Religiosas ayudan a sobrevivientes de los atentados de Semana Santa de 2019 en Sri Lanka a sanar sus heridas psicológicas
Por Thomas Scaria
KATUWAPITIYA, Sri Lanka (OSV News) -- Los sábados por la tarde, Niranjalee Yasawaradana se arrodilla ante tres cruces en un descampado, hablando durante horas o a veces llorando, una práctica que ha continuado durante los últimos cuatro años.
Su esposo, Sampath Wickramaratna, y sus dos hijas -- Nethmi y Vishmi -- están enterrados allí junto a otras más de 100 personas que fueron asesinadas en la Pascua del 21 de abril de 2019, en la Iglesia de San Sebastián de Katuwapitiya, un suburbio de Negombo, Sri Lanka, cerca de Colombo, la capital del país.
Niranjalee (quien prefiere utilizar su nombre de pila) combina esta visita al cementerio con una Misa el sábado por la tarde en la misma iglesia, donde toda su familia pereció en el atentado terrorista. Dice que ha podido superar su rabia por sus muertes con la ayuda de una hermana religiosa que ha ejercido de consejera, una de cientos de personas que ayudan a los sobrevivientes de las explosiones.
Aproximadamente 272 personas, entre ellas más de 50 niños, murieron y más de 500 resultaron heridas ese día en distintos atentados suicidas contra tres iglesias y tres hoteles de lujo de Sri Lanka.
El mayor número de víctimas -- 116 muertos, en su mayoría católicos de Sri Lanka -- se produjo en la Iglesia de San Sebastián de Katuwapitiya, seguida del Santuario de San Antonio de Colombo, con 55 muertos. Unos 47 extranjeros murieron en explosiones sucesivas en tres hoteles de Colombo.
Los atentados con bombas estaban vinculados a ISIS y fueron perpetrados por nueve terroristas suicidas vinculados a un grupo militante islámico poco conocido de Sri Lanka, National Thowheeth Jama'ath (Organización Nacional del Monoteísmo).
"Mi marido y mis hijos se prepararon bien para la Pascua, ayunando y rezando durante la Cuaresma, sin saber que Jesús les llamaría en ese día tan especial", declaró Niranjalee a Global Sisters Report en marzo, un mes antes del cuarto aniversario de los atentados.
La viuda de 48 años, con la cabeza rapada y el cuero cabelludo con marcas de heridas, había sobrevivido al atentado, pero permaneció inconsciente durante casi dos semanas en un hospital.
"Lo único que me queda son estas cruces con sus fotos", dice, con los ojos llenos de rabia. Ahora vive con dos perros que le regalaron para mantenerla ocupada. Niranjalee afirma que consiguió superar su ira tras largas horas de terapia con la hermana Manoranji Murthy, de las Hermanas de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
La hermana Murthy le contó a GSR que, cuando conoció a Niranjalee, ésta se negaba a cocinar o a cuidar de sí misma. "Me preguntó para quién debía cocinar", recuerda esta monja de 33 años licenciada en psicología. La mujer tardó dos años en volver a la normalidad, añadió.
La hermana Murthy es una de las 200 hermanas de más de 20 congregaciones que ayudan a las víctimas de los tres atentados a iglesias a recuperarse del trauma y llevar una vida normal, según el padre Manjula Niroshan Fernando, que se hizo cargo de la Iglesia de San Sebastián una semana después del atentado.
Todas las congregaciones femeninas con sede en Colombo y el sur de Sri Lanka participan en el ministerio de sanación, afirma el sacerdote, que añade que sigue trabajando duro para mantener a sus más de 1,600 familias -- la parroquia más grande del país -- unidas como una comunidad.
A cada familia se le asignó una monja, que cuenta con la ayuda de terapeutas profesionales siempre que es necesario.
Sri Lanka tiene 33 congregaciones religiosas femeninas, con más de 2,280 monjas activas y 165 contemplativas, según el padre Roshan Silva, oblato de María Inmaculada, que dirige la Conferencia de Superiores Mayores Religiosos de Sri Lanka. El país también cuenta con 25 congregaciones masculinas con 788 sacerdotes y 165 hermanos, que también ayudan en el ministerio de sanación.
