Renato Martinez - Ciudad del Vaticano
“Los animo a llevar adelante su trabajo caminando junto a las personas con autismo: no sólo para ellos, sino ante todo con ellos. Ustedes lo saben bien, y también hoy han querido decirlo con un gesto: en la plaza de San Pedro, algunas personas con autismo cocinarán y ofrecerán el almuerzo a sus hermanos pobres. Es bello esto. Una iniciativa que testimonia el estilo del buen samaritano, el estilo de Dios”, lo dijo el Papa Francisco a los miembros de la Fundación Italiana para el Autismo, a quienes recibió en audiencia la mañana de este viernes, 1 de abril, en la Sala Clementina del Vaticano.
En su discurso, el Santo Padre recordó que mañana se celebra el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, establecido por la ONU para llamar la atención del mundo sobre las personas con autismo y los diferentes aspectos de su condición. En este sentido, el Pontífice agradeció a la Fundación por el trabajo que desarrolla, en la cual están implicados investigadores, médicos, psicólogos, entidades y asociaciones de familiares, que desde 2015 se han trazado el objetivo común de promover una cultura a favor de las personas que sufren del espectro autista y discapacidad intelectual.
“De hecho, al llevar a cabo proyectos de investigación e iniciativas en favor de los más débiles y desfavorecidos – afirmó el Pontífice – están aportando una valiosa contribución a la lucha contra la cultura del descarte, muy extendida en nuestra sociedad, demasiado centrada en la competencia y el beneficio. Nosotros somos víctimas de esta cultura del descarte”.
Asimismo, el Papa Francisco aprovecho la oportunidad para compartir algunas líneas de reflexión y compromiso. La primera de estas líneas estuvo centrada en la promoción de la cultura de la inclusión y pertenencia contra la cultura del descarte. “La discapacidad, en todas sus formas – precisó el Papa – representa un reto y una oportunidad para construir juntos una sociedad más inclusiva y civil. Por eso es necesario seguir sensibilizando sobre los distintos aspectos de la discapacidad, rompiendo prejuicios y promoviendo una cultura de inclusión y pertenencia, basada en la dignidad de la persona”.
Y poniendo como ejemplo la figura de Santa Margarita de Città di Castello, la joven discapacitada que puso su vida en manos del Señor para dedicarse por completo a la oración y a la ayuda a los pobres, el Santo Padre los animó a promover la dignidad de todos aquellos hombres y mujeres frágiles y vulnerables, que con demasiada frecuencia son marginados porque se les califica de diferentes o inútiles, pero que en realidad son un gran activo para la sociedad no sólo en el campo de trabajo, sino en toda su "vocación".
Un aspecto esencial de la cultura de la inclusión, afirmó el Papa Francisco, es la posibilidad de que las personas con discapacidad participen activamente. “Situarlos en el centro significa no sólo romper las barreras físicas, sino también garantizar que puedan participar en las iniciativas de la comunidad civil y eclesial y aportar su contribución. Esto significa apoyar su proyecto de vida mediante el acceso a la educación, el empleo y los espacios de ocio donde puedan socializar y expresar su creatividad. Esto requiere – precisó el Papa – un cambio de mentalidad. Se han dado grandes pasos en esta dirección, pero los prejuicios, la desigualdad y la discriminación siguen existiendo”.
Otro aspecto importante que resaltó el Santo Padre fue uno de los efectos de la pandemia de Covid-19 que ha tenido un impacto muy grave sobre todo en los más frágiles, los ancianos, las personas con discapacidad y sus familias. Y en las últimas semanas se ha añadido la tragedia de la guerra en Ucrania. “En esta situación nuestra respuesta debe ser la solidaridad, el trabajo en red. Solidaridad en la oración y solidaridad en la caridad que se convierte en un compartir concreto”.
“También en el ámbito de la discapacidad, las comunidades eclesiales y civiles están llamadas a trabajar en red, a colaborar armoniosamente para ayudar a los más débiles y desfavorecidos a hacer oír su voz. De este modo, se aplica la subsidiariedad y se valora la contribución de todos aquellos que llevan mucho tiempo trabajando por las personas con discapacidad, creando una gama amplia y diversificada de apoyos. Dejando de lado las actitudes competitivas, se puede crear una sinergia eficaz que puede tener un profundo impacto en la sociedad”.
El cuarto punto de reflexión del Papa Francisco se centró en la economía que descarta y otra que incluye. Desde tiempos inmemoriales, empezando por la primera comunidad cristiana de Jerusalén, a través de muchas y variadas experiencias, el Evangelio nos ha inspirado a poner la fraternidad en el centro de la economía, para que los pobres, los marginados y las personas con discapacidad no queden excluidos. “El trabajo que realiza la Fundación Italiana para el Autismo también necesita apoyo económico. Por ello – afirmó el Papa – mi gratitud también se dirige a sus benefactores, que al destinar recursos en favor de sus vecinos están construyendo una sociedad más unida, inclusiva y fraternal. Esto también es una forma concreta de hacer negocios solidarios”.