CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- La prueba de estar en un camino de conversión y santidad consiste siempre en amar al prójimo, dijo el papa Francisco.
"Mientras haya un hermano o una hermana a la que cerremos nuestro corazón, estaremos todavía lejos del ser discípulos como Jesús nos pide", dijo antes de rezar el Ángelus con personas reunidas en la Plaza de San Pedro el 25 de octubre.
El papa reflexionó sobre la lectura del Evangelio del día (Mt 22: 34-40) en la que Jesús dijo que el mayor mandamiento era amar al Señor con todo el corazón, alma y mente, y el segundo mandamiento era amar al prójimo como a uno mismo.
Con esto, "Jesús establece dos fundamentos esenciales para los creyentes de todos los tiempos", dijo el papa.
El primero es que el amor, no la ansiedad ni la obligación, debe ser siempre la fuerza impulsora detrás de los mandamientos de Dios, dijo.
"El segundo fundamento es que el amor debe tender juntos e inseparablemente hacia Dios y hacia el prójimo", dijo el papa.
"Esta es una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús y nos hace entender que no es verdadero amor de Dios el que no se expresa en el amor al prójimo; y, de la misma manera, no es verdadero amor al prójimo el que no se deriva de la relación con Dios", dijo.
El amor a Dios se expresa sobre todo en la oración y la adoración, dijo el papa Francisco, y el amor al prójimo se expresa estando cerca de las personas, escuchándolas, compartiendo y cuidando a los demás.
"Muchas veces nosotros descuidamos el escuchar al otro porque es aburrido o porque me quita tiempo, o de llevarlo, acompañarlo en sus dolores, en sus pruebas", dijo. "¡Pero siempre encontramos tiempo para chismorrear, siempre! No tenemos tiempo para consolar a los afligidos, pero mucho tiempo para chismorrear. ¡Estad atentos!"
La comunión "es un don para invocar cada día, pero también compromiso personal para que nuestra vida no se deje esclavizar por los ídolos del mundo", dijo.
"La verificación de nuestro camino de conversión y de santidad está siempre en el amor al prójimo", dijo el papa.
La divina misericordia "no nos permite desanimarnos, es más nos llama a empezar de nuevo cada día para vivir coherentemente el Evangelio", agregó.