La hermana Maria Dhayalini, miembro de la provincia de Sri Lanka de la Congregación del Carmelo Apostólico, observó que las monjas que participaban en las intervenciones a veces sufrían ellas mismas estrés y traumas, pero superaban la crisis en gran medida compartiendo con otros miembros, rezando y meditando.
Aunque todas pertenecían a congregaciones diferentes y se alojaban en distintos conventos de Negombo, "nos apoyamos mutuamente para manejar de nuestro propio estrés", afirmó la hermana Dhayalini, quien añadió que la crisis del atentado de Pascua acabó reforzando los lazos intercongregacionales.
El Apostolado de la Familia de la Arquidiócesis de Colombo asignó Niranjalee a la hermana Murthy cuando la mujer aún estaba en la cama del hospital.
"Desde entonces, estoy en contacto frecuente con ella", dice la religiosa. "Me envía regularmente saludos matutinos y me llama siempre que necesita mi presencia". Construir la relación inicial, añade, tomó varias semanas, ya que a las víctimas les resultaba muy difícil aceptar la realidad. De hecho, el apostolado pedía a los terapeutas que se limitaran a "acompañarlas en sus luchas, agonías y dolor en los primeros días, antes de entrar en ninguna sesión de asesoramiento", dijo Niranjalee.
La hermana Dhayalini cuido de un budista y su esposa católica, cuya hija de 22 años e hijo de 16 murieron al caerles encima las tejas del tejado de la iglesia. La madre escapó con heridas leves.
Encontró a la pareja inconsolable y llena de rabia; "sólo pudieron reconciliarse con la realidad después de que los llevaran ante el Papa Francisco, que rezó por ellos el año pasado".
La pareja formaba parte de un centenar de familias afectadas a las que la Arquidiócesis de Colombo llevó a Roma para un encuentro con el Papa como parte del ministerio de sanación.
Según Vatican News, el Papa Francisco dijo a los visitantes y a unos 3,500 católicos de Sri Lanka que trabajan en Italia el 25 de abril de 2022, que sentía una cercanía con las familias supervivientes e instó a las autoridades de Sri Lanka a llegar a la verdad tras los atentados. El Papa donó 100,000 euros (unos 110 dólares estadounidenses) para distribuir entre las familias sobrevivientes.
Hasaru Shenal, que formaba parte de la delegación, dijo que el encuentro con el Papa le ayudó a reavivar su fe en Jesús y a superar el dolor por la pérdida de su "siempre sonriente y cariñosa madre" en el atentado de la iglesia de Katuwapitiya.
"Ahora trabajo como profesor de escuela dominical para niños que, como yo, han perdido a sus seres queridos", dijo el joven de 21 años a GSR. Él y su padre forman parte de las 14 familias que recibieron nuevas casas del gobierno, que la iglesia construyó en un terreno que ellos también aportaron.
"Hemos experimentado el amor y el apoyo de toda la Iglesia católica de Sri Lanka", declaró Priyantha Jayakodi, padre de Shenal, junto a una sonriente foto de su esposa.
La hermana dominica Sirima Opanayake, que dirige la escuela de su congregación en San Sebastián, dijo que había perdido a siete alumnos en el atentado. "Fue una experiencia traumática para profesores y alumnos", declaró a GSR.
La hermana Opanayake coordinó un equipo que asesoró a alumnos, profesores y padres durante cuatro meses antes de poder reanudar las clases.
La escuela construyó un monumento en memoria de los siete estudiantes y creó una beca en su nombre para niños pobres. Mostrando las fotos de los alumnos en la sala conmemorativa, la hermana Opanayake dijo que la escuela los recordará en el cuarto aniversario.
