista en participación de familias y estudiantes, y explicó a la delegación cómo crea actividades educativas e involucra a otros, como bibliotecas locales y clínicas de salud.
"En nuestro distrito escolar, hay 2,300 estudiantes migrantes", señaló. "Dado que se desplazan desde California, pasando por Oregón, luego Washington, y después Idaho, es difícil completar la educación en cualquier lugar".
Los niños más pequeños se quedan en los campamentos mientras los padres están trabajando. Los adolescentes trabajan en los campos o se quedan para cuidar de los demás. Fernández añadió que existe comunicación entre los estados a través de este programa para agilizar el intercambio de registros de secundaria para hacer posible que los estudiantes se gradúen.
Por último, mantener todas estas conversaciones en forma continua, tanto en persona como a través de cualquier forma de comunicación a distancia que esté disponible.
El padre Florek manifestó que lo que se considera una "mejor práctica" puede tener que modificarse a medida que cambia la situación. Las tendencias que observa incluyen:
-- Menos familias, más hombres solteros. Los trabajadores H-2A están reemplazando a los trabajadores migrantes no autorizados que históricamente han trabajado en la cosecha. El programa federal H-2A permite a los empleadores estadounidenses o agentes estadounidenses que cumplen con requerimientos regulatorios específicos traer extranjeros a Estados Unidos para llenar trabajos agrícolas temporales.
-- Disminución en la edad promedio de los trabajadores agrícolas. Mientras que en los huertos se pueden ver muchas canas entre los trabajadores migrantes no autorizados, los trabajadores H-2A suelen ser más jóvenes y algunos contratistas no emplearán a personas mayores de cierta edad. El padre Florek cree que el grupo con mayor edad entre los trabajadores agrícolas está en el rango de 18 a 30 años.
-- Granjas más grandes con propietarios ausentes. Los propietarios establecen políticas sin tener conocimiento local y es probable que vean a los trabajadores como una mercancía.
-- Cambios en la legislación estatal. Estos cambios varían a lo largo del país, pero en todos los casos es importante estar al tanto de la acción legislativa.
-- Incremento de oportunidades laborales. Mientras que algunas industrias, como la construcción, siempre han tenido un componente migrante, el padre Florek observa que esta tendencia se intensifica; un mercado laboral más amplio que incluye el procesamiento de carne y vegetales, la manufactura no sindicalizada, fundiciones, y centros de acopio.
-- Aumento de la politización de los migrantes como un tema controvertido.
-- Cambio climático.
A medida que esta realidad cambia en la práctica, la Red Católica de Campesino Migrante ajusta la capacitación que ofrece en apoyo a la pastoral de las parroquias.
"El programa se llama El Sembrador", expresó el padre Florek. "Prepara liderazgo para un ministerio sostenible de trabajadores agrícolas migrantes que acoge, protege, promueve, e integra a los trabajadores agrícolas migrantes en la parroquia".
Añadió que esta iniciativa es el resultado del tiempo que pasó en 20 diócesis alrededor del país.