CIUDAD DEL VATICANO (CNS) -- En la víspera de Año Nuevo, creyentes y no creyentes dan gracias por todo lo que han recibido en los últimos 12 meses y expresan sus esperanzas para el próximo año, pero los cristianos están llamados a cultivar su gratitud y esperanza siguiendo el ejemplo de María, dijo el Papa Francisco.
"La fe nos permite vivir esta hora de un modo distinto al de una mentalidad mundana", dijo el Papa durante un servicio de oración vespertino en la Basílica de San Pedro el 31 de diciembre. "La fe en Jesucristo, Dios encarnado, nacido de la Virgen María, da una nueva forma de sentir el tiempo y la vida".
El Papa Francisco dijo que mientras muchas personas expresan gratitud y esperanza en la víspera de Año Nuevo, en realidad, a menudo "les falta la dimensión esencial que es la de la relación con el Otro y con los demás, con Dios y con los hermanos y hermanas".
Con una mentalidad mundana, la gratitud y la esperanza "están aplastadas sobre el yo, sobre los propios intereses", dijo. "No van más allá de la satisfacción y el optimismo".
El Papa Francisco animó a los cristianos a fijarse en el ejemplo de María que, tras dar a luz a Jesús, tenía en su corazón la gratitud de una madre por haber dado a luz al hijo de Dios.
"El misterio hace lugar a la gratitud, que aflora en la contemplación del don, en la gratuidad, mientras se sofoca en la ansiedad del tener y del parecer", dijo el papa. "La Iglesia aprende la gratitud de la Virgen María".
El Papa dijo también que la esperanza de María y de la Iglesia "no es optimismo, es otra cosa: es fe en un Dios fiel a sus promesas".
"Esta fe toma la forma de esperanza en la dimensión del tiempo", dijo. "Los cristianos, como María, somos peregrinos de esperanza".
Cerca del altar mayor de la basílica había un ícono de la "Madonna Lactans", o Virgen de la Lactancia, procedente de la abadía benedictina de Montevirgine, en Mercogliano, Italia. El icono, de estilo bizantino, muestra a María amamantando al niño Jesús. El Papa rezó en silencio ante la imagen antes de salir de la basílica.
La Misa culminó con el coro y las 6.500 personas presentes en la basílica cantando el "Te Deum" ("Te alabamos, oh Dios") en acción de gracias por las bendiciones del año pasado.
En su homilía, el Papa Francisco señaló que el próximo año supondría una intensa preparación para el Año Santo 2025. Sin embargo, más que preocuparse por organizar la logística y los eventos, el Papa pidió a la gente que fuera testigo de la "calidad ética y espiritual de la convivencia".
Como ejemplo, señaló que en la plaza de San Pedro se reúnen personas de todas las nacionalidades, culturas y religiones, por lo que la basílica debe ser acogedora para todos y ofrecer información accesible.
A continuación, el Papa ponderó el encanto del centro histórico de Roma, pero dijo que también debe ser accesible para las personas con discapacidad y los ancianos.
Roberto Gualtieri, alcalde de Roma, se sentó en la primera fila de la basílica durante el servicio de oración y saludó al Papa a su conclusión.
El Papa Francisco señaló que una peregrinación "requiere una buena preparación", y recordó que 2024 se dedicará a la oración antes del Año Santo.
"¿Y qué mejor maestra que nuestra santa Madre?", preguntó el Papa. "Aprendamos de ella a vivir cada día, cada momento, cada mirada interior dirigida a Jesús".
Tras la oración, el Papa saludó a la gente que se alineaba a lo largo de la nave central de la basílica. Después, montado en su silla de ruedas, salió a rezar ante el Nacimiento en la Plaza de San Pedro, tomándose su tiempo para saludar a los visitantes, bendecir a los niños y escuchar a la banda de la Guardia Suiza mientras tocaba villancicos.