CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- El proceso sinodal de la Iglesia católica es una invitación a invertir en la formación pastoral y profesional de las mujeres en la Iglesia, dijo la recién elegida presidenta de una red mundial de asociaciones de mujeres católicas.
En una asamblea general de una semana de duración que calificó de "ejercicio de sinodalidad", Mónica Santamarina fue elegida presidenta general de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas, UMOFC, por 832 representantes de organizaciones femeninas católicas de 38 países.
La asamblea se reunió en Asís del 14 al 20 de mayo por primera vez desde la pandemia del COVID-19 bajo el lema "Mujeres de la UMOFC: Artesanas de fraternidad humana para la paz mundial".
"Cuando se reúnen diferentes nacionalidades y culturas hay momentos difíciles, pero se ve cómo el diálogo avanza con comprensión y coexistencia", dijo a Catholic News Service en las oficinas de la UMOFC en el Vaticano el 1 de junio. "Todo contribuye a un ambiente de sinodalidad, de oración y de apertura".
Como red de organizaciones que representa a unos ocho millones de miembros alrededor del mundo, la UMOFC tiene una vista desde arriba sobre el estado de las mujeres católicas en todo el mundo. En su asamblea general, las participantes fijaron las prioridades para los próximos cuatro años de la organización, centrándose en la libertad religiosa, la crisis alimentaria mundial, la promoción del amor familiar, la solidaridad con los migrantes y lo que Santamarina dijo que es particularmente pertinente en la iglesia de hoy: aumentar la formación y la participación de las mujeres en la Iglesia a través de un espíritu de sinodalidad.
En África, América Latina y Asia, dijo, "las mujeres no se sienten capaces de participar" en la Iglesia; "se sienten inseguras". Ese fenómeno está vinculado a brechas en la educación, el salario, la formación laboral y las oportunidades de estudio, sólo agravadas por la pandemia, que impiden a las mujeres desarrollarse plenamente, dijo Santamarina a CNS.
"Una manera de cerrar esas brechas es a través de una mayor formación de las mujeres en todos los sentidos, teológico, pastoral, profesional, para que tengan una mayor y mejor presencia en los diferentes ámbitos de la Iglesia", dijo Santamarina. "Tenemos que trabajar para que cada mujer reconozca toda la dignidad que tiene, todo su potencial, ya que la primera persona en reconocerlo tiene que ser la propia mujer. Tiene que ser consciente de su valía".
El proceso sinodal de la Iglesia ya ha sido un paso importante para que las mujeres sientan que tienen un papel importante que desempeñar en la vida de la Iglesia, dijo.
En marzo, el Observatorio Mundial de la Mujer, un proyecto de la UMOFC que trata de recopilar datos sobre la situación de la mujer católica en todo el mundo, publicó una encuesta a 459 mujeres que desempeñaron un papel de liderazgo en el proceso sinodal a nivel diocesano, nacional o continental.
El observatorio pretende dar visibilidad a las mujeres vulnerables y desarrollar estrategias para apoyarlas con socios eclesiásticos, estatales y no gubernamentales. Durante la asamblea general de la UMOFC se aprobó que se convirtiera en una iniciativa permanente de la organización.
En una audiencia con representantes de la UMOFC el 13 de mayo, el Papa Francisco pidió a los cientos de mujeres reunidas en el Vaticano "que escuchen el lamento de tantas mujeres que sufren en el mundo la injusticia, el abandono, la discriminación, la pobreza o un trato inhumano desde niñas en algunos casos".
Los resultados de la encuesta sinodal, aseguró Santamarina, muestran que la mayoría de las mujeres que participaron en el Sínodo se sintieron escuchadas -- el 55% de las mujeres dijeron que "siempre" o "normalmente" se les escuchó -- pero también que un porcentaje importante sintió que sus opiniones no habían sido tenidas en cuenta. De las encuestadas, el 19% dijo que rara vez se las escuchaba y el 2% dijo que nunca se las escuchaba, mientras que el 20% dijo que no se las había implicado efectivamente en la toma de decisiones durante el proceso sinodal.
Entre los mayores obstáculos a la participación de las mujeres en la Iglesia que surgieron en la encuesta, Santamarina dijo que está el clericalismo -- un sentido de superioridad eclesial por parte del clero a menudo condenado por el Papa Francisco -- junto con el miedo a los hombres por parte de algunas mujeres en la Iglesia. Una forma de combatir esto, propuso, es a través de una mayor presencia de mujeres en los seminarios y a lo largo de la formación sacerdotal, para permitir que mujeres y hombres, y clérigos y laicos, "caminen juntos como iglesia".
"No se trata de sustituir o 'quitar algo', se trata de trabajar junto con las mujeres para que aporten sus dones y darles más voz en la toma de decisiones", dijo, "de lo contrario, la Iglesia está perdiendo una riqueza real, la Iglesia necesita apoyarse en la experiencia de las mujeres".
La encuesta mostró que, si bien algunas regiones, como Europa y América Latina, pedían el diaconado femenino, Santamarina afirmó que el tema más predominante en los resultados era la petición de una mayor participación de las mujeres en la toma de decisiones en la Iglesia.
Aunque Santamarina acogió con satisfacción los cambios en las estructuras de la Iglesia que otorgan a las mujeres una mayor responsabilidad en esta -- calificó de "muy importante" la decisión del Papa de que unas tres docenas de mujeres sean miembros con derecho a voto en el Sínodo de Obispos de octubre – ella subrayó la necesidad de que las mujeres católicas permanezcan unidas en la enseñanza de la Iglesia durante todo el proceso sinodal.
"Cuando empiezas a abrir una puerta, de repente quieres abrirla de par en par. Pero hay que encontrar un equilibrio, esto es importante", dijo. "Para nosotros, es el magisterio del Papa el que nos guía. Siempre estamos bajo la luz del magisterio del Papa, y eso es lo que nos ayuda a no polarizarnos, a no irnos a los extremos".
Santamarina señaló que un temor recurrente y "natural" es que, una vez que termine el sínodo en octubre de 2024, "la Iglesia vuelva a cerrar sus puertas", por lo que afirmó que el impulso para que las mujeres participen más activamente en la Iglesia no debe limitarse al sínodo. Aunque hay que animar a las mujeres a que aboguen por sí mismas, "también necesitan la oportunidad permanente de hacerlo", afirmó.
Asegurar un impulso duradero a la participación de la mujer en la Iglesia implica comprometerse con las jóvenes de hoy, expresó Santamarina, lo que será una de las prioridades de la UMOFC en los próximos cuatro años. Santamarina explicó a CNS que las organizaciones católicas actuales deben aplicar métodos de trabajo flexibles para crear un espacio en el que los jóvenes puedan participar.
"Las mujeres de hoy están sobrecargadas de trabajo, tienen largas jornadas laborales y exigentes responsabilidades familiares, por lo que las opciones para su participación en la Iglesia deben ajustarse a estas realidades", afirmó.
Aunque reconoció que la lentitud de los cambios en la Iglesia puede resultar frustrante para los jóvenes, "los mejores cambios se producen desde dentro, aunque vayan despacio y requieran cierta paciencia", dijo Santamarina.
"El proceso sinodal nos está mostrando lo que es la sinodalidad", afirmó. "Todavía hay muchos desafíos, pero este proceso es un progreso".