Gianluca Biccini - Ciudad del Vaticano
El perdón es un imperativo: testigo de la dramática situación que vive Tierra Santa, el arzobispo franciscano Pierbattista Pizzaballa, Patriarca de Jerusalén de los Latinos, ha llevado el grito de dolor de los pueblos que habitan la región al encuentro online celebrado esta mañana, 19 de mayo, en el trigésimo aniversario de la publicación del documento conjunto del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso y la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, "Diálogo y Anuncio".
En este sentido, el prelado señaló que los términos que se refieren a misión y proselitismo son poco queridos en la zona donde tuvieron origen el judaísmo, el cristianismo y el islam, porque son evocadores de un pasado de cruzadas y conversiones forzadas en un contexto en el que la fe no es sólo una experiencia religiosa personal, sino también una definición de la identidad personal y social. "Hoy es el momento de que los líderes religiosos -añadió refiriéndose a los acontecimientos actuales- se comprometan con la justicia y la paz, profundamente heridas en Oriente Medio por años de guerras sectarias y tragedias vergonzosas. El diálogo interreligioso que no considera la responsabilidad recíproca, concreta y efectiva hacia la sociedad está destinado a quedarse en papel mojado, reduciéndose a encuentros autorreferenciales, completamente superfluos.
Con el objetivo de examinar la recepción y aplicación del documento de 1991 en diferentes contextos geográficos y presentar el statu quo teológico del diálogo interreligioso, animaron el trabajo, junto a Pizzaballa, los cardenales Miguel Ángel Ayuso Guixot y Michael Louis Fitzgerald, presidente y ex presidente del PDCI, respectivamente, y Luis Antonio G. Tagle, prefecto de la CEP; el obispo indio Thomas Dabre, los monseñores Indunil J. Kodithuwakku K. y François Bousquet, los profesores Pierre Diarra y Rita George-Tvrtkovic, la hermana Patricia Madigan y los religiosos Mario Menin y Michael Barnes.
El papel de los Pontífices en la promoción del diálogo fue el eje de las palabras de apertura del Cardenal Ayuso Guixot: "Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora el Papa Francisco, con sus acciones y enseñanzas, han apoyado el diálogo", afirmó.
"Apreciando la amistad de los líderes religiosos y mostrándoles un sincero respeto y amor", añadió, "durante sus viajes apostólicos todos han incluido en sus agendas citas interreligiosas. Dirigieron mensajes de atención a los creyentes de otras confesiones y dedicaron tiempo a las enseñanzas sobre el diálogo. También han promovido valores como la paz y la estabilidad en el mundo", a través de iniciativas de carácter espiritual, en las que "líderes de diferentes tradiciones han podido reunirse y rezar".
A continuación, el cardenal comboniano se refirió a Fratelli tutti, la encíclica del Papa Bergoglio, que "se detiene ampliamente en el diálogo". De hecho, el documento papal enseña que el diálogo es "acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto" (Ft. 198). Y "el objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor" (Ft 271).
De ahí el deseo final del cardenal presidente de que "Diálogo y el Anuncio" se estudie cada vez mejor, "para conocer el impacto de su recepción para nuestra práctica presente y futura de estas tareas difíciles pero absolutamente necesarias".
Con el cardenal Pignedoli (1973-1980) surgió entonces la necesidad de un "Directorio para el diálogo" a semejanza del ecuménico elaborado por el Secretariado para la Unidad de los Cristianos. "Al final, sin embargo, se decidió redactar una Declaración que alentara el diálogo en la Iglesia". Se finalizó en 1984, bajo la presidencia del cardenal Arinze, y se publicó en el Acta Apostolicae Sedis, reproduciéndose después en un número especial del Boletín no sólo en el original italiano, sino también en árabe, inglés, francés, alemán y español. "Es un documento inspirador -comentó el cardenal-, pero ha suscitado interrogantes en algunos cristianos, mientras que por parte de los seguidores de otras religiones se ha planteado la cuestión de si el diálogo se considera un instrumento de misión, entendido en el sentido de una oportunidad de predicar a Jesucristo para lograr la conversión a la fe cristiana y la adhesión a la Iglesia".
"Por un lado", añadió, "se corría el peligro de debilitar la vitalidad misionera y, por otro, de despertar las sospechas de las personas de otras religiones respecto al propósito del diálogo". Así que se decidió preparar un nuevo documento para estudiar la relación entre el diálogo y el anuncio". Pero el cardenal Tomko, prefecto del Cep y miembro del Pcdi, propuso una preparación conjunta - reveló Fitzgerald - rápidamente aceptada por el cardenal Arinze, creyendo que si más personas estaban a favor del documento, mejor sería recibido. "Sin embargo -advirtió-, si el diálogo es tratado en primer lugar, no es porque tenga prioridad sobre el anuncio, sino sólo porque es la primera preocupación del Consejo Pontificio que ha iniciado su preparación.
Por último, el cardenal Fitzgerald analizó las ventajas e inconvenientes de las dos principales formas de diálogo: el bilateral, "que permite centrarse más en las similitudes y las dificultades, pero que a veces puede generar tensiones"; y el multilateral que, aunque pueda "parecer más superficial", puede sin embargo "crear un espíritu de armonía que lleve a una mayor cooperación".
Finalmente fue el cardenal Tagle quien sacó las conclusiones, destacando el legado del Vaticano II para la promoción del diálogo y la evangelización, señalando que en la historia de la Iglesia 55 años -tantos han pasado desde el final de los trabajos del Concilio- no es un tiempo muy largo.
El cardenal elogió las reuniones de los círculos de especialistas, al tiempo que les exhortó a adentrarse en los distintos ámbitos de la vida cotidiana (escuelas, familias y medios de comunicación) para promover el diálogo y el anuncio. Hablando de su propia experiencia como obispo asiático, destacó la importancia de escuchar a los demás, del respeto, pero también de hablar de la belleza del Evangelio. Porque, aclaró, "el seguimiento de Jesús es dialógico: de hecho, el discipulado y la imitación de Cristo van de la mano, provocando esa atracción que nunca es una imposición".
Finalmente, visiblemente emocionado, el prefecto del dicasterio misionero expresó su tristeza por los nacionalismos y tribalismos que dividen, identificando en la caridad un elemento de servicio común incluso entre seguidores de diferentes religiones, especialmente en este tiempo dramáticamente marcado por la pandemia.
El origen y la relevancia del documento fueron explorados por el cardenal Fitzgerald, que fue secretario del Secretariado para los No Cristianos (1987-1988) y, cuando cambió de nombre, del PCDI (1988-2002) y luego presidente de este último (2002-2006). "Fue el primer documento oficial elaborado por el Consejo Pontificio", dijo, recordando que había sido precedido en 1984 por Diálogo y Misión.
Seguidamente, el cardenal de los misioneros de África explicó por qué el Secretariado creado por el Papa Montini en 1964 tardó tanto en elaborarlo. "El primer período bajo la presidencia del cardenal Marella (1964-1973) -aclaró- fue el de las fundaciones, porque había que convencer a las Iglesias locales de que la relación con los demás creyentes era conforme a la fe católica. Esta tarea fue realizada por la Secretaría a través de su Boletín. También se publicó un libro para promover una mejor comprensión de las diferentes religiones y, sobre todo, la Secretaría indicó "directrices" para el diálogo con budistas, hindúes, musulmanes y seguidores de la religión tradicional en África".