BUDAPEST, Hungría (CNS) -- El miedo, la ira y la rigidez no harán nada para revertir el crecimiento del secularismo y la disminución del número de católicos que asisten a Misa, dijo el Papa Francisco; la única respuesta eficaz es dar un ejemplo vivo de fe.
"La Iglesia a la que debemos aspirar", dijo, es "una Iglesia capaz de escucha recíproca, de diálogo, de atención a los más débiles; una Iglesia acogedora para con todos, una Iglesia valiente para llevar a cada uno la profecía del Evangelio".
El Papa Francisco se reunió con 1,100 obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosos y catequistas en la Basílica de San Esteban de Budapest el 28 de abril, primer día de su viaje de tres días a la capital húngara. Otros 4,000 eclesiásticos estaban sentados en la plaza frente a la basílica, observando en pantallas de vídeo.
La hermana dominica Krisztina Hernády, que trabaja con otras seis hermanas en el sureste de Hungría, dijo al Papa Francisco que décadas de penurias y de comunismo dejaron a la mayoría de la gente de la región sin idea de que existe "un Dios que nos ama personalmente y se preocupa por nosotros".
"Cada día nos enfrentamos a la pobreza física y, sobre todo, espiritual de la gente", dijo. "Mis hermanas y yo trabajamos para ser instrumentos de Dios a través de los cuales podamos mostrar a quienes viven allí la alegría del Evangelio".
El padre József Brenner, hermano de 88 años del beato mártir János Brenner, dijo al Papa Francisco que, "bendecidos por dos padres que vivieron una vida santa", él y sus dos hermanos se hicieron sacerdotes.
Sus intenciones de oración más importantes, dijo, son por "las buenas familias cristianas y las buenas vocaciones sacerdotales".
Jugando con la imagen de la familia católica como una "iglesia doméstica", el padre Sándor Kondás, un sacerdote greco-católico casado, dijo al Papa Francisco que él y su esposa tenían la intención de construir una catedral a través de su matrimonio y su vida familiar. Ahora, después de años de matrimonio y con cinco hijos, entre ellos uno con síndrome de Down, puede que no hayan construido una catedral, pero "al menos hemos construido una 'capilla de emergencia' donde cualquiera puede entrar en cualquier momento".
Y ese tipo de apertura es una de las recetas del Papa Francisco para la Iglesia católica en Hungría, y en otros lugares. La traducción al inglés del Vaticano de su texto utilizó la frase "acogida abierta a la profecía", mientras que su italiano original también podría traducirse como "bienvenida profética."
"La acogida con profecía supone aprender a reconocer los signos de la presencia de Dios en la realidad, incluso allí donde no aparece explícitamente marcada por el espíritu cristiano y nos sale al encuentro con ese carácter que nos provoca y nos interpela", dijo el Papa.
Incluso en Hungría, "donde la tradición de fe permanece firmemente arraigada", dijo, "presenciamos la difusión del secularismo y de cuanto lo acompaña, que a menudo amenaza la integridad y la belleza de la familia, expone a los jóvenes a modelos de vida marcados por el materialismo y el hedonismo, y polariza el debate sobre las nuevas cuestiones y los nuevos desafíos".
Una respuesta verdaderamente cristiana, dijo, rechaza tanto la tentación del "derrotismo" como la de la "comodidad del conformismo" que básicamente dice que todo está bien cuando no lo está.
"Entonces la tentación puede ser la de volverse rígidos, la de encerrarse y la de adoptar una actitud de ‘combatientes’", dijo. Pero el camino cristiano es aceptarlos como desafíos que exigen encontrar nuevos caminos, instrumentos y lenguajes" la verdad del Evangelio.
Los cristianos crecen en "receptividad con profecía", dijo, "para transmitir el consuelo del Señor en las situaciones de dolor y pobreza del mundo, acompañando a los cristianos perseguidos, a los migrantes que buscan hospitalidad, a las personas de otras etnias, a cualquiera que lo necesite".
Algo que debe rechazarse absolutamente, dijo, es permitir que los desafíos dividan a la Iglesia.
"Si estamos distanciados o divididos, si nos volvemos rígidos en nuestras posiciones y en los grupos, no damos fruto", dijo el Papa. "Causa tristeza cuando nos dividimos porque, en vez de jugar en equipo, jugamos al juego del enemigo: el diablo es el que divide, y es un artista en hacer esto, es su especialidad".
"La primera pastoral es el testimonio de comunión, porque Dios es comunión y está presente ahí donde hay caridad fraterna", insistió el Papa.