Sus alumnos estaban entre los 32 niños muertos en el atentado de la Iglesia de San Sebastián. El santuario de San Antonio de Kochchikade, en Colombo, perdió 10 niños, y la iglesia evangélica de Zion, en Batticaloa, a unos 320 kilómetros al noreste de Colombo, perdió 14 alumnos de la escuela dominical en el atentado de Pascua, entre el total de 31 muertos. Unos 176 niños perdieron a uno o a ambos padres en los atentados, según el padre Lawrence Ramanayake, director de Seth Sarana Caritas Colombo.
La hermana salvatoriana Kanchana Silva Pulle atendió a dos familias: una de ellas estaba formada por un marido musulmán y una mujer católica que perdieron a su hija de 14 años. Recordó que los padres le contaron que su única hija, que en ese momento se preparaba para el bautismo, soñaba con ángeles que venían a llevársela al cielo un día antes de la tragedia.
La hermana Pulle dijo que al principio las monjas experimentaron el rechazo de los angustiados sobrevivientes, pero "caminamos con ellos en su crisis", en un momento en que los supervivientes se sentían naturalmente "agitados y enfadados, frustrados y deprimidos". Ganarse la confianza de los afectados, dijo, "fue un momento muy duro".
Ahora la gente muestra "la misma preocupación por nosotros", dijo la hermana Pulle a GSR, destacando el estrés y el miedo que ella también sintió durante esos primeros días.
El padre Fernando, de la Iglesia de San Sebastián, dijo que no había discriminación entre católicos y protestantes en los programas de curación que apoya la iglesia, ni tampoco entre otras religiones.
Los equipos de la Iglesia se han comprometido con las víctimas de otros ataques a iglesias en Sri Lanka, incluida una iglesia protestante en Batticola, en el norte. "Incluso el dinero donado por el Papa se distribuyó entre los miembros de la iglesia protestante de Batticola", explica Fernando, que añade que las hermanas han trabajado también con víctimas musulmanas y budistas.
Los cristianos representan alrededor del 7% de los más de 21.65 millones de habitantes de Sri Lanka, siendo los católicos la mayoría de los cristianos. Los budistas representan alrededor del 70%, los hindúes el 12% y los musulmanes el 10%, según el censo de 2012. La mayoría de las víctimas de las explosiones eran católicos locales.
En un mensaje de Pascua con motivo del cuarto aniversario de los atentados, el presidente de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, afirmó su compromiso de hacer justicia a las víctimas.
Aunque todos los atacantes suicidas, que se demostró que estaban asociados al ISIS, murieron en los atentados, la policía detuvo rápidamente a unas 200 personas en relación con los atentados de Semana Santa; un líder político musulmán fue detenido unos dos años después del incidente. El gobierno también prohibió 11 grupos musulmanes en Sri Lanka.
El padre Ramanayake, que también coordina la rehabilitación de los sobrevivientes desde el arzobispado, dijo que el cardenal Malcolm Ranjith de Colombo ha presionado al gobierno para que "revele la verdad y haga justicia a las víctimas".
Los sobrevivientes de la iglesia de Katuwapitiya han presentado 182 demandas solicitando indemnizaciones al gobierno, mientras que los sobrevivientes del santuario de Colombo han presentado 104 demandas.
Según Al Jazeera, el Tribunal Supremo de Sri Lanka declaró en enero al entonces presidente y a otras cuatro personas responsables de no haber evitado los atentados y ordenó a los dirigentes políticos y altos funcionarios que indemnizaran a las víctimas con 310 millones de rupias (847.300 dólares estadounidenses) procedentes de sus fondos personales.
La arquidiócesis también ha presentado una petición ante el Tribunal Supremo para que se haga justicia a los autores intelectuales de los atentados, declaró el padre Ramanayake a GSR. Sin embargo, el juicio sigue su curso.
Niranjalee culpa a una conspiración política de la lentitud de la investigación, pues cree que las fuerzas de seguridad del gobierno podrían haber evitado la tragedia si hubieran hecho caso a las advertencias de las agencias de inteligencia que llegaron varios días antes del atentado.
"Lucharé hasta que se haga justicia", afirmó.