El obispo Edward J. Weisenburger de la Diócesis de Tucson comparte su homilía sobre el significado del Sínodo 2021-23.
"Hermanos y hermanas,
(Soy el Obispo Weisenburger) y me gustaría hablarles hoy sobre el próximo Sínodo de los Obispos del 2023 "Por una Iglesia Sinodal: Comunión, Participación y Misión". Esto significa que el tema es, curiosamente, la propia sinodalidad.
Ahora bien, la palabra "sínodo" deriva del griego synodos, que significa "caminar juntos". El Papa Francisco ha dejado claro en el documento fundamental del Sínodo que ... "anhela que nuestra Iglesia se comprometa en este proceso sinodal para que podamos discernir juntos cómo la Iglesia está llamada a responder al Espíritu Santo hoy, y a llevar el Evangelio al mundo". Además, para preparar el sínodo, el Santo Padre ha pedido que la Iglesia de todo el mundo celebre importantes "sesiones de comprensión y diálogo", que comenzarán muy pronto. Tiene la esperanza de que las voces de los que generalmente no se escuchan tengan la oportunidad de hablar de sus esperanzas y sueños para el futuro de la Iglesia. Pero en realidad hay una larga historia y trayectoria de los sínodos. Así que permítanme explicar un poco el contexto de lo que se está desarrollando ante nosotros.
La Iglesia Católica viene celebrando sínodos episcopales con regularidad desde el Concilio Vaticano II, en la década de 1960. En ese evento de importancia crítica, todos los obispos del mundo (¡más de 2000!) se reunieron en Roma para celebrar múltiples sesiones, y cada una de ellas duró varios meses. Fue una tarea enorme y complicada, y los obispos se dieron cuenta de que era demasiado complejo y tedioso para poder repetirlo a menudo. Lo que se necesitaba era una forma más sencilla de reunir a grupos de obispos de todo el mundo, para que compartieran ideas entre ellos, así como para que dieran su opinión al Santo Padre. La idea de pequeñas delegaciones de cada país dio lugar a reuniones periódicas, pero mucho más reducidas, de obispos representantes de la Iglesia universal. Si bien este proceso ha tenido cierto éxito, también ha sido criticado por estar fuertemente predeterminado por las oficinas del Vaticano y por dejar poco espacio para ese profundo y significativo intercambio de ideas, esperanzas y sueños que había previsto el Concilio Vaticano II.
Este es el antecedente de los sínodos de los obispos en los tiempos modernos. También es el escenario en el que nuestro querido Papa Francisco fue llamado, primero, al sacerdocio como miembro de la Sociedad de Jesús, pero luego, a servir como obispo, arzobispo, cardenal, y finalmente, nuestro Papa. Pero también es un hombre de experiencia personal. Y en esas décadas de ministerio en su país natal, Argentina, el Papa Francisco era bien conocido por su maravillosa capacidad de prestar atención, y de escuchar profundamente. En una de las muchas referencias a esto, el escritor Austen Ivereigh, en su maravilloso libro sobre el Papa Francisco publicado por primera vez en 2019, titulado "Pastor Herido", escribe:
"A Francisco le gusta señalar que Jesús siempre se tomaba tiempo para detenerse y escuchar a la gente. En el sínodo de 2018 [el Papa Francisco] lo llamó "el apostolado auditivo: escuchar antes de hablar."
Y así, buscando en el antiguo almacén de tesoros de la Iglesia, nuestro Santo Padre ha llamado nuestra atención sobre este antiguo proceso de sínodo, o caminar juntos: un evento que se construye sobre la base del tipo más profundo de comunicación. Todo esto comienza con: escuchar.
Ahora bien, hay que admitir que algunos pueden sentirse incómodos o nerviosos al revivir este antiguo enfoque. A algunos les puede preocupar que haya quienes quieran descartar las doctrinas, verdades o enseñanzas esenciales de nuestra Iglesia, y quieran crear una nueva comprensión del cristianismo, separada de sus raíces.
