(OSV News) -- A pesar de que la economía de América Latina ha crecido en los últimos dos años tras una fuerte contracción en el 2020, la región aún no supera los fuertes impactos que el COVID-19 dejó en su tejido social, según un informe publicado por el Concejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, o CELAM.
El documento titulado Las Sociedades de América Latina y el Caribe en el Contexto de la Post Pandemia señala que el PIB de la región creció 6,8% en 2021 (luego de la caída de -6,2% de 2020), y 4% el año pasado. Sin embargo, los niveles de pobreza y desnutrición en la región aún no bajan a niveles pre-pandémicos, y el número de empleos formales no supera los puestos registrados en el 2019. También se prevé que una tendencia de desaceleración del crecimiento continúe en el 2023 y 2024. Mientras tanto crece la polarización política en muchos países, así como el descontento con las democracias de la región.
El informe de más de 100 páginas del Centro de Gestión del Conocimiento del CELAM presenta cifras recopiladas por varias entidades internacionales y encuestadoras, y urge a los creyentes a no ser indiferentes ante la crisis social y política que atraviesa la región.
Además, señala que los países de Latinoamérica y el Caribe tardarán años en recuperarse de la pandemia, si sus gobiernos no toman medidas "inmediatas para impulsar un proceso de recuperación".
"Estamos ante una cascada de crisis que ha exacerbado las desigualdades y carencias de la región", dijo el informe.
"Necesitamos crecer con más trabajo, con más empleo, con más producción de riqueza", dijo Agustín Salvia, el coordinador del estudio, durante un conversatorio del 24 de agosto, auspiciado por CELAM. "Pero también con políticas que permitan la redistribución de esas ganancias a los más desfavorecidos … no para darles más dinero, sino para generar más trabajo".
A pesar del crecimiento del PIB en los últimos dos años, impulsado en gran parte por la exportación de materias primas, la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) de CELAM calculó que, en el 2022, 32% de los habitantes de Latinoamérica -- 201 millones de personas -- vivían en la pobreza, mientras que 13% -- 82 millones de personas -- estaban en condición de pobreza extrema, y no contaban con los ingresos suficientes para adquirir una canasta básica de alimentos.
La tasa de pobreza extrema no había subido al 13% en la región, en dos décadas, nota el informe de CELAM.
La situación tampoco es fácil cuando de empleo se trata. Según cálculos de la Organización Mundial de Trabajo (OIT), la tasa de desempleo en la región rondó en 9,3% en 2022, superando aún la tasa de desempleo precovid de 7,9%. Además, los cálculos de la OIT indican que la mitad de los empleos en la región son informales.
En los últimos años ha subido también la desnutrición en la región, según cifras recopiladas por la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Estas indican que, en América Latina, el 14% de la población experimentó inseguridad alimentaria grave -- no consumir alimentos por un día o más -- en el 2021, en contraste con el 11,7% a nivel mundial. Antes de la pandemia la inseguridad alimentaria grave afectaba al 9,9% de los habitantes de la región, según el informe presentado por CELAM.
Mientras tanto crece la frustración con los gobiernos de la región, abriéndole paso a políticos que proponen propuestas radicales para abordar problemas como el crimen y la pobreza.
Aunque, en el 2021, 6 de cada 10 latinoamericanos afirmaron en una encuesta anual realizada por Latinobarómetro, que la democracia es la mejor forma de gobierno, solo el 43% dijo estar satisfecho con este sistema de gobierno. Además, sólo una de cada tres personas manifestó creer que sus derechos básicos se encuentran protegidos.
"Esto es un dato alarmante", señala el informe de CELAM. "Ya que implica desconfianza en las instituciones y escepticismo respecto al funcionamiento de los órganos del Estado".
Para Salvia, que también dirige el observatorio socio-antropológico pastoral de CELAM, estas cifras indican una necesidad urgente, para que los gobiernos incrementen la inversión social, mediante consensos entre diferentes sectores.
"Se va a requerir de sociedades estatales más integradas a la vida social", señaló durante el conversatorio en agosto. "La principal debilidad no está en el pueblo" que ha trabajado duro para salir de la crisis económica causada por la pandemia, dijo el académico "sino en nuestras dirigencias, que no han sido capaces de entender y representar lo que ocurre en el campo social".
En este contexto, el informe sugiere que la Iglesia Católica ratifique su opción preferencial por los pobres y por la construcción de sociedades solidarias, y se adentre en las comunidades más desfavorecidas, no sólo para ayudar a resolver carencias, sino también para fomentar la esperanza y el encuentro con Jesucristo.
"No basta con la reapertura de los templos y el acceso a actividades en los distintos escenarios eclesiales; hoy más que nunca debemos ser una Iglesia en Salida", dice el informe.
Mónica Chávez Aviña, la presidenta del Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana, resaltó durante el conversatorio, que el difícil panorama que vive la región presenta un desafío también para la sociedad civil.
"Tenemos nosotros que también decir basta, no más a esta situación de injusticia que estamos viviendo", señaló la teóloga.
Chávez Aviña aseguró que el informe también nos llama a "mirar el sufrimiento del otro, buscar las causas y hacer lo posible para que esas causas desaparezcan y no se vuelvan a repetir".