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La mañana del miércoles, 4 de mayo, el Papa se reunió con el Primer Ministro japonés, Fumio Kishida, según informó el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, a los periodistas:
“El Papa Francisco se ha reunido esta mañana, antes de la audiencia general, con el Primer Ministro japonés, Fumio Kishida. Durante el encuentro, que duró unos 25 minutos –dijo- habló de las armas nucleares y de que su uso y posesión son inconcebibles”.
Informa un comunicado de la oficina de prensa de la Santa Sede que “el Sr. Fumio Kishida, Primer Ministro de Japón, se reunió a continuación con Su Eminencia el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, acompañado por Su Eminencia Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados”.
Durante las cordiales conversaciones en la Secretaría de Estado, se expresó la satisfacción por la colaboración bilateral, evocando el 80º aniversario de las relaciones diplomáticas. En este contexto, se constató y apreció la contribución de la Iglesia católica en muchos sectores de la sociedad japonesa.
En el transcurso de la conversación se abordaron cuestiones internacionales, con especial atención a la guerra de Ucrania, destacando la urgencia del diálogo y la paz y esperando, para ello, un mundo libre de armas nucleares.
El Papa ya habló de la inmoralidad de las armas nucleares en noviembre de 2017 en un discurso a los participantes en una conferencia sobre desarme integral.
Luego, de manera solemne, lo había reiterado durante su viaje a Japón en noviembre de 2019 con motivo de su visita al Memorial de la Paz de Hiroshima, alcanzada por la bomba atómica el 6 de agosto de 1945:
“Con convicción quiero reiterar que el uso de la energía atómica con fines bélicos es, hoy más que nunca, un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad, sino contra cualquier posibilidad de futuro en nuestra casa común. El uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, al igual que lo es la posesión de armas atómicas, como ya dije hace dos años. Seremos juzgados por ello. Las nuevas generaciones serán jueces de nuestra perdición si hablamos de paz, pero no la logramos con nuestras acciones entre los pueblos de la tierra. ¿Cómo podemos hablar de paz mientras construimos nuevas y formidables armas de guerra? ¿Cómo podemos hablar de paz mientras justificamos ciertas acciones ilegítimas con la discriminación y el discurso del odio?”
Así mismo, el Papa volvió a hablar de ello en 2020, el 6 de agosto en su mensaje por el 75º aniversario del bombardeo atómico de Hiroshima y el 9 de enero cuando se reunió con el cuerpo diplomático:
“"En Japón, experimenté de primera mano el dolor y el horror que los seres humanos somos capaces de infligirnos a nosotros mismos. Al escuchar los testimonios de algunos de los Hibakusha, los supervivientes de los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, me quedó claro que la verdadera paz no puede construirse sobre la amenaza de la posible aniquilación total de la humanidad por las armas nucleares. Los hibakusha "mantienen viva la llama de la conciencia colectiva, testimoniando a las generaciones posteriores el horror de lo que ocurrió en agosto de 1945 y el indecible sufrimiento que ha seguido hasta hoy". Su testimonio despierta y preserva la memoria de las víctimas, para que la conciencia humana sea cada vez más fuerte frente a todo deseo de dominación y destrucción", especialmente el provocado por armas con un potencial destructivo tan elevado, como las nucleares. No sólo fomentan un clima de miedo, desconfianza y hostilidad, sino que también destruyen la esperanza. Su uso es inmoral, "un crimen, no sólo contra el hombre y su dignidad, sino contra cualquier posibilidad de futuro en nuestra casa común".”
El 10 de enero de este año, también dijo al Cuerpo Diplomático:
“Entre las armas que la humanidad ha producido, las armas nucleares son motivo de especial preocupación. A finales de diciembre, la 10ª Conferencia de Revisión del Tratado de No Proliferación Nuclear, que estaba previsto que se celebrara en Nueva York en esas fechas, se volvió a aplazar debido a la pandemia. Un mundo libre de armas nucleares es posible y necesario. Espero, por tanto, que la comunidad internacional aproveche la oportunidad de esa Conferencia para dar un paso importante en esa dirección. La Santa Sede se mantiene firme en su afirmación de que las armas nucleares son instrumentos inadecuados e inapropiados para responder a las amenazas a la seguridad en el siglo XXI y que su posesión es inmoral. Su fabricación desvía recursos de las perspectivas de desarrollo humano integral y su uso, además de producir consecuencias humanitarias y medioambientales catastróficas, amenaza la existencia misma de la humanidad.”