Puedo decir que no creo que ese temor sea infundado. Si bien el Santo Padre nos llama a escuchar a todos, esa forma de escuchar se hace bajo la poderosa invocación del Espíritu Santo, así como bajo las influencias duraderas de la Palabra viva de Dios que se encuentra en la Sagrada Escritura y las enseñanzas estables que se encuentran en la Tradición de la Iglesia. Pero hay otra fuente de verdad y sabiduría que se encuentra en la Escritura y en la Tradición e historia de la Iglesia. Aquí descubrimos el significado del sensus fidelium -ese "sentido de los fieles"- celebrado por el Concilio Vaticano II en el que el Espíritu Santo surge poderosamente dentro de los propios fieles bautizados. El Espíritu Santo puede hablar (y lo hace) en los fieles bautizados y a través de ellos, haciendo llegar la voz de Dios a nuestro tiempo.
A otros les puede preocupar que estas sesiones de consulta acaben siendo motivo de discusiones acaloradas o marcadas más por la crítica y la negatividad que por las esperanzas y los sueños llenos de esperanza para un nuevo futuro. Mi respuesta a esta preocupación es que el Santo Padre nos llama a hablar con parresía. Aunque tenemos que recordar que ésta es una palabra nueva para muchos de nosotros, en realidad se encuentra a menudo en el Nuevo Testamento. A lo que se refiere esta palabra griega [parrhesia] es a la capacidad de hablar con claridad y franqueza; y con valor y convicción. Aunque el Santo Padre admite que esto puede llevar a veces al desacuerdo, para aquellos que están bajo la influencia del Espíritu Santo, incluso el desacuerdo está marcado por una gran bondad. Además, hablar con parresía va íntimamente relacionado a la capacidad de escuchar a aquellos con los que no estamos de acuerdo... y de escuchar con caridad y honestidad excepcionales. Tengo presente que uno de los grandes dones de Pentecostés no fue sólo el don del Espíritu Santo, sino que también vemos que el don de la escucha se concedió a quienes escucharon el Evangelio proclamado en su propia lengua. Este mismo don se ofrece a la Iglesia en nuestro tiempo!.
Y por ello, les invito a visitar el sitio de noticias de su parroquia y de la Diócesis de Tucson en las semanas y meses venideros. Se ofrecerán oportunidades en nuestras comunidades parroquiales durante los meses de noviembre y diciembre, para que una gran cantidad de voces puedan ser escuchadas. Estoy particularmente agradecido con la Hermana Lois Paha, nuestra Directora Diocesana de Liturgia, y el Hermano Silas Henderson, de Jordan Ministry, quienes están dirigiendo este proceso para nuestra Diócesis. A ellos se une un comité directivo compuesto por catequistas, educadores, ministros eclesiales parroquiales y laicos, y diáconos para facilitar un proceso que será accesible y provechoso.
Más allá de la dinámica de las sesiones de audiencia en las parroquias, agradeceremos las respuestas a una encuesta en línea que está disponible para aquellos que se sienten aislados o apartados de la vida de la Iglesia, y para aquellos que, con razón, siguen preocupados por las realidades de la pandemia de coronavirus y otras consideraciones. Como ha observado el Papa Francisco, "sin una participación real del pueblo de Dios, hablar de comunión corre el riesgo de quedarse sólo en un deseo piadoso". Teniendo esto en cuenta, seguimos comprometidos con el patrimonio de la Iglesia, al tiempo que abrazamos la necesidad de una Iglesia que esté atenta a las exigencias de la Tradición y que pueda responder con sensatez a las necesidades del mundo actual. ¡Esto significa escuchar! las necesidades de aquellos que se sienten alejados de la Iglesia y de aquellos cuyas voces son con frecuencia ignoradas o subestimadas.
Juntos invocaremos al Espíritu Santo en medio de nosotros, daremos voz a nuestras esperanzas y sueños para el futuro, y nos escucharemos profunda y amorosamente unos a otros. También les pido que recen por nuestro Santo Padre, por los obispos de todo el mundo que serán llamados al Sínodo, y por los fieles bautizados de todo el mundo, cuya sabiduría y amor por la Iglesia ayudarán a formar la Iglesia del mañana."