El papa Francisco está invitando a todos los católicos -- tanto aquellos en la corriente principal de la vida de la iglesia como aquellos en los márgenes -- a expresar sus sueños, ideas, y preocupaciones en preparación para el Sínodo de los Obispos en 2023.
El proceso se iniciará el 17 de octubre en parroquias y diócesis de todo el mundo. Está previsto que el Santo Padre abra formalmente el proceso del sínodo en el Vaticano en un evento del 9 al 10 de octubre.
Bajo el tema "Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión", el papa está llamando a la iglesia a practicar la sinodalidad, es decir, no solo a oír sino a escucharse unos a otros en todas las facetas de la vida de la iglesia, dijeron a Catholic News Service dos de los coordinadores del esfuerzo de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
La inauguración de octubre "es solo el primer paso en un proceso amplio y a largo plazo para incorporar realmente los frutos del Vaticano II y convertirnos en una iglesia sinodal", expresó Julia McStravog, ex empleada de la USCCB que es consultora de los obispos en este proceso.
"Vamos a tener consultas. También será un proceso de aprendizaje sobre cómo participar realmente de una manera sinodal", explicó McStravog.
El lanzamiento comienza un proceso de dos años que culmina en el Sínodo de los Obispos en octubre de 2023. Se espera que el sínodo adopte un documento final que guie el desarrollo continuo de una iglesia sinodal hacia el futuro.
El llamado del Sumo Pontífice a la sinodalidad tiene sus raíces en su profunda participación como cardenal en 2007, en la redacción de un documento para el CELAM, el consejo episcopal latinoamericano que se reunió en Aparecida, Brasil. El documento emitió repetidos llamados a una "misión continental", una iglesia que salga en busca de formas de anunciar el Evangelio a todos.
A partir de octubre, las diócesis y parroquias participarán en casi seis meses de discusiones o consultas, en las que se invitará a personas de toda la iglesia, manifestó Richard Coll, director ejecutivo del Departamento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano de los obispos, quien está coordinando el esfuerzo para la USCCB.
Se le pide a cada diócesis que envíe un resumen de las discusiones locales antes del 1 de abril a la USCCB, que luego tomará un mes para sintetizar la información en una presentación final escrita para el Vaticano.
Coll dijo que se anima a cada diócesis a dejar que el Espíritu Santo guíe dichas discusiones.
"El Sínodo de los Obispos está diciendo que no se enfoquen en cuál será el producto final. Concéntrese en el proceso en sí y en cómo el Espíritu guiará a la iglesia, representada, en parte, a través de la subsidiariedad en el trabajo que están haciendo a nivel diocesano", señaló Coll.
Las consultas diocesanas también son una invitación a la creatividad, dijo McStravog.
"Este es un momento para ser co-creadores con el Espíritu . . . Es una oportunidad para revitalizar una comunidad comprometida a través de la creatividad y el llamado a estar abierto. Existe la oportunidad de reafirmar lo bueno y imaginar de nuevo algunas cosas que podrían ser mejores", ella explicó.
Para facilitar el esfuerzo, el Sínodo de los Obispos, bajo el cardenal Mario Grech, secretario general, presentó documentos el 7 de septiembre para guiar el proceso en las diócesis. La USCCB siguió esta presentación desarrollando rápidamente un documento complementario.
El documento principal es un "vademécum" o manual, que ofrece apoyo a los equipos diocesanos "para preparar y reunir al pueblo de Dios para que puedan dar voz a su experiencia en su iglesia local".
Este también explica los objetivos del proceso sinodal, los principios del proceso, el cronograma del proceso de dos años, y los recursos para organizar el proceso.
El documento preparatorio complementario ofrece antecedentes para el desarrollo del proceso, que tiene sus raíces en la frecuente invitación del papa Francisco a "viajar juntos" por el mundo.
Este expone: "Este viaje, que sigue a la 'renovación' de la iglesia propuesta por el Concilio Vaticano II, es tanto un don como una tarea: al caminar juntos y reflexionar juntos sobre el camino que se ha realizado, la iglesia podrá saber, a través de su experiencia, qué procesos pueden ayudarla a vivir en comunión, a lograr la participación, a abrirse a la misión".
El documento de la USCCB define aún más los documentos del Vaticano. Es una lista de verificación de acciones, un cronograma propuesto para que las diócesis lo sigan, y una lista de materiales de antecedentes para ayudar a las parroquias y diócesis a recorrer el proceso inicial y garantizar una amplia participación.
Enfatiza que, durante el sínodo nacional que comienza en octubre y conduce al sínodo mundial de los obispos de 2023, "el pueblo de Dios está llamado a 'caminar juntos'".
Un apéndice, desarrollado por el Comité de Culto Divino de los obispos de Estados Unidos, ofrece ideas para que las celebraciones litúrgicas puedan marcar la apertura y el cierre del proceso sinodal en las diócesis; también ofrece sugerencias para lecturas y temas musicales.
Coll señaló que la USCCB se ha estado comunicando con las diócesis desde mayo con respecto a la formación de equipos para coordinar participación en las sesiones de escucha. Los documentos del Vaticano fueron enviados a las diócesis poco después de que fueron recibidos por la USCCB.
En su reunión del 14 al 15 de septiembre, el Comité Administrativo de la USCCB, que incluye a funcionarios de la USCCB y presidentes de diversos comités de obispos, revisó los materiales. El comité quedó en asignar tiempo para discutir sobre el proceso sinodal durante su asamblea general de otoño en noviembre, comentó Coll.
Mientras las diócesis se preparan para las sesiones de escucha, McStravog dijo que las discusiones presentan una oportunidad para que "la gentileza y la gracia" se arraiguen dentro de la iglesia.
"Este es un ejercicio espiritual", explicó. "No es solo un ejercicio burocrático o eclesial. Es un ejercicio espiritual para el individuo, para la parroquia, para la comunidad, para la diócesis, y para la iglesia en América en general".
Coll y McStravog también hicieron eco del llamado del papa el 18 de septiembre a los miembros de su diócesis, la Diócesis de Roma, de ir a los márgenes para garantizar que "los pobres, los sin hogar, los jóvenes adictos a las drogas, todos los que la sociedad rechaza sean parte del sínodo".
"Una de las preguntas es escuchar. ¿Cómo escuchamos realmente? Se remonta a la invitación. La diócesis tiene la responsabilidad de pensar realmente en quiénes son a menudo excluidos de nuestra mesa. La iglesia necesita salir e invitar a la gente a volver a entrar", agregó McStravog.
El vademécum también reconoce los efectos de la pandemia de COVID-19 en la iglesia.
El documento explica que la pandemia "ha hecho explotar las desigualdades existentes" y muestra que toda la familia humana se ve afectada, lo que requiere una respuesta unificada.
En segundo lugar, continúa diciendo el documento, la pandemia plantea desafíos logísticos para la participación en las sesiones de escucha diocesanas. Hace un llamado a las diócesis a buscar formas como reuniones en línea, reuniones de grupos pequeños, u otros medios seguros, para obtener información de los miembros de la iglesia.
Una vez que el Vaticano reciba los informes sintetizados de las reuniones diocesanas de las conferencias episcopales de todo el mundo, la Secretaría del Sínodo de los Obispos redactará para septiembre de 2022 el "instrumentum laboris", o documento de trabajo, para guiar las asambleas eclesiales continentales o regionales que tomarán lugar antes de marzo de 2023.
Esas asambleas producirán otro conjunto de documentos que ayudarán en la redacción de un segundo documento de trabajo para el Sínodo de los Obispos en octubre de 2023. Se espera que el sínodo produzca un documento final sobre la sinodalidad en toda la iglesia.