Los coordinadores de movilidad humana y los directores de casas de migrantes en México ven “con tristeza” que la actual política migratoria del Gobierno ha “recrudecido sus acciones de contención de los flujos migratorios”, alejándose “cada vez más” de una visión humanitaria para la atención integral de las personas en contexto de migración. La situación ha derivado – tal como se lee en el mensaje hecho público este 14 de octubre – “en violaciones a los derechos humanos de estas personas”, vale decir en “secuestros, desapariciones forzadas, homicidios, detenciones ilegales, hacinamientos”, etcétera.
La situación ha llevado a la consideración de que “el Gobierno de México ha evadido su responsabilidad de proteger y garantizar el ejercicio de los derechos humanos de las personas en situación de vulnerabilidad, como lo son las personas migrantes”. De ahí que lamentan, las personas a través del escrito, que el Gobierno de México haya delegado “a las casas del migrante de la Iglesia católica, de otras Iglesias y de la sociedad civil en general, la responsabilidad de atender a las personas en contexto de migración” con la omisión “en cumplir con el mandato de promover y defender los derechos humanos de todas las personas, sin importar su nacionalidad, credo religioso, o situación migratoria, establecido en el artículo primero de nuestra Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.
De lo escrito la preocupación de los trabajadores de la Dimensión Episcopal de Pastoral de Movilidad Humana, que ven que, a pesar de las “múltiples denuncias” realizadas desde la academia y de la sociedad civil en general, el Gobierno de México ha “continuado con prácticas de militarización y represión hacia las personas migrantes”, derivantes, por tanto, en “múltiples violaciones a los derechos humanos”.
El escrito subraya la insistencia para que se establezcan alternativas diferentes a la detención y a la regularización migratoria, de modo de evitar las situaciones de violencia. Y es respetuoso, pero “enérgico” el llamado al Gobierno del país “para que su política migratoria abandone la represión hacia las personas migrantes, y cumpla con la encomienda constitucional de hacer efectivos los derechos humanos de todas y todos”.
Consideramos que existen caminos más fraternos para la movilidad humana en general, por ello, seguimos extendiendo nuestra mano al Gobierno de México, siempre en beneficio de las personas migrantes y de las personas mexicanas, sabedores de que creemos en un mundo en el cual somos hermanas y hermanos, hijas e hijos de un mismo Dios, sin fronteras, prejuicios, odios o xenofobia.
El apremiante apelo es a que no se repitan más “san fernandos” o más “cadereytas”:
“No queremos ver más muertes ni dolor, no queremos un México en donde se separen a las familias migrantes. No queremos un país en donde las autoridades municipales, estatales y federales sean cómplices de la delincuencia organizada. No queremos un México en donde se trafique con el cuerpo y el dolor de personas extranjeras que decidieron migrar para encontrar una vida mejor.”
Lo que sí se quiere es una nación fraterna donde todos puedan vivir “sin miedo” y “alegres de que en esta tierra peregrina – leemos - nos recibe el amor, la esperanza y la caridad”. De ahí la exhortación “al pueblo de Dios junto con sus pastores” a “mantener” el espíritu de hospitalidad, de acogida y de hermandad, de modo que se sepa “acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes como miembros de una sola familia” para construir un nosotros “cada vez mas grande”.
El mensaje completo, firmado por + J. Guadalupe Torres Campos, Obispo de Ciudad Juárez, aquí.
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