Fausta Speranza – Jerusalén
Exactamente dos meses después del comienzo del conflicto entre Hamás e Israel, un grupo de peregrinos, entre los que se encuentran periodistas, guiados por el cardenal Enrico Feroci, párroco de Santa María del Divino Amor en Castel di Leva y rector del seminario diocesano de Nuestra Señora del Divino Amor, están viviendo la experiencia especial de visitar los lugares de Jesús del 5 al 9 de julio. Los acompañan Monseñor Remo Chiavarini, director general de la Opera romana pellegrinaggi, el sacerdote Filippo Morlacchi, quien desde hace tres años es fidei donum de la diócesis de Roma al Patriarcado latino de Jerusalén.
Precisamente el día de la llegada, el cardenal Feroci, en una celebración muy sentida, bendijo el nuevo altar de la casa dirigida por el sacerdote fidei donum Filippo Morlacchi llamada "Filia Sion". En esta ocasión, el cardenal Enrico Feroci expresó las tres intenciones de este viaje: Que en primer lugar está la oración, en el corazón de todos, por la pronta recuperación del Papa Francisco. A continuación, expresó el deseo de que esta peregrinación sea sólo el inicio de una recuperación de la normalidad, porque la Iglesia de Roma necesita ir a la Iglesia madre de Jerusalén, al igual que la Iglesia de Tierra Santa necesita recibir la visita de la Iglesia de Roma.
Lo que hace que esta peregrinación sea especial es también una presencia excepcional: la estatua de Nuestra Señora de Loreto, patrona de la aviación, que en el año jubilar sigue viajando y que llegó a Jerusalén con el grupo para ser llevada a Nazaret en los próximos días. De la Casa de Loreto a la Casa de la Madre de Jesús.
La misa de esta mañana en el Getsemaní fue el primer momento espiritual fuerte de un viaje con el que se quiere restablecer la afluencia normal a Tierra Santa. Existe el habitual entusiasmo por los lugares sagrados, pero también la conciencia de un retorno muy importante para todos. Tras la crisis sanitaria y la vuelta al estruendo de las armas en esta tierra, resulta conmovedor encontrarse en el pequeño olivar a las afueras de la ciudad vieja de Jerusalén, en el Monte de los Olivos, en el que Jesús se retiró tras la Última Cena antes de ser traicionado por Judas y luego detenido. Aquí Jesús oró mucho y dramáticamente, fue asaltado por la angustia. Pero Jesús, en ese mismo momento, se dirigió a Dios y lo llamó "Abbá", Padre. Esta palabra aramea, en la lengua de Jesús, expresa intimidad, expresa confianza: precisamente cuando sintió que las tinieblas se acumulaban a su alrededor, las atravesó con esa pequeña palabra. Salimos del Getsemaní, pues, con el deseo de que la humanidad redescubra la alegría de decir "Abbá".
En el trasfondo de este viaje no sólo está la pandemia, sino también los once días de conflicto de mayo. Precisamente en la víspera de la salida, el domingo 5 de julio, se volvió a registrar un ataque de Israel contra objetivos militares en Gaza, después de que en los días anteriores se lanzaran globos incendiarios desde la Franja, provocando incendios en el territorio israelí. Así lo confirmó el ejército junto a fuentes palestinas. El ejército israelí explicó que los cazas "atacaron un centro de producción de armas y un lanzador de cohetes pertenecientes a la organización terrorista Hamás".
Pero ahora todo está en calma en Jerusalén: la carretera de Nablus, tras los días de enfrentamientos, ha vuelto a la calma: la gente vuelve a pasear, dejando que su mirada se pierda en la Puerta de Damasco.
La peregrinación a Tierra Santa es una ocasión para renovar la espiritualidad en el encuentro especial con los lugares de Jesús. Siempre es así, a pesar de que durante 70 años la región ha sido, por desgracia, una tierra de conflictos.
“Debemos rezar para que nuestros hermanos israelíes y palestinos encuentren el camino del diálogo y el perdón”
Lo afirmó el Papa Francisco a la hora del Regina Coeli del 16 de mayo, en que también explicó:
“El crescendo del odio y de la violencia que afecta a varias ciudades de Israel es una grave herida a la fraternidad y a la convivencia pacífica entre los ciudadanos, que difícilmente se podrá curar si no se abre inmediatamente el diálogo”
Más allá de las etapas más dramáticas que marcaron la segunda mitad del siglo pasado, hoy, como dice el Papa, vivimos un momento delicado para el diálogo. Es precisamente esta conciencia la que alimenta la oración de este primer grupo de peregrinos a Tierra Santa tras una pausa de casi un año y medio.
"Los violentos enfrentamientos armados entre la Franja de Gaza e Israel han tomado el relevo y corren el riesgo de degenerar en una espiral de muerte y destrucción". Así lo subrayó el Papa Francisco el domingo 16 de mayo, en que añadió: "Han muerto tantos inocentes, entre los que hay también niños, y esto es terrible e inaceptable". Y afirmó: "Su muerte es una señal de que no quieren construir el futuro, sino que quieren destruirlo". Y las preguntas:
“Me pregunto: ¿a dónde llevarán el odio y la venganza? ¿Realmente pensamos que podemos construir la paz destruyendo a los demás?”
De ahí su apelación: "En nombre de Dios, hago un llamamiento a la calma, y a los que tienen la responsabilidad de detener el estruendo de las armas, a caminar por el principio de la paz, incluso con la ayuda de la comunidad internacional".
25/06/2021
El 6 de mayo comenzaron las primeras protestas en Jerusalén Este, dando inicio a una escalada de violencia con días de preocupante conflicto entre Hamás e Israel y tristes episodios de enfrentamientos entre judíos y árabes en algunas ciudades mixtas de Israel, como Lod, Haifa, además de los graves disturbios que sacudieron Nablus, Belén, Hebrón en los territorios palestinos.
En Jerusalén estallaron protestas y disturbios de palestinos contra la esperada sentencia del Tribunal Supremo de Israel sobre el desalojo de algunos residentes palestinos en Sheikh Jarrah, un barrio de Jerusalén Este. El fallo del Tribunal Supremo israelí fue aplazado; Avichai Mandelblit, el fiscal general israelí, intentó reducir las tensiones. Pero el 10 de mayo, Hamás y la Yihad Islámica Palestina comenzaron a atacar militarmente a Israel, disparando cohetes y misiles contra ciudades israelíes desde la Franja de Gaza. Tras una serie de advertencias, Israel respondió con ataques aéreos contra objetivos militares y gubernamentales y varios edificios de apartamentos que, según Israel, albergaban oficinas y armas de Hamás, dentro de Gaza, en lo que se denominó operación “Guardianes de las Murallas”.
Los enfrentamientos aéreos y de artillería entre ambos bandos continuaron a diario hasta el 21 de mayo, cuando Israel y Hamás acordaron un alto el fuego a partir de las 2 de la madrugada, hora local. El acuerdo se produjo después de 12 víctimas israelíes y 227 muertos palestinos, entre ellos 65 niños y 39 mujeres, después de 4.000 cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, incluidos Jerusalén y Tel Aviv; y tras 100 kilómetros de infraestructuras destruidas en Gaza, incluidos depósitos de armas y centros de mando, pero también edificios de apartamentos donde, según el ejército israelí, se escondían los yihadistas.
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