Amedeo Lomonaco - Ciudad del Vaticano
En la audiencia general de este miércoles 30 de marzo, luego de la catequesis, el Pontífice dirigió “un saludo especialmente afectuoso”, acompañado de un efusivo aplauso, a los niños ucranianos, acogidos por la Fundación Aiutiamoli a vivere (“Ayudémolos a vivir”), la Asociación Puer y la Embajada de Ucrania ante la Santa Sede, acompañando el saludo de una nueva condena al horror que está ensangrentando al este europeo.
“Con este saludo a los niños volvemos también a pensar en esta monstruosidad de la guerra y renovamos las oraciones para que se detenga esta crueldad salvaje que es la guerra”, afirmó el Santo Padre.
“En este último tramo del camino cuaresmal, miremos a la Cruz de Cristo, máxima expresión del amor de Dios, y esforcémonos por estar siempre cerca de los que sufren, de los que están solos, de los débiles que sufren violencia y no tienen quien los defienda”, agregó.
La misión de la asociación "Puer" es aplicar medidas de apoyo a las realidades sociales precarias, prestando especial atención a la protección de los menores en situación de desamparo.
La historia de la asociación se cruza con un acontecimiento dramático: la explosión de un reactor de la central nuclear de Chernóbil el 26 de abril de 1986. Desde entonces, miles de niños, principalmente de Bielorrusia, uno de los países más afectados por la radiación, han sido llevados a zonas no contaminadas. La fundación "Ayúdales a vivir" también se ha visto animada por la valiosa contribución de personas de buena voluntad que se pusieron a trabajar espontáneamente para ayudar a los niños afectados por la catástrofe nuclear de Chernóbil. En los últimos días, una delegación de esta fundación ha viajado a los países fronterizos con Ucrania para llevar ayuda humanitaria, como alimentos, ropa, mantas, zapatos y medicamentos.
En Ucrania, debido al conflicto desencadenado el pasado 24 de febrero, fallecieron al menos 144 niños. Lo informan fuentes ucranianas, subrayando que casi la mitad de las víctimas se registra en Kiev.
Con base en datos difundidos por UNICEF, son al menos 4 millones y 300 miles los menores desplazados, son más de 1,8 millones los niños que han llegado a los países limítrofes como refugiados y 2,5 millones los desplazados internos. “La guerra causó uno de los más rápidos desplazamientos a larga escala de niños desde la Segunda Guerra Mundial”, declaró la Directora General de UNICEF, Catherine Russell: “Esto es un triste resultado que podría tener consecuencias duraderas para las generaciones que vienen”.
La guerra también tuvo consecuencias devastadoras sobre las infraestructuras civiles. Hospitales y escuelas fueron afectadas. El Ministerio ucraniano de la Educación y la Ciencia dio a conocer que más de 500 estructuras dedicadas a la educación. Se estima, además, que al menos 1,4 millones de personas en Ucrania no tienen acceso al agua potable.
UNICEF también subrayó que, en el país de Europa del Este, se registra una reducción de la cobertura para las vacunaciones de rutina y, sobre todo, para las infantiles, incluyendo el sarampión y la poliomielitis. Esto podría llevar rápidamente a focos de enfermedades prevenibles con las vacunas, especialmente en las áreas superpobladas donde la gente se refugia durante las incursiones y los ataques aéreos. La guerra, que cumple 35 días, sigue trayendo traumas y devastación: destruye el futuro, sobre todo el de las nuevas generaciones que necesitan paz y protección.