La Diócesis de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas, México, ha condenado enérgicamente el asesinato de Simón Pedro Pérez López, indígena tzotzil, defensor de los derechos humanos y catequista en la parroquia de "Santa Catarina" de dicha diócesis, quien además fuera presidente de la Organización Civil Las Abejas de Acteal. El hombre fue asesinado el 5 de julio por una persona que luego huyó en una motocicleta. “Con dolor nos enteramos del asesinato de nuestro hermano”, escribe la diócesis en una nota firmada por el obispo local, monseñor Rodrigo Aguilar Martínez, el Auxiliar, Alfaro López, la secretaria - canciller, Arias Sarao y el Vicario de Justicia y Paz, Bezares Selvas.
El comunicado destaca la espiral de violencia que se vive en el Estado de Chiapas y el de pueblos indígenas: una “herida abierta de la Diócesis, multiplicada en incontables evidencias de abuso, injusticia e impunidad, desplazamientos forzados, asesinatos, homicidios políticos, robo de tierras y vehículos”, que recuerda los acontecimientos sucedidos antes de la masacre de Acteal del año 1997.
La diócesis también señala las numerosas amenazas que sufre la población por parte de personas de la autoridad municipal “coludidas con el crimen organizado en la cabecera municipal y diferentes comunidades del municipio de Pantelhó”, así como asesinatos de personas que han quedado sin aplicación de la justicia.
"Como diócesis y de diferentes maneras - se lee en el comunicado - hemos advertido a las autoridades municipales, estatales y federales de dichas situaciones, y hemos sido portavoces de todas estas denuncias y sufrimientos”, pero – observan los firmantes – “parece que hay intereses oscuros que generan la omisión a las denuncias, se minimizan, se atiende con dádivas y programas que no responden a la situación de fondo”.
Ante esta realidad se insta a los tres niveles de gobierno a que no se repitan las "masacres anunciadas" como antes de la masacre de Acteal, a que se garanticen la protección y medidas de seguridad para las personas más vulnerables defensoras de sus derechos humanos y colectivos, y a dar cuenta al pueblo de los avances logrados en los casos que han quedado en la impunidad.
“Que la sangre de Simón Pedro y de todas las personas asesinadas sea semilla para la liberación de los pueblos, para despertar la conciencia de luchar por la paz, para construir un mejor futuro de los niños y niñas indígenas que sufren marginación, persecución y desplazamiento. La sangre clama paz, la sangre clama justicia, pero nunca clama venganza.”
Finalmente, se convoca a la solidaridad nacional e internacional a dar seguimiento a los acontecimientos que se viven en Chiapas.
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