VATICAN NEWS
Ríos de sangre y un mar de lágrimas inundan el país del este europeo tras los estragos producidos por “los horrores del bombardeo” en las ciudades ucranianas. El Primado de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk, escribe hoy, 4 de marzo, una carta cuyas palabras tocan las venas más profundas del corazón humano. Con firme fe, a todos los hermanos y hermanas en Cristo saluda con un ¡Alabado sea Jesucristo! desde la ciudad de Kiev, en el noveno día de esta “terrible guerra”. Narra haber visto “los horrores del bombardeo” en las ciudades, especialmente en Chernígov, donde bajo el bombardeo ayer murieron al menos 33 personas. “Hoy podemos decir que Ucrania se ha transformado en ríos de sangre y en un mar de lágrimas” escribe, retratando seguidamente el sentimiento de esta mañana al conocer la noticia del ataque a la central nuclear de Zaporiyia. “Nos quedamos azorados”, dice.
Es de ese sentimiento que brota el apremiante llamamiento “a todos aquellos que se preocupan por el medio ambiente, a los que se preocupan por la conciencia ecológica de la humanidad”: “Hay que hacer INMEDIATAMENTE todo lo posible para detener esta guerra”. INMEDIATAMENTE, sí, en letras mayúsculas escribe el pastor, porque “no sólo se desarrolla ante nuestros ojos una catástrofe para toda la humanidad, sino que esto - fundamenta - puede causar un golpe tan irreparable a la creación de Dios, que luego no se podrá deshacer en décadas ni siglos”.
Ucrania sobrevivió a Chernóbil. Ahora se encuentra en el umbral de un nuevo peligro nuclear que puede ser diez veces peor.
“Con dolor en el corazón” el Arzobispo Mayor de Kiev-Galitzia y toda la Rus ve cómo “ya empiezan a ser millones aquellos que huyen de Ucrania como refugiados”. A ellos, a las “queridas hijas, hijos, niños de nuestro querido pueblo” se dirige para decirles: “los esperamos en casa”:
Los esperamos a que vuelvan cuando Ucrania tenga sobre sí un cielo en paz. Y mientras tanto, su Madre Iglesia los va a acompañar, los va a ayudar donde quiera que sea que estén durante estos funestos tiempos de guerra.
Ucrania que “a pesar de todo” se mantiene en pie y sigue luchando, también “reza”, dice el Primado, “se mantiene en oración”. En Kiev, añade, “sentimos que es Arcángel San Miguel, comandante en jefe de toda la hueste celestial, el que está luchando por Ucrania”
Aquel que al grito de: “¡Quién como Dios!” arrojó al abismo a Lucifer, a aquel que se rebeló contra la verdad de Dios, contra el líder del ejército del diablo.
Agradece y bendice “de todo corazón” al ejército ucraniano, a las chicas y muchachos que están “defendiendo la paz” en Ucrania:
Es gracias a ellos que hoy, en el noveno día de guerra, aún seguimos vivos.
Y “de todo corazón” agradece también Monseñor Sviatoslav Shevchuk, “a todos los fieles de nuestra Iglesia en el mundo”, a todos los que “están acogiendo refugiados, recogiendo ayuda humanitaria, haciendo todo lo posible para ayudar a su prójimo con un amor eficaz y cristiano”. Y reza, y anima a rezar:
Hoy rezamos: ¡Oh Arcángel San Miguel y toda la milicia celestial: luchen por Ucrania, derriben al demonio que quiere dominarnos… que nos destruye, ¡que nos trae tan solo desolación y muerte!
A Dios implora, el pastor, antes de invocar la bendición del Señor y su misericordia sobre todos:
“¡Oh Dios bendice a Ucrania! ¡Oh Dios, detén la guerra! Que la fuerza de nuestra oración, fortalecida por tu gracia, se convierta en escudo de fe que defienda nuestra patria. ¡Oh Dios conceda la paz a Ucrania!”