Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano
El libro menciona a Kierkegaard, Camus, Nelson Mandela y Martin Luther King, pero también a Calimero, el famoso pollito de animación italiana cuya exclamación "Es injusto" es emblemática de un comportamiento quejoso que no busca soluciones o propuestas. Se habla a continuación de pudor y paternidad, aburrimiento y estrategias políticas, de la saga de los out (burn out/ bore out/ brown out) y se da un vistazo a la actualidad: desde el "voyerismo" de las redes sociales hasta los nuevos hábitos dictados por la pandemia. Todo ello enmarcado en citas bíblicas y en el Magisterio de la Iglesia, en particular de Benedicto XVI y Francisco, para explorar la esencia misma del sacerdocio a través de sus puntos fundacionales, vocación y misión, y sus tentaciones más graves. Empezando por la tentación de ser "funcionarios" en lugar de "testigos" y "portadores de vida".
François-Xavier Bustillo, franciscano conventual, obispo de Ajaccio (Córcega) desde 2021, ha escrito un texto gustoso y de lúcido análisis. Testigos, no funcionarios. El sacerdote dentro el cambiamiento de época es el título del libro, publicado por Librería Editora Vaticana. El Papa Francisco entregó un ejemplar a cada uno de los sacerdotes presentes esta mañana en la Basílica de San Pedro para la Misa Crismal. Hojeando las más de 230 páginas del libro, uno entiende las razones de ello. Con una mirada moderna, un lenguaje inmediato, una sólida preparación y una gran riqueza de anécdotas, Bustillo, teólogo y pastor, ofrece una meditación razonada sobre el siempre complejo tema del sacerdocio, a la luz de las transformaciones -en cierto modo, revoluciones- que corren velozmente en el mundo actual.
Sin embargo, sería un error considerar el volumen como una especie de "manual para el buen sacerdote": el texto se parece más a una larga carta pastoral en la que el autor habla siempre utilizando el "nosotros", queriendo ponerse en discusión. También quiere aclarar ciertos puntos frente a la opinión pública, que a menudo es demasiado crítica con el clero. "Un sacerdote no entra en la Iglesia porque haya decidido huir de un mundo cruel y complicado, encontrando en esta institución el consuelo de una vida más fácil", escribe el obispo, por ejemplo.
Precisamente mirando a los ataques contra la Iglesia, Bustillo destaca dos reacciones que desencadenan los sacerdotes y que deberían evitarse. La primera es la de la "ciudadela asediada": "Ante estos ataques que nos perjudican, reaccionamos con una solución primaria de protección: levantamos muros y nos protegemos. Como en la mentalidad tribal, protegemos a los nuestros y atacamos a los demás. Con esta elección podemos ceder, una vez más, a la violencia y la venganza". La otra reacción es la del "estilo Calimero", es decir, pensar que todo "es injusto" y conformarse con una "actitud pesimista y pasiva".
La propuesta del autor es que "un nuevo modo de ser y actuar" puede dar forma a la misión de los sacerdotes: "Una colaboración serena y pacífica con todas las fuerzas de la Iglesia ayudará al presbiterio a avanzar en comunión". Es interesante, en esta perspectiva, la reflexión sobre la importancia de los laicos en el acompañamiento de la vida de los sacerdotes. Bustillo escribe sin pelos en la lengua: "El sacerdote necesita de los demás para evitar una vida triste y neurótica. No puede prescindir de otros sacerdotes, pero tampoco de los laicos que "le aportan una normalidad humana": "En esta comunidad podemos compartir, hablar, intercambiar, confiarnos libremente. Este vínculo es fundamental. La vida familiar y profesional de los laicos nos ayuda a tener una visión más correcta de la realidad". También nos anima a "no concentrarnos en nosotros mismos".
"Los sacerdotes no son funcionarios de la institución Iglesia", se lee en otro pasaje del libro. Ante ciertas dificultades de gestión -escribe Monseñor Bustillo-, se tiene la tentación de protegerse a la manera de la administración pública. Así, las citas se limitan a horarios fijos y, fuera de ellos, no hay posibilidad de reunirse".
Una de las sugerencias es la de "una sana autocrítica": hacia uno mismo, pero también de la época actual, porque "las lecturas anacrónicas no siempre son muy fructíferas". "Es justo", dice el obispo, "reparar los errores del pasado y las opciones pastorales anticuadas, pero siempre en un enfoque evangélico de respeto y vigilancia. Algunos criterios 'estilo Facebook', por ejemplo: 'me gusta' o 'no me gusta' (likes) son un poco miopes para la sabiduría de la Iglesia".
Siempre con la mirada puesta en nuestros tiempos "bastante oportunos para dar testimonio", el teólogo afirma que "La Iglesia no necesita una conversión cosmética, sino una verdadera conversión de pies a cabeza". A continuación, anima a la "constancia y perseverancia": "Vivimos en un tiempo en el que, sin duda, nuestras cruces son pesadas, pero no debemos rendirnos". La advertencia, en particular, es no caer en el "pecado" de dejar que "el lado profano o mundano de la sociedad" se interponga en la forma de vivir la misión. "Hoy en día, el motor de nuestra sociedad occidental está impulsado por las finanzas y la política. El conocimiento, el poder, el hacer y el parecer dominan la forma en que existimos en el mundo. Desde esta perspectiva, sólo los resultados, y por supuesto los buenos resultados, guían las elecciones del hombre moderno. El motor es siempre el "más": el más fuerte, el más rico, el más capaz, el más famoso, el más influyente... ¿Hay que promover esta lógica en la Iglesia?".
El libro no deja de mencionar la pandemia de Covid, que ha revolucionado los planes, los hábitos y los estilos de vida: "El hombre moderno, acostumbrado a planificar, gestionar y organizar todo, ha tenido que dejar de lado su agenda". La crisis sanitaria mundial ha provocado "un festival de la incertidumbre" y esto, señala Bustillo, ha provocado una revisión total en la Iglesia: "¿Quién podría imaginar no celebrar la Semana Santa juntos? Las bodas, los bautizos, las primeras comuniones, los funerales, todo lo que constituye nuestra vida espiritual colectiva ha tenido que ser revisado". En la vida del sacerdote, el Covid ha generado profundas crisis, pero también ha abierto "una dimensión existencial y espiritual sin precedentes". Para muchos, el aislamiento fue "un tiempo precioso para meditar sobre el sentido de la vida".
Enriquece el polifacético volumen el prefacio de don Luigi Maria Epicoco, asistente eclesiástico del Dicasterio para la Comunicación, que identifica un punto central de la obra: "Con demasiada frecuencia hemos asistido en las últimas décadas a una serie de malentendidos sobre el ámbito esencial de la vida espiritual, reducido unas veces a psicologismo y otras a espiritualismo carente de concreción existencial. Hay que volver a fijar la mirada en Jesús para encontrar la síntesis más admirable de lo que es plenamente humano y, precisamente por eso, plenamente adecuado al ministerio sacerdotal: la comunión con el Señor es el corazón de nuestro ministerio".