(OSV News) -- Curar las heridas de la invasión a gran escala de Rusia en Ucrania requiere décadas de esfuerzo y la voluntad de enfrentar el gran sufrimiento humano, expresaron los expertos en un panel de discusión organizado por el Instituto Lumen Christi de la Universidad de Chicago el pasado 23 de febrero.
Cualquier teología de sanación para Ucrania debe comenzar primero con una persona -- no con un "punto de partida" -- explicó el Arzobispo Metropolitano Borys Gudziak de la Archieparquía ucraniana de Filadelfia, líder de los católicos ucranianos en Estados Unidos.
"Lo fundamental para Jesús era ver la realidad concreta. El Papa Francisco ha estado llamando a los católicos durante los últimos 10 años a no ser abstractos, sino a ver el sufrimiento de los pobres y marginados", dijo el arzobispo.
Citando la parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 29-37), el arzobispo Gudziak comparó a Ucrania, cuyo pueblo ha soportado "una oleada genocida tras otra" a lo largo de los siglos, con "la víctima herida que hoy se encuentra frente a nosotros".
Las represiones repetidas, hambrunas, y ejecuciones masivas, particularmente durante el siglo XX bajo los regímenes soviético y nazi, mataron a millones de ucranianos, explicó el arzobispo.
Después de declarar su independencia de la antigua Unión Soviética en 1991, Ucrania, que en ese momento poseía el tercer arsenal nuclear más grande del mundo, "no solo quería la paz, sino que se hizo así misma completamente vulnerable por la paz", manifestó el arzobispo Gudziak.
Más tarde, Ucrania firmó el Memorando de Budapest de 1994, según el cual Estados Unidos, el Reino Unido, y la Federación Rusa comprometieron garantías de seguridad a Ucrania a cambio de que renunciara a sus armas nucleares.
Dos décadas después, Rusia violó el acuerdo al invadir la región ucraniana de Crimea mientras apoyaba a facciones separatistas en las provincias de Donetsk y Lugansk. Desde el 2014 al 2021, unos 14,400 ucranianos murieron y 39,000 resultaron heridos en ataques rusos, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Desde la invasión de febrero de 2022, más de 8,000 civiles ucranianos han muerto y más de 13,200 han resultado heridos. Oficialmente, 13,000 soldados ucranianos han muerto, según el gobierno de Ucrania, aunque es probable que el número real sea mucho mayor. Se han registrado más de 8 millones de refugiados en toda Europa, de los cuales, 4.85 millones tienen algún tipo de protección temporal, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
De acuerdo al gobierno de Ucrania, más de 16,200 niños ucranianos han sido secuestrados por Rusia, mientras que los crímenes de guerra denunciados, incluyendo violaciones, torturas, y ejecuciones sumarias, alcanzan a 66,000. Ucrania ha presentado cargos de genocidio por parte de Rusia ante la Corte Internacional de Justicia.
"Esta es la víctima herida que se encuentra frente a nosotros hoy", declaró el arzobispo Gudziak. "La pregunta es, ¿pasamos de largo? ¿Tenemos una discusión teórica o tocamos sus heridas, levantamos a la persona golpeada, le damos consuelo y aseguramos justicia?
El diácono Perry Hamalis, diácono ortodoxo griego y profesor de religión en North Central College, señaló que Rusia, a diferencia de Alemania, nunca ha tenido en cuenta las atrocidades de su pasado totalitario, y mucho menos su presente.
En diciembre de 2021, la Corte Suprema de Rusia ordenó el cierre del Memorial International, que llevaba alrededor de tres décadas documentando los crímenes soviéticos.
"Uno de los aspectos más importantes para la posibilidad de paz en el futuro tiene que ver con el reconocimiento de la responsabilidad y los actos de arrepentimiento genuino. La voluntad de ver . . . y decir: 'Nos equivocamos. Hemos violado nuestra identidad, nos disculpamos por lo que ha pasado y estamos ansiosos por comenzar de nuevo y seguir adelante'", manifestó el Diácono Hamalis.
Este reconocimiento debe incluir "no solo la necesidad de juicios por crímenes de guerra, que son absolutamente necesarios en el contexto posterior a la guerra", dijo el diácono Hamalis. También debe haber un "arrepentimiento auténtico" que reconozca que el concepto imperialista de "Russkiy mir" ("mundo ruso") -- invocado por el presidente ruso Vladimir Putin para justificar la agresión contra Ucrania -- es "una ideología, no una teología" que ha "destruido profundamente" la eclesiología de la Iglesia Ortodoxa rusa, dijo el diácono Hamalis.
"Russkiy mir . . . es una distorsión absoluta de lo que significa pensar en términos de un Cristo, donde uno es bautizado en Cristo ante todo . . . como hijo de Dios, miembro de un cuerpo que incluye a todas las demás personas", expresó el diácono Hamalis.
El daño provocado dentro de la Iglesia Ortodoxa se ha extendido mucho más allá de las fronteras de Rusia, dijo Gayle Woloschak, presidenta de la Asociación Cristiana Ortodoxa de Medicina, Psicología y Religión, quien afirmó que el conflicto "ha dividido muy fuertemente a la Iglesia Ortodoxa en Estados Unidos y esto ha sido muy doloroso".
Elizabeth Prodromou, académica visitante en el Programa de Estudios Internacionales en Boston College y miembro principal no residente en el Centro Eurasia del Consejo Atlántico, sugirió que las iglesias deben "mirar a los Evangelios . . . el lenguaje, los recursos, y las enseñanzas de la iglesia para encontrar diferentes términos" -- tales como "amor, paz, justicia, juicio, misericordia, perdón, y arrepentimiento" -- para avanzar en el proceso de curación.
El arzobispo Gudziak advirtió que "el camino hacia la paz no será fácil", ya que la invasión de Rusia "no es una historia fácil", sino más bien "una historia de derramamiento de sangre" y "marcada por la tortura", que ha producido "un trauma muy, muy profundo".
"La paz real y la justicia significan que Ucrania nunca será una colonia de Rusia", expresó. "Eso no es negociable, porque es una cuestión de dignidad humana dada por Dios".