Un texto que contiene una "confesión" personal y dolorosa, así como una petición de perdón por los errores y fallos que se produjeron en ese contexto.
"El Papa emérito -escribe el presidente de la Comisión que trabaja desde 2015 para responder a la lacra de los abusos y proteger a sus víctimas- nos ha hecho una descripción íntima del drama de su conciencia modelada por una vida de servicio a Dios y a su pueblo. El mal sufrido por las víctimas de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes y religiosos y su gestión de dichos abusos pesa, con razón y necesariamente, en su conciencia".
Al analizar los efectos en las víctimas de los abusos y en la Iglesia actual, el cardenal arzobispo de Boston señala que el "sobrio testimonio" de Benedicto XVI refleja la conciencia de que ha habido momentos de profunda oscuridad que han marcado a los supervivientes, pero sobre todo indica que el reconocimiento de los "daños irreparables" causados por la Iglesia y los fallos en la prevención de esos daños representan un "desafío" para quienes ocupan hoy puestos de responsabilidad.
La invitación urgente es a hacerlo mejor. El "testimonio" y la profunda "honestidad" de las admisiones del Papa emérito -concluyó el cardenal- deberían ser un estímulo para que todos defiendan a los supervivientes de abusos y protejan a los que hoy dependen del cuidado de la Iglesia.