Por el Dr. Greg Popcak
La Cuaresma es un tiempo de reparación: un período en el que experimentamos dolor por los pecados cometidos y un deseo genuino de ser mejores personas. Pero, ¿qué significa arrepentirse? ¿Cuáles son los componentes de un arrepentimiento auténtico?
No importa si estamos pidiendo perdón a Dios, a nuestro cónyuge, a un familiar o a un amigo. Siempre puede resultar difícil decir: 'Perdón'. Y aún más difícil puede ser hacerlo con una verdadera intención. A veces, cuando alguien nos pide perdón, sentimos que falta algo. Esto suele ser así porque, en ocasiones, efectivamente falta algo. ¿Pero qué es?
Al expresar nuestro arrepentimiento durante esta Cuaresma por las maneras en que nuestras vidas no reflejan el plan que Dios tiene para nosotros, es importante asegurarnos de que nuestras disculpas contengan todos los componentes de un sincero arrepentimiento. Los investigadores señalan que las disculpas genuinas suelen incluir tres elementos: empatía, restitución y criterios objetivos.
Cuando las personas ofrecen una disculpa sincera basada en un arrepentimiento genuino y no en una mera obligación, suelen expresar una comprensión emocional real de cómo sus acciones nos hirieron. "Siento mucho haberte hecho eso. Nunca quise tratarte así. Entiendo cuánto te he lastimado. Por favor, perdóname".
La persona que se arrepiente de verdad no busca excusas ni intenta minimizar el daño diciendo que "sólo estaba bromeando", o que la persona lastimada necesita hacerse fuerte o tener un mejor sentido del humor. En cambio, comprende el impacto de sus acciones y muestra empatía.
Cuando expresamos nuestra tristeza a Dios durante esta Cuaresma, ¿lo hacemos simplemente para cumplir con las formalidades del arrepentimiento, o nos permitimos sentir una tristeza genuina por el dolor que le causamos al rechazar sus intentos de amarnos y restaurarnos?
Cuando las personas ofrecen una disculpa sincera, no se limitan a "decir las palabras mágicas". Tratan de corregir su error. Si no saben cómo hacerlo, te preguntan qué necesitas que hagan para sanar el daño causado. Dicen cosas como: "La próxima vez que me enfade tanto por algo, voy a hacer esto en lugar de aquello", o "De veras quiero solucionar esto. ¿Qué puedo hacer para recuperar tu confianza?".
La restitución no consiste en pedir a las personas que hagan cosas solo para ver cómo obedecen. Se trata más bien de comprometerse con el proceso de reconciliación y sanar las heridas causadas por nuestras acciones.
Cuando nos confesamos en esta Cuaresma, ¿pensamos detenidamente en cómo vamos a manejar situaciones problemáticas similares de manera diferente en el futuro? Escuchar las palabras "Yo te absuelvo" es sólo el comienzo. ¿Cómo permitiremos que la gracia de esa absolución nos impulse a curar las heridas que nuestras acciones han causado a quienes amamos, y cómo podemos asegurarnos de evitar esos comportamientos conflictivos la próxima vez que nos sintamos tentados a seguir un camino similar?
Las personas verdaderamente arrepentidas no se refugian en la creencia de que "el verdadero problema" es que los demás esperan demasiado de ellas. Si realmente lo sentimos, reconocemos que la persona a la que hemos herido realmente esperaba más de nosotros.
¿Cuántas veces los demás nos piden disculpas de manera que nos hacen sentir avergonzados por pretender que sean fieles, dignos de confianza o respetuosos? ¿Con qué frecuencia las disculpas que nos ofrecen los demás suenan como: "Lo siento, pero ¿no crees que estás siendo un poco controlador/sensible/prejuicioso/demandante/exigente/injusto?".
La persona que ofrece una disculpa sincera reconoce que sería razonable esperar lo que estás pidiendo de ellas en una situación similar. "Tienes toda la razón en esperar más de mí. Lamento mucho haberte decepcionado".
En nuestra relación con Dios, ¿cuántas veces pensamos que nos pide demasiado? Claro, nos arrepentimos de lo que hicimos, pero el verdadero problema es que Él espera que seamos santos. ¡Si, escuchaste bien, santos! ¿Puedes creerlo? ¡Qué ridículo suena!
Cuando el tiempo de Cuaresma haya terminado, ¿seguiremos simplemente diciendo que Dios tiene pensadas grandes cosas para nosotros, o abrazaremos el hecho de que cada día nos llama a tener una unión más profunda con Él y alcanzar una mayor perfección en Su gracia?
El verdadero arrepentimiento, ya sea hacia Dios o hacia los demás, no se trata de dar lástima para que la otra persona se sienta mal y nosotros nos sintamos menos culpables.
Pedir disculpas se trata de cargar con nuestra cruz y aceptar el esfuerzo que implica cambiar nuestra manera de actuar, no para cumplir con un requisito espiritual, sino para participar de manera más efectiva en el proceso de sanación que nos permite alcanzar el destino al cual hemos sido llamados: la unión amorosa con Dios.