CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El requisito de que la mayoría de los sacerdotes en el Rito Latino de la Iglesia Católica sean célibes tiene fundamentos teológicos y espirituales, no solo motivaciones prácticas, expresaron los ponentes en una conferencia internacional sobre el sacerdocio.
La castidad, la pobreza, y la obediencia de Jesús no fueron "incidentales o simplemente funcionales", sino que expresaron su unión total con Dios y su dedicación a la salvación de la humanidad, manifestó el padre jesuita Gianfranco Ghirlanda, quien un conocido canonista, el 19 de febrero en la conferencia del Vaticano.
La iglesia nunca ha declarado que el celibato es "intrínseco" al sacerdocio, acotó, y, de hecho, las iglesias católicas orientales han mantenido la disciplina de tener clérigos célibes y casados; y la iglesia latina ha dado la bienvenida a sacerdotes casados provenientes de otras denominaciones.
El estado de los sacerdotes en la tradicion oriental de la iglesia católica que están casados se planteó en varias de las preguntas formuladas tanto al padre Ghirlanda como al padre Emilio Justo -- profesor de teología en la Universidad Pontificia de Salamanca -- quien también habló el 19 de febrero.
Hacer declaraciones sobre la relación del celibato con el sacerdocio no ayudará a los católicos a comprender su "profundo significado espiritual y teológico", respondió el padre Ghirlanda. Por su parte, el padre Justo dijo en su presentación que el celibato "no es una ley divina, porque de otro modo no sería posible la disciplina de las iglesias orientales, y no hubiera sido posible tener sacerdotes casados en la iglesia primitiva, aunque fueran llamados a la continencia".
El sacerdocio de un hombre casado "no es un sacerdocio de segunda clase", señaló el padre Ghirlanda, porque los sacerdotes casados también proclaman el Evangelio, guían al pueblo cristiano, y celebran los sacramentos.
El celibato o el matrimonio "no afectan al sacerdocio en sí mismo", dijo.
En su charla, el padre Ghirlanda dijo que, en el Código de Derecho Canónico para la iglesia latina, el celibato es visto como un don de Dios que permite a los sacerdotes "adherirse más fácilmente a Cristo con un corazón indiviso y dedicarse más fácilmente al servicio de Dios y de su pueblo".
La teología católica, la espiritualidad, y la ley eclesiástica sobre el sacerdocio, acotó, tienen como objetivo promover un "amor abnegado", en el que el celibato no se viva "de manera represiva, como mortificación y negación", sino como expresión del llamado bíblico a una "pureza de corazón" que exige una progresiva "liberación de las pasiones y el despojo de los bienes terrenales".
En su presentación sobre la historia del celibato, el padre Justo dijo a los participantes que, en el primer milenio de la iglesia, los sacerdotes casados eran comunes, "pero creo que había tendencias predominantes" a favor del celibato, exigiendo a los sacerdotes casados que "vivieran una continencia perfecta", es decir, renunciando a las relaciones sexuales con sus esposas.
El requisito de vivir el matrimonio de esta "manera anormal" era principalmente teológico, dijo, y se basaba en el papel del sacerdote como mediador entre Dios y los fieles, un papel que requería "pureza".
Esa pureza, expresó, a menudo se ve como solo un ritual, "pero está relacionada con la santidad" y la conformidad con Cristo, quien se ofreció por completo a Dios para la salvación del mundo.
"El celibato no es un llamado a la soledad sino a la comunión", indicó el padre Justo. "La iglesia es el espacio donde el ministro ordenado ama y es amado".
El celibato, dijo, es una forma especial de "configurarse con Cristo" y responder al llamado "a amar como él y con él, a servir con él y como él, del mismo modo en que Jesús amó históricamente, que fue de una manera célibe".