Alessandro De Carolis - Ciudad del Vaticano
El Papa lo había dicho en términos claros, y el Secretario de Estado lo reiteró: Francisco está dispuesto a volar a Moscú, la Santa Sede está dispuesta a hacer todo lo posible para detener la guerra, y lo único que espera es una señal de apertura por parte de Rusia. Entrando a última hora de la tarde de ayer a la presentación del libro de Cesare Catananti, "La scomunica ai comunisti. Protagonistas y antecedentes en los papeles del Santo Oficio", el cardenal Parolin habló durante unos minutos con los periodistas, que le pidieron que comentara las últimas palabras del Papa, en la entrevista concedida al Corriere della Sera.
"Creo", dijo el cardenal, "que en este momento no hay otros pasos que dar, el Santo Padre se ha ofrecido a ir a Moscú, a reunirse personalmente con el Presidente Putin. Estamos esperando que nos digan lo que quieren, lo que pretenden hacer. No creo que haya que dar más pasos por parte del Santo Padre". Por tanto, la puerta está abierta de par en par a la posibilidad de entablar un diálogo constructivo que silencie las armas que han estado martilleando a Ucrania durante más de dos meses. En la entrevista con Corsera, Francisco recordó la carta enviada por el secretario de Estado al Kremlin con la esperanza de que el presidente ruso concediera una oportunidad de diálogo.
Siguiendo con el tema de la entrevista con Corsera, el Patriarcado ruso ha reaccionado ayer por la tarde criticando las declaraciones de Francisco sobre la videollamada entre el Pontífice y Kirill del 16 de marzo, diciendo que el tono era "equivocado". Pero más allá del tono, queda el deseo de no dejar piedra sin mover para reconstruir el equilibrio internacional dañado por la guerra. "El mundo necesita la paz, respirar la paz es saludable", repetía Francisco hace unos días, que la fuerza de la fraternidad pueda prevalecer al final.