Por Carol Glatz, Catholic News Service
VATICAN CITY (CNS) -- La mejor manera de marcar el comienzo de un año verdaderamente "nuevo" es dejar de esperar a que las cosas mejoren por sí solas y, en cambio, reconocer lo que es esencial y ayudar a los demás ahora, dijo el Papa Francisco.
"Hoy, al comienzo del año, en lugar de sentarnos a pensar y a esperar que las cosas cambien, nos vendría bien preguntarnos: ‘Yo, ¿hacia dónde quiero ir este año? ¿A quién voy a hacer el bien?'", dijo.
"Muchos, en la Iglesia y en la sociedad, esperan el bien que tú y sólo tú puedes hacer, esperan tu servicio", dijo en la Misa del 1 de enero, fiesta de María, Madre de Dios y la Jornada Mundial de la Paz.
Mientras el Papa Francisco presidía la liturgia en la Basílica de San Pedro y daba la homilía, el Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, fue el celebrante principal en el altar.
En su homilía el Papa reflexionó sobre cómo los católicos comenzamos un nuevo año contemplando la maternidad de María, que "nos bendice con su Hijo entre los brazos, nos trae la ternura de Dios hecho carne".
"María nos da esperanza", dijo, y "nosotros, al inicio de este año, necesitamos esperanza, como la tierra necesita la lluvia".
El Papa Francisco pidió a la gente que ore a María para que acompañe al difunto Papa Benedicto XVI en su paso "de este mundo a Dios". Y, antes de encabezar el rezo del Ángelus después de la Misa, el Papa pidió que la gente "se una, con un solo corazón y una sola alma, para dar gracias a Dios por el don de este fiel servidor del Evangelio y de la Iglesia", quien murió el 31 de diciembre.
Durante la Misa, las oraciones de los fieles incluyeron una petición de que el Señor "lo acoja amablemente en el reino de la luz y la paz".
En su homilía, el Papa también pidió rezar a María "por los hijos que sufren y ya no tienen fuerzas para rezar, por tantos hermanos y hermanas afectados por la guerra en tantas partes de mundo, que viven estos días de fiesta en la oscuridad y a la intemperie, en la miseria y con miedo, sumergidos en la violencia y en la indiferencia".
Dios quiere traer su paz a los hogares, los corazones y el mundo de las personas, dijo. Sin embargo, para recibir esa paz, los fieles deben ir "a toda prisa" al encuentro del Señor, como lo hicieron los pastores de Belén.
"Para acoger a Dios y su paz no podemos quedarnos inmóviles, no podemos permanecer esperando cómodamente a que las cosas mejoren", dijo el Papa. “Hay que levantarse, aprovechar las oportunidades que nos da la gracia, ir, arriesgar”.
“Hoy, ante la pereza que anestesia y la indiferencia que paraliza nuestro corazón, ante el riesgo de limitarnos a quedarnos sentados delante de una pantalla, con las manos sobre un teclado, los pastores hoy nos estimulan a ir, a movernos por lo que sucede en el mundo, a ensuciarnos las manos para hacer el bien", dijo.
Con el comienzo de un nuevo año, dijo el Papa, las personas necesitan tomarse un tiempo de sus vidas ocupadas para acercarse a Dios, "para escuchar su Palabra, para rezar, para adorar, para alabar".
Dedicar tiempo a lo que realmente importa también incluye dedicar tiempo a los demás, añadió, por ejemplo, escuchando a los demás, especialmente a los mayores, y hablando "con los hijos, para preguntarles cómo se sienten por dentro, no sólo cómo van los estudios y la salud".
En su Ángelus después de la Misa, el Papa dijo que María recuerda a los fieles que "si queremos realmente que el nuevo año sea bueno, si queremos reconstruir la esperanza, hay que abandonar los lenguajes, los gestos y las decisiones inspiradas en el egoísmo."
Las personas debemos "aprender el lenguaje del amor, que es cuidado. … Cuidar nuestra vida -- cuidar de nuestro tiempo, de nuestra alma; cuidar la creación y el ambiente en el que vivimos; y, aún es más, cuidar a nuestro prójimo, a aquellos a los que el Señor nos ha puesto al lado, como también a los hermanos y a las hermanas que están necesitados e interpelan nuestra atención y nuestra compasión", dijo.