Alessandro Gisotti
"Estamos ante un momento muy difícil en Brasil. Hay una crisis de valores esenciales. Estamos perdiendo la capacidad de amar", son las palabras del padre Renato Chiera, un sacerdote piamontés que lleva cuarenta años trabajando con los niños de la calle en Brasil, guía y acompaña las imágenes de la película Dear Child, del director Luca Ammendola. Una película intensa, dura, profunda y a la vez esperanzadora que narra la vida de este misionero y de sus chicos, sus "meninos da rua", por los que ha dedicado y sigue dedicando toda su vida, sin escatimar esfuerzos, incluso ahora que se acerca a los ochenta años.
15/07/2021
La película ha recibido numerosos premios en Italia y a nivel internacional. El más significativo es el premio a la mejor película Unicef 2021, otorgado durante el Festival de Cine de Ferrara el pasado mes de junio (clic para ver el tráiler de la película).
Para Unicef -explica la organización- un niño es un niño, da igual dónde nazca o crezca, porque tiene los mismos derechos incuestionables y merece las oportunidades adecuadas. La historia -continúa explicando el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia- nos muestra el trabajo de cuidado, amor y dedicación que el sacerdote Padre Renato Chiera emplea para la recuperación de un grupo de niños, salvados de las drogas, la violencia y el abandono.
La película, ambientada en la "Casa do Menor" fundada por el padre Chiera en la "Baixada Fluminense" -un gran suburbio de Río de Janeiro, conflictivo y violento-, cuenta las historias de jóvenes que, ya en su adolescencia, sufrieron todo tipo de violencia y estuvieron varias veces al borde de la muerte. Tales, con 16 años, tiene ya a sus espaldas una vida de traficante de drogas; Josué, un año mayor, se ha vuelto adicto a la droga; Vagner, con sólo 14 años, tiene un precio por su cabeza, está "condenado" por los escuadrones de la muerte que "limpian" los suburbios de la metrópoli brasileña de estos jóvenes peligrosos que nadie quiere.
"La mayor tragedia -dice el padre Renato Chiera- no es ser pobre, es no ser hijos, no sentirse amado. Por eso, nuestra propuesta pedagógica y psicológica es atenderlos con la presencia de alguien que los haga sentir como niños. Por eso intento ser un padre para estos niños que no son amados por nadie, y hacerles sentir hijos del Padre de todos nosotros".
"Dear Child -explica el misionero- lleva en su interior un mensaje muy profundo y actual que tiene valor no sólo para la amarga condición de las favelas brasileñas. Es una inmersión en un mundo de marginación y abandono desconocido para muchos. Puede sacudir las conciencias y llevar la gente a hacer algo al respecto".
El padre Renato espera que la película haga que la gente "reflexione sobre la dura realidad de un mundo sin padres. Y de los padres que no reconocen a sus hijos. Para el fundador de "Casa do Menor", es necesario tener el valor de "ver las consecuencias que esta ausencia genera en los hijos".
En Brasil, como en el resto del mundo -advierte el misionero- debemos escuchar el grito de los niños. ¿Qué quieren comunicarnos? ¿Qué nos dicen con su malestar? Y hay que recordar lo que decía Juan Bosco: "no basta con amar a un niño, hay que sentir si él se siente amado". La película es, por tanto, una oportunidad para reflexionar sobre la realidad de los niños en todos los contextos y no sólo en la realidad extrema y dramática de los "meninos da rua".
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