Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano
Han pasado cinco años desde el Quirógrafo, fechado el 15 de agosto de 2016, del Papa Francisco para el nombramiento de Monseñor Vincenzo Paglia como Gran Canciller del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia y como Presidente de la Pontificia Academia para la Vida. En estos años y en el último periodo sacudido por la pandemia, el camino trazado en estas peculiares y cruciales áreas se entrelaza con nuevos retos. En Vatican News, Monseñor Paglia expresa su preocupación por el avance de una "concepción salubrista de la vida". Y se detiene, en primer lugar, en los pasos dados por el ahora llamado "Instituto Teológico Pontificio Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia".
El Instituto necesitaba una profunda renovación, en primer lugar, en el plan de estudios. El nuevo título que ha asumido el Instituto, conservando la inspiración de Juan Pablo II, añade dos términos: teología y ciencias. Así, el nuevo título es Instituto Teológico para las Ciencias del Matrimonio y la Familia. Y en este sentido, el nuevo plan de estudios es realmente un plan de estudios que aborda, en un sentido holístico, las cuestiones relacionadas con la familia y el matrimonio: desde lo teológico a lo moral, a lo pastoral, a las humanidades, a lo antropológico, a lo jurídico, a lo económico. Se añadieron nuevas cátedras precisamente para que la reflexión sobre esta piedra angular de la vida y la sociedad de la Iglesia se abordara de forma cuidadosa y profunda y en diálogo con toda la tradición de la Iglesia. Y con las condiciones actuales del mundo contemporáneo.
En este sentido, también se ha producido un brote de reflexión sobre el vínculo que el Instituto quiere tener con la sociedad. Durante el tiempo de la pandemia, se reflexionó, en particular, a través de una nueva cátedra creada a tal efecto, que, no por casualidad, se llama "Gaudium et Spes". Y ha habido seminarios y conferencias de gran interés. Por ejemplo, el tema de la natalidad también se abordó con la intervención de un científico chino que mostró los problemas relacionados con la natalidad en China. Abordamos la cuestión de la familia en estos tiempos de crisis. A continuación, también se emitieron numerosas conferencias a través de la web en todas las partes del mundo para ayudar a las Iglesias locales, y también a los distintos Institutos de la Familia, sobre temas actuales de Covid. La familia resultó ser uno de los puntos estratégicos para la supervivencia en esta dramática situación que la pandemia ha creado en todo el mundo.
Este otro organismo de la Santa Sede, la Pontificia Academia para la Vida, también recibió un nuevo impulso tras la exhortación del Pontífice y el encargo que me ha confiado el Papa Francisco. En esta perspectiva, el contenido mismo de la palabra "vida" también se ha ampliado. Es importante, por ejemplo -y este será el tema de la próxima Asamblea General- la dimensión de una ética global. También se ha creado una Fundación para tratar todo el tema de las nuevas tecnologías y, por tanto, una Fundación sobre inteligencia artificial. Este también es un punto crucial, precisamente porque las nuevas tecnologías dan al tema de la vida la urgencia de una nueva frontera que hay que cruzar. Y esto no sólo en relación con la tecnología. Se ha creado un grupo de reflexión de teólogos que en las últimas semanas ha lanzado un llamamiento a teólogos y científicos para que afronten juntos las urgencias de este tiempo. Una época en la que la tecnología corre el riesgo de ser la nueva religión del futuro. En este sentido, la Pontificia Academia para la Vida considera necesario que tanto la teología como la ciencia encuentren una nueva alianza, un nuevo diálogo y un nuevo encuentro.
Estoy profundamente preocupado porque una concepción vitalista de la vida, una concepción juvenilística y salubrista se va insertando en la sensibilidad de la mayoría, según la cual se expulsa todo lo que no corresponde a un determinado bienestar y a una determinada concepción de la salud. Existe la tentación de una nueva forma de eugenesia: quien no nazca sano no debe nacer. Y junto a esto hay una nueva concepción de la salud por la que los que nacen y no están sanos deben morir. Es la eutanasia. Es una insinuación peligrosa que envenena la cultura. En este sentido, es indispensable que la Iglesia recuerde a todos que la fragilidad, la debilidad, es parte constitutiva de la naturaleza humana y de toda la creación. Y esto exige una nueva relación de fraternidad entre todos. La debilidad exige la urgencia de la fraternidad porque es en la fraternidad donde nos cuidamos unos a otros. Es en la fraternidad donde nos apoyamos unos a otros. Es en la fraternidad -recordamos la encíclica "Fratelli tutti"- donde podemos perfilar un futuro más humano para todos.
Exactamente, y no es casualidad que la Pontificia Academia para la Vida haya querido llamar a todos, en los últimos meses y precisamente a causa de la pandemia, a reflexionar sobre aquellas personas que de hecho han sido descartadas y olvidadas. Personas que han pagado amargamente la pandemia. Me refiero a los ancianos, los discapacitados y los niños. Es urgente volver a partir de los débiles, de los más frágiles, podríamos decir de las periferias de la vida, para construir un mundo verdaderamente humano para todos. No hay que dejar a nadie atrás.
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