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En su carta firmada en San Juan de Letrán, el pasado 24 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, el Santo Padre se dirige a su querido hermano, monseñor Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, arzobispo de Trujillo y Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM
Con motivo de la bendición e inauguración de su nueva sede en Bogotá. En su misiva el Papa escribe:
“Quisiera agradecerte a ti y a los demás miembros de la Presidencia la carta en la que me hacen partícipe de ese acontecimiento. Les pido que hagan llegar mi saludo cordial a los Obispos de América Latina y El Caribe, también a los sacerdotes, religiosas, religiosos, laicas y laicos colaboradores, así como a todos los invitados que participan en el evento”
Mientras los invita “a dar gracias a Dios por la feliz conclusión de esa obra material”, el Santo Padre les recuerda “que puede ser de ayuda para llevar adelante proyectos de evangelización y de formación pastoral en apoyo a las Conferencias Episcopales”, y que “es oportuno que tengamos presente que si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los constructores”.
Además, el Pontífice escribe: “Como comunidad de discípulos edificada sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, cuya piedra principal es Cristo sentimos la perenne necesidad de suplicar al Señor Resucitado que impulse y robustezca nuestra misión eclesial con la fuerza de su Espíritu Santo, para estar prontos a discernir los signos de los tiempos y responder, desde la perspectiva de la fe, la esperanza y la caridad, a las necesidades del Santo Pueblo fiel de Dios”.
“No olvidemos que nuestras estructuras materiales sólo tienen sentido cuando están destinadas al servicio, sobre todo, de las hermanas y los hermanos que habitan las más extremas periferias de la vida”
“Y recuerden estar alertas ante las tres idolatrías que siempre amenazan la marcha del Pueblo fiel de Dios: la mediocridad espiritual, el pragmatismo de los números y el funcionalismo que nos lleva a entusiasmarnos por el plan de ruta más que por la ruta”.
El Papa concluye su carta pidiéndoles que hagan extensiva su gratitud a todos los que han colaborado en la realización de ese proyecto. Y añade: “Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide. Y, por favor, no se olviden de rezar por mí”.