Ciudad del Vaticano
"La Iglesia cumple también su compromiso en el formar el verdadero significado de toda acción dirigida a custodiar, proteger y garantizar la vida sobre y de la tierra": comienza así la carta del Papa Francisco al Cardenal De Donatis, en el marco del nuevo Curso de Estudios de Ecología en la Universidad Lateranense, instituido oficialmente esta mañana con el Acto Académico, presidido por el Santo Padre, en el que participó además Bartolomé I. Se trata de un compromiso, subraya el Pontífice, que implica a todos, creyentes y no creyentes, para garantizar un futuro sostenible a los jóvenes, pero también "para proporcionar los instrumentos que permitan salvaguardar los distintos ecosistemas y sus componentes, sabiendo que no nos es dado disponer de ellos sin medida".
Lo exige, pues, la grave repercusión que la falta de conciencia ecológica provoca no sólo en el medio ambiente, sino en las relaciones humanas y en la vida social, alimentando esa cultura del descarte que significa ante todo exclusión, pobreza, desigualdad, desplazamiento forzado de poblaciones, insatisfacción de necesidades básicas.
El Santo Padre subraya el vínculo entre el cuidado de la creación y el progreso de la ciencia, la relación entre culturas, la construcción de la paz y la cooperación, y todos los principios de la vida social. Y observa que "ante la degradación que amenaza al planeta, expresiones como libertad, justicia, respeto mutuo, solidaridad, equidad, bien común, quedan desprovistas de todo sentido y se utilizan para 'justificar cualquier acción'" (Fratelli tutti, 14).
Francisco escribe que la preocupación ecológica de la Iglesia católica está enraizada en su propia doctrina social, en la que tienen cabida principios como "el destino universal de los bienes, el uso racional de los recursos", junto con indicaciones operativas como "la prevención de los daños al medio ambiente, la estabilización del clima, la conservación de la biodiversidad, del agua y de la tierra". Y evidencia:
No podemos olvidar que es gracias al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla si entre los cristianos ha madurado la preocupación por la cuestión ecológica, por la preservación de los dones de la creación, del patrimonio natural, incluso con numerosas iniciativas para sensibilizar y exhortar a los creyentes y a otras comunidades religiosas a respetar el medio ambiente. Una reflexión que ante la extinción de las especies, la destrucción de la diversidad biológica, el cambio climático provocado por la destrucción de los bosques, la contaminación del agua, del aire y de la vida, la Iglesia no ha dudado en decir: "estos son pecados" (Bartolomé I, Discurso en el Simposio sobre el Medio Ambiente, Santa Bárbara, Estados Unidos, 8 de noviembre de 1997).
El objetivo común de los cristianos de proteger la creación ha contribuido a profundizar el diálogo entre las Iglesias, observa el Papa, llevándolo a comprender la centralidad del papel educativo representado por las universidades, "lugar simbólico de ese humanismo integral que necesita renovarse y enriquecerse continuamente a través del entrelazamiento del conocimiento, de las artes y de las ciencias". La carta afirma que corresponde a las universidades proponer "un impulso cultural valiente y coherente y un proyecto científicamente válido" en su oferta educativa para responder a los retos actuales. El Papa continúa diciendo:
Por esta razón, he pensado incluir los Estudios de Ecología y Ambiente en el sistema de estudios eclesiásticos entre "las demás ciencias, en primer lugar de las ciencias humanas, que están más estrechamente relacionadas con las disciplinas teológicas o con la obra de evangelización" (Constitución Apostólica Veritatis gaudium, Art. 85, a) y, en unión con el Venerable Hermano Bartolomé I, establecer en la Universidad del Obispo de Roma un Ciclo de Estudios de Ecología y Ambiente. Cuidado de nuestra Casa Común y protección de la Creación. Un programa de alta formación en el que las sedes de los apóstoles Pedro y Andrés podrán trabajar en sinergia para continuar, también en este ámbito, su misión de anunciar la Buena Nueva a todos los pueblos.
El texto contiene los detalles del nuevo ciclo de estudios encomendado a la Lateranense, con la colaboración de otros organismos académicos vinculados de diversas maneras a las dos Iglesias, y que se articulará en los campos disciplinarios de la teología, la filosofía, el derecho y todas las ciencias del ámbito económico, social, ecológico y medioambiental. La Universidad otorgará los títulos académicos previstos para los tres ciclos de enseñanza universitaria. El Papa especifica también que la iniciativa está abierta "a otras Iglesias cristianas y comunidades de creyentes que deseen unirse al nuevo camino académico". Además, en el ciclo de estudios "podrá funcionar una Cátedra UNESCO sobre el futuro de la educación para la sostenibilidad" con el fin de promover la educación a la responsabilidad ecológica en todo el mundo. La carta concluye con un deseo que el Papa Francisco dirige a todos los que están y estarán involucrados en la realización de la nueva iniciativa académica:
Que el Dios misericordioso derrame su luz sobre nuestros pasos, para que el servicio y la preocupación por el planeta se inspiren siempre en la alegría de sentirnos custodios responsables de la obra de Dios creador.