CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El sínodo sobre la sinodalidad es el "nuevo Pentecostés", que renovará la participación activa de todos los católicos en la vida y misión de su Iglesia, dijo un cardenal.
La Iglesia católica "necesitaba este tiempo de gracia y discernimiento, un tiempo para mirar hacia atrás en el camino que hemos recorrido, con sus glorias y fracasos, y sacar lecciones para un nuevo comienzo", dijo el cardenal congoleño Fridolin Ambongo de Kinshasa en su homilía durante una Misa con los participantes del sínodo en la Basílica de San Pedro el 13 de octubre.
El cardenal, presidente del Simposio de Conferencias Episcopales de África y Madagascar, relacionó la asamblea sinodal con una lectura del Libro de Joel en la que el profeta pide a los sacerdotes de Israel que expresen su dolor a Dios después de que una plaga de langostas diezmara la cosecha del año y que "reúnan a los ancianos para estudiar y buscar nuevas formas de presentarse ante Dios".
Del mismo modo, "procedentes de todos los continentes y reunidos como una sola familia en la belleza de la unidad en la diversidad cultural, también estamos invitados a llorar y lamentarnos ante este altar, ante la tumba de San Pedro, por nuestras debilidades como Iglesia", afirmó. Citando el documento de trabajo de la asamblea sinodal, el cardenal señaló las crisis relacionadas con los abusos sexuales y el abuso de poder, dinero y conciencia que "corren el riesgo de distanciar a la gente de la iglesia".
Los participantes en el sínodo, dijo, deben "llorar y pedir perdón a Dios por nuestras culpas".
"Pero la mejor manera de afligirse es tener el valor de emprender un camino de arrepentimiento y conversión, que abra la vía de la reconciliación, la sanación y la justicia", afirmó.
Los cardenales Dieudonné Nzapalainga, de Bangui, República Centroafricana, y Cristóbal López Romero, de Rabat, Marrueco), fueron los principales concelebrantes de la Misa en el Altar de la Cátedra de la basílica. Entre las intenciones leídas en la Misa figuraba una oración al Espíritu Santo para que haga brillar la luz de las mujeres, los niños y todas las personas de África que están "esperanzados contra toda esperanza", y para que la comunidad eclesial del continente africano sea una luz para el mundo. El servicio litúrgico y el coro corrieron a cargo de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma, la universidad vaticana dedicada a preparar personas para el servicio en las misiones.
Tras la Misa, estaba previsto que la asamblea del Sínodo de los Obispos iniciara los debates sobre el tercer módulo del Sínodo, centrado en la misión y que responde a la pregunta: "¿Cómo podemos compartir dones y tareas al servicio del Evangelio?".
En su homilía, el cardenal Ambongo dijo que la lectura del Evangelio de San Lucas, en la que Jesús expulsa a un demonio de una persona muda, "nos recuerda que el demonio está siempre presente y activo en nuestro mundo".
"El maligno, el demonio, siembra conflicto, discordia y división", dijo. "Si tenemos el valor de mirar nuestra realidad actual como iglesia, no será difícil ver cómo el maligno está actuando e influyendo en nuestra forma de ser y actuar".
El cardenal instó a los participantes del Sínodo a combatir con valentía las fuerzas del demonio utilizando las "armas de la sinodalidad", es decir, "la unidad, el caminar juntos, discernir en la oración, escucharse unos a otros y escuchar lo que el Espíritu tiene que decir a la Iglesia".
"Estamos llamados a combatir a este poderoso adversario con un arma igualmente poderosa a nuestra disposición, que es el Espíritu Santo, protagonista de esta nueva forma de ser Iglesia: la iglesia sinodal", afirmó.