SEATTLE (OSV News) -- Aldo Barletta, de la Parroquia de Santa María en Marysville, es el nuevo vicepresidente de crecimiento y enriquecimiento espiritual vicentino de la Sociedad Nacional de San Vicente de Paúl.
Nacido en Barranquilla, Colombia, llegó a los Estados Unidos en 1991 para terminar su carrera de ingeniería eléctrica en la Universidad Estatal de Washington. Casado y con dos hijos, Barletta trabaja en la parroquia de Santa María administrando el sitio web de la parroquia y ayudando con las redes sociales. Además, pertenece al grupo de Renovación Carismática Hispana y se desempeña como asesor espiritual de la conferencia de San Vicente de Paúl, a la que se unió en 2012. También se ha desempeñado como representante regional del Grupo de Trabajo Hispano Latino de SVdP a nivel nacional.
Él habló con Northwest Catholic, la publicación de la Arquidiócesis de Seattle, sobre su vocación como miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Northwest Catholic: ¿Cuál fue el trayecto que recorrió hasta unirse a la Sociedad de San Vicente de Paúl?
Barletta: He sido católico toda mi vida, pero con conocimientos superficiales. Me acostumbré a hacer lo mínimo. Ser espiritualmente mediocre me hizo tomar decisiones equivocadas en mi vida, pero, aun así, me consideraba una "buena persona", cosa común en nuestra sociedad.
No recuerdo cómo sucedió, pero finalmente me di cuenta claramente de que faltaba algo. Sabía que mi relación con Dios no era como debería ser: vivía en piloto automático, absorto en el mundo material.
En ese momento, "casualmente", se inició una oportunidad de estudio bíblico en mi parroquia. Finalmente, abrí mi corazón a lo que Dios había estado intentando decirme toda mi vida. He sido tan bendecido, que necesitaba hacer algo para agradecer a Dios.
Me uní a la Sociedad cuando vi un folleto en Santa María, en el cual se pedía ayuda de alguien bilingüe. Esa fue la puerta que yo necesitaba abrir, estaba allí en mis propias manos. Sabía que era un mensaje, que tenía que hacer algo al respecto.
Northwest Catholic: ¿Qué debe saber la gente acerca de la Sociedad?
Barletta: Muchos dicen que la Sociedad es el mayor secreto de la Iglesia Católica. Cuenta con 800.000 miembros (llamados vicentinos) en 153 países; casi 90.000 de ellos están en los EE.UU., pero la mayoría de la gente no sabe que existimos o de qué se trata. Mucha gente piensa: "Oh, son una tienda de segunda mano o un camión de donaciones".
No tenía idea de que la Sociedad era un magnífico regalo de Dios, un camino para llegar al cielo.
Después de unirme a nuestro grupo parroquial (conferencia), supe que SVdP era una red de amigos, inspirados en los valores del Evangelio, que desean construir un mundo más justo con el objetivo principal de crecer espiritualmente sirviendo a las personas necesitadas a través de las relaciones personales. Encontré una segunda familia. A pesar de que soy el único miembro hispano, me recibieron con los brazos abiertos. Reconocemos, entendemos y celebramos que nuestras diferencias nos hacen más ricos.
Nuestro ministerio no es una agencia que espera que la gente acuda a ella. Vamos a sus casas, incluso si "hogar" significa un automóvil o una tienda de campaña, donde todos podemos tener encuentros significativos. Cuando visitamos a una persona necesitada, reconocemos que realmente nos encontramos con Jesús; es verdaderamente un encuentro con el Cristo que sufre.
Los vicentinos hemos sentido la llamada a servir; es una vocación para nosotros. No somos solo voluntarios que ayudamos cuando nos apetece. En realidad, es una forma de vida.
Northwest Catholic: ¿Puedes compartir algo sobre el trabajo de SVdP en Santa María?
Barletta: Nuestra conferencia recibe aproximadamente 30 solicitudes por semana. El año pasado, además de brindar compasión y amor, proveímos asistencia en 710 casos ayudando a familias y personas con $84.911 destinados a la vivienda, servicios públicos, transporte, medicamentos y muchas otras necesidades. No hay ninguna forma de caridad que sea ajena a la Sociedad. Siempre estamos tratando de ser creativos y encontrar una manera de ayudar.
En un caso reciente, pudimos evitar que una familia se quedara sin hogar y ayudarla a ser autosuficiente. Con lágrimas de gratitud, este prójimo no paraba de agradecernos, pero sabemos que somos meros instrumentos y que el agradecimiento es solo para Dios.
En muchos casos, no podemos proporcionar todo lo que la gente necesita. Estos son los casos difíciles que enfrentamos y que nos pesan en nuestras mentes y corazones, pero es a través de esos casos que aprendemos que debemos entregarlo a Jesús y dejarlo en manos de la providencia. Nos recuerda que Dios tiene el control, no nosotros.
Solo podemos tratar de ayudar a llevar la pesada cruz que cargan nuestras hermanas y hermanos necesitados, caminando juntos con empatía.
Northwest Catholic: ¿Cómo te ayuda ser vicentino a crecer en tu fe?
Barletta: La Sociedad de San Vicente de Paúl ha sido, sin lugar a duda, el canal que Dios me dio en bandeja de plata para mi crecimiento espiritual, a través de los programas de formación, mentoría, patrocinio de asambleas regionales y nacionales, tanto por medio del estímulo como de los desafíos.
Nunca imaginé que unirme a la Sociedad me iba a transformar y hacer de mí una nueva persona al acercarme a Jesús a través de las personas necesitadas.
Aprendí que más que el trabajo humano, orar con fe puede llevarnos a alcanzar lo jamás imaginado. Por eso en la Sociedad, todo lo que hacemos se basa en la oración: Cuando vamos a hacer una visita, durante la visita y después de la visita, rezamos.
Cuando los vicentinos tenemos una reunión, leemos las Sagradas Escrituras, meditamos y hacemos reflexiones. Compartimos nuestros pensamientos, nuestras victorias y debilidades. Al hacer eso, nuestra amistad se hace mucho más fuerte.
Estas prácticas me han enseñado a construir una relación más íntima con Dios.
Northwest Catholic: ¿Cuál es su visión para su nuevo puesto?
Barletta: Ser testigo de mi propia conversión a través de la Sociedad de San Vicente de Paúl me da la confianza de que puedo ofrecer más al aceptar mi nuevo cargo como vicepresidente nacional de crecimiento y enriquecimiento espiritual vicentino.
Estoy seguro de que, con el esfuerzo del equipo, podemos ejecutar un plan para fortalecer el valor fundamental de nuestra espiritualidad vicentino. Mi objetivo es que, como vicentinos, todos lleguemos a un nuevo estándar más alto de excelencia en nuestra vida espiritual.
Es nuestro deber cristiano entregarnos, sin reservas, a nuestra misión de caridad. Nuestra fe debe reflejarse en nuestras acciones. Debemos acercarnos a nuestro Señor de una manera íntima y personal. Debemos tener el celo vicentino de convertirnos en verdaderos discípulos, fieles a la misión del amor.