Xavier Sartre - Ciudad del Vaticano
Los hechos tuvieron lugar durante la madrugada del miércoles 7 de julio en la residencia privada del Presidente por manos de un grupo armado aún no identificado formado por elementos extranjeros. Algunos hablaban español. La esposa del presidente, Martine Moise, resultó herida de bala en el atentado y se encuentra hospitalizada. Uno de los hijos del presidente, presente durante el ataque, está a salvo. El Primer Ministro saliente, Claude Joseph, dijo que la policía y el ejército mantendrían ahora el orden en la isla y declaró el estado de sitio. En una declaración emitida a las 5 de la mañana, hora local, condenó "un acto atroz, inhumano y bárbaro". Aseguró que se estaban tomando todas las medidas para garantizar la continuidad del Estado y proteger a la nación. La democracia y la República ganarán, dijo.
El Presidente Moise acababa de nombrar el lunes a un nuevo Primer Ministro en la persona de Ariel Henry, con la tarea de organizar las elecciones. La noticia ha desestabilizado el clima político y de seguridad de este pequeño país, el más pobre del Caribe, que ya es muy frágil debido a las bandas que practican el secuestro y rescate. Casi 18.000 haitianos ya han huido de sus hogares para escapar de estos criminales.
"Es una gran sorpresa para nosotros", dijo el obispo Alphonse Quesnel de Fort-Liberté, a 200 km de Puerto Príncipe. "No pensábamos repetir lo que ocurrió hace más de un siglo, en 1915", cuando el entonces presidente, Vilbrun Guillaume Sam, fue asesinado, lo que provocó la intervención armada de Estados Unidos. "Durante algún tiempo, sentimos que había mucha tensión en el país, especialmente con el aumento de los grupos armados. Toda la situación ha creado pánico", continuó el obispo, recordando que la Conferencia Episcopal se había pronunciado varias veces sobre el tema.
Mientras se espera saber quién está detrás de este asesinato y cómo reaccionará la población, Monseñor Quesnel extrae ciertas lecciones de los últimos acontecimientos. "Cuando se tienen las riendas del poder, hay que aprender a ser flexible [...] y humilde", dijo, en referencia al endurecimiento del Presidente Moisés en los últimos meses. "Estábamos en una situación muy caótica".
Para salir de ella, el obispo de Fort-Liberté recomienda sentarse y mirar la realidad a la cara y someterse a "una verdadera conversión". La conferencia episcopal tiene un gran papel que desempeñar, según el obispo Quesnel, para inculcar los valores del Evangelio. El asesinato del presidente debe ser la ocasión para "crear un cambio de mentalidad". "Ahora estamos obligados a unirnos porque la nación está en juego".
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