Benedetta Capelli - Ciudad del Vaticano
La pandemia ha cambiado la faz del mundo y también la del trabajo en el mar que, a pesar de las restricciones, nunca se ha detenido. Esta es la primera indicación que se destaca en el Mensaje del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral con motivo del Domingo del Mar, el próximo 11 de julio. Los barcos, de hecho, nunca han dejado de transportar de un puerto a otro equipos médicos y medicamentos esenciales para apoyar la lucha contra la propagación del virus, explica el mensaje. "Cerca del 90% del comercio mundial - se lee - se mueve gracias a los barcos o, más exactamente, a 1,7 millones de marinos que trabajan en ellos. El cardenal Peter Turkson, prefecto del dicasterio, y monseñor Bruno Duffè, secretario, escriben que hay que agradecer a la "gente del mar"; un agradecimiento que se convierte en oración.
El texto no oculta la "profunda contradicción" que habita en el mundo de la industria marítima, "altamente globalizada" pero marcada por el carácter fragmentario de las normas sobre derechos y protección de los trabajadores. De ahí que se pida el reconocimiento de los "trabajadores esenciales", se fomenten los "cambios de tripulación" y se dé prioridad a una política clara de vacunación. El ministerio no olvida los graves inconvenientes de los varados a causa de Covid: unas 400 mil personas hasta septiembre de 2020 que debían ser repatriadas y en cambio permanecieron fuera de casa por un plazo de hasta 18 meses.
La pandemia les ha obligado a trabajar más, afectando "la vida cotidiana de sus familias", generando "aislamiento, soledad, separación y ansiedad para sus seres queridos a miles de kilómetros de distancia, junto con la incertidumbre de su futuro". Factores que "han aumentado el estrés físico y psicológico a bordo de las embarcaciones, a veces con consecuencias trágicas". La invitación es a considerar a los miembros de la tripulación no como una simple "fuerza de trabajo" sino como seres humanos, desarrollando así "prácticas de trabajo, basadas en la dignidad humana y no en el beneficio".
Atención luego al fenómeno de la piratería, que en el fondo registra una disminución del número de casos pero un aumento de la violencia contra la tripulación. "Esto es un recordatorio desalentador de la fragilidad de la industria marítima, que ya ha sido puesta a prueba por la pandemia. Es un fenómeno que pone en grave riesgo la salud de los que trabajan en el mar, de sus familias y perturba la economía. "Hacemos un llamamiento a todos los gobiernos y organizaciones internacionales -se lee aún- para que identifiquen soluciones duraderas al flagelo de la piratería, conscientes de la necesidad de abordar el problema fundamental de la desigualdad en la distribución de los bienes entre los países y la explotación de los recursos naturales".
También hay otro escenario preocupante: el abandono de las embarcaciones y de la tripulación. En 2019 se dieron de baja 40 embarcaciones, que pasaron a ser 85 en 2020. Los marineros se ven obligados a vivir en condiciones inhumanas, por lo que el llamamiento a los armadores es que activen para ellos "un seguro obligatorio que cubra el abandono en mar, para el pago de los gastos, incluyendo la comida, el agua potable, la atención médica y los costes de repatriación". El Mensaje subraya que el número de naufragios y accidentes marítimos está disminuyendo "pero incluso uno es demasiado, especialmente cuando los marinos resultan heridos, mueren, se pierden en el mar o son injustamente criminalizados y detenidos indefinidamente". Una situación que crea "desesperación en las familias" porque "los niños se quedan sin padres y no hay donde poner una flor y rezar una oración".
El mensaje concluye con un pensamiento para los capellanes y voluntarios de Stella Maris que, en tiempos de pandemia, siempre han estado al servicio de los marinos y pescadores. "Se rece - es la invitación - para que sigan siendo apóstoles fieles en la misión de anunciar el Evangelio", mostrando "el rostro solidario de la Iglesia que acoge y está cerca de esta porción del Pueblo de Dios